EDUCAR SIN SOBREPROTEGER
Cuando no le dejamos crecer
Los expertos definen la sobreprotección "como
un exceso de celo en el cuidado de los hijos, tanto que, a veces, lleva
a los padres a ofrecerles algo que los pequeños ni siquiera han
solicitado".
En efecto, la sobreprotección supone una dedicación absoluta al cuidado
de los niños, hasta el punto de intervenir en cualquier tipo de
situación conflictiva que se les presente, con lo que impiden su
aprendizaje y, por lo tanto, un correcto desarrollo en su camino hacia
la madurez.
¿Y
por qué actuamos así? Durante las primeras etapas
de la vida del niño,
éste depende totalmente de nosotros. A medida que crece, su instinto le
anima a ir desligándose de los padres, a experimentar por su cuenta, a
enfrentarse a nuevos retos... Forma parte de su proceso de crecimiento,
para el que sus progenitores también deben estar preparados. Sin
embargo, no todos lo están. A algunos les cuesta ir soltando esas
ataduras y prefieren seguir con sus niños “pegaditos a sus faldas”, sin
darse cuenta de que hacer los deberes por ellos, no dejarles nunca con
sus abuelos, controlar sus amistades..., no sólo no les ayuda en su
desarrollo, sino que puede causar el efecto contrario y retrasar su
progreso psicólogico, intelectual y social; además de convertirles en
adultos inseguros, miedosos, estresados, dependientes de los demás, con
problemas en sus relaciones sociales y con poca tolerancia de la
frustración.
Algunas pautas
Y como está en tu mano evitar estas conductas, te
ofrecemos algunas pautas para que puedas ofrecer a tu hijo los cuidados
que necesita para sentirse seguro y querido, sin caer en una excesiva
protección:
- Dejar que se enfrente a las dificultades, a adaptarse a un entorno que cambia constantemente y a desarrollar sus habilidades por sí solo.
- Dejarle respirar, no estar permanentemente controlándole o atosigándole con preguntas o preocupaciones por su bienestar y salud.
- Favorecer que aprenda a pensar por sí solo, a asumir nuevos retos –algo tan simple como patinar–, a tomar la iniciativa y a adoptar sus primeras decisiones. Hazle sugerencias, pide su opinión, tenlo en cuenta...
- Fomentar que juegue o realice actividades con otros niños, sin la presencia constante de los adultos.
- No darle todo lo que pida o lo que los padres creen que necesita. Mostrarle el valor del esfuerzo y las enseñanzas que encierran las dificultades y la frustración.
- Estar a su lado cuando lo necesite, pero para apoyarle, no para solucionar sus problemas y realizar sus tareas.
- Permitir que pase algún tiempo con otras personas para establecer lazos afectivos con abuelos y tíos e “independizarse” un poco de sus padres.
- Tratarle de acuerdo a su edad. Permítele que coma solo o se vista cuando ya sea capaz de hacerlo; y a medida que va cumpliendo años, retírale el chupete, el biberón, la sillita de paseo...
Gema Martín