Respecto al tacto,
existe un grado muy amplio de comportamientos anómalos. Existen niños
que no les gusta ser abrazados o tocados lo que no quiere decir que no
quieran sentirse queridos. Otros muestran rechazo a algunas superficies,
texturas, tipos de tejido o de calzado. En algunos casos, las
diferencias son de nivel: algunas molestias de las que puede quejarse
cualquier niño, como las etiquetas de la ropa, parecen afectar de una
forma mucho más potente a los niños con TEA.
Por el contrario, hay niños que buscan un contacto intenso, frecuentemente de objetos inanimados. Les puede gustar o calmar meterse en una bañera rodeados de cojines o pueden tener un escondite favorito que es un espacio angosto dentro de un mueble, entre un mueble y una pared o entre un mueble y el suelo donde se sienten protegidos y tranquilos. Temple Grandin, científica con autismo, diseñó una máquina que “abrazaba” a los animales para obtener un efecto tranquilizador similar al que ella experimentaba y buscaba.
Por el contrario, hay niños que buscan un contacto intenso, frecuentemente de objetos inanimados. Les puede gustar o calmar meterse en una bañera rodeados de cojines o pueden tener un escondite favorito que es un espacio angosto dentro de un mueble, entre un mueble y una pared o entre un mueble y el suelo donde se sienten protegidos y tranquilos. Temple Grandin, científica con autismo, diseñó una máquina que “abrazaba” a los animales para obtener un efecto tranquilizador similar al que ella experimentaba y buscaba.
A otros niños con TEA
les gusta experimentar de una forma exagerada con la estimulación
vestibular, la que controla el equilibrio, disfrutando de juegos como
los columpios, girar desenfrenadamente o botar. Puede tener que ver con
los característicos balanceos de algunos niños con autismo, un tipo de
movimientos que les da placer o les calma.
En el caso de la vista,
se han visto algunos comportamientos peculiares como observar un juguete
desde muy cerca o tener una panorámica de una habitación por el rabillo
del ojo, sin girar la cabeza. Sería una forma de usar la vista que a
nosotros nos produciría molestias o dolores de cabeza pero que a esos
niños parece agradar.
Respecto a la
hiposensibilidad, hay publicaciones que muestran una sensibilidad
reducida al dolor, o lo que es lo mismo un umbral alto para el dolor, lo
que puede estar relacionado además con lesiones y autolesiones. Al no
sufrir tanto el dolor, esos niños son más proclives a causarse heridas e incluso fracturas.
Las rutas sensoriales
están ampliamente conectadas con las rutas motoras. También se han visto
problemas motores en niños con autismo. Los hitos que deben alcanzarse
en el progreso motor durante la infancia están retrasados en más de un
33% de los casos. Trastornos en la forma de andar tales como caminar de
puntillas y problemas en el equilibrio y la coordinación también se han
encontrado así como anomalías importantes en la postura en los niños con
TEA.
Recorriendo la relación
entre autismo y déficits sensoriales en sentido contrario, se ha visto
que personas que tienen un déficit sensorial, tanto en la vista como en
el oído, pueden mostrar, con más frecuencia que la población normal,
algún síntoma de autismo.
Carvill (2001) ha encontrado en personas con ceguera congénita, la presencia de comportamientos parecidos a los de los niños con TEA. Estos niños ciegos de nacimiento tienen comportamientos motores característicos, como las estereotipias de manos o dedos (en inglés se denominan blindisms, de blind, ciego). Junto a eso, hay informes sobre problemas en las habilidades sociales y de comunicación en los niños ciegos. Sin embargo, no es una asociación fácil. Hay dificultades para estudiar estos temas en función de la causa de la ceguera así como problemas metodológicos a la hora de establecer unos criterios diagnósticos comunes y una forma objetiva y trasladable de observación y registro de estos comportamientos anómalos.
Carvill (2001) ha encontrado en personas con ceguera congénita, la presencia de comportamientos parecidos a los de los niños con TEA. Estos niños ciegos de nacimiento tienen comportamientos motores característicos, como las estereotipias de manos o dedos (en inglés se denominan blindisms, de blind, ciego). Junto a eso, hay informes sobre problemas en las habilidades sociales y de comunicación en los niños ciegos. Sin embargo, no es una asociación fácil. Hay dificultades para estudiar estos temas en función de la causa de la ceguera así como problemas metodológicos a la hora de establecer unos criterios diagnósticos comunes y una forma objetiva y trasladable de observación y registro de estos comportamientos anómalos.
La asociación es menos
clara entre las personas pertenecientes al otro gran grupo con un
déficit sensorial claro: los que tienen sordera. Hay menos evidencias de
que exista una asociación entre ambas condiciones, pero un estudio que
incluyó un gran número de niños con discapacidad auditiva vio que un 4%
de ellos tenían también autismo. En resumen, las interacciones entre
autismo y sistemas sensoriales son muy intensas y solo estamos en los
comienzos de entender la gran variedad de situaciones que se producen en
las personas con TEA.
Por : José Ramón Alonso