Las
emociones están presentes en nuestras vidas desde que nacemos y juegan
un papel relevante en la construcción de nuestra personalidad e
interacción social. Vivimos las emociones en cualquier espacio y tiempo,
con la familia, con los amigos, con nuestro entorno, con nuestros
iguales, con nuestra escuela, con nuestros educadores, etc. Por lo que
la escuela es un ámbito más de conocimiento y de experiencias en el que
se desarrollan las emociones. Educar significa contemplar el desarrollo
integral de las personas, desarrollar las capacidades tanto cognitivas,
físicas, lingüísticas, morales como afectivo y emocionales. La
educación emocional adopta un enfoque del ciclo vital que se lleva a la
práctica a través de programas secuenciados, que pueden iniciarse en la
educación infantil. Por mi experiencia, la puesta en práctica de la
educación emocional no tan sólo ha enriquecido al alumnado sino también a
los docentes en cuanto a su crecimiento personal y profesional. Ha
unido al equipo de profesores, generando más comunicación y empatía
entre ellos. Se han construido nuevos proyectos de centro, nuevas
ilusiones compartidas y se ha favorecido el diálogo y el respeto.
¿Qué significa educar las emociones?
Primero
hemos de hacer una distinción entre disciplinar y educar
emocionalmente. Disciplinar significa poner énfasis en el mal acto que
cometió un niño e imponer una sanción. El énfasis está en qué castigo le
voy a dar. Educar las emociones, en cambio, no considera el hecho, sino
por qué se produjo, y por lo tanto nos da un momento ideal para
reflexionar con el niño, invitarlo a que se dé cuenta del error que
cometió para que no vuelva a hacerlo.
Un
padre que educa emocionalmente, ejemplifica la especialista, antes de
castigar se hace varias preguntas: ¿Qué llevó a mi hijo a portarse mal?
¿Impulsividad? ¿Falta de reflexión? ¿Se dejó llevar por los amigos?
¿Quizás no supe escuchar lo que me estaba pidiendo? Pero a los padres
les cuesta actuar así.
Los cimientos de una buena educación emocional
Para
educar las emociones, según algunos investigadores, los padres tienen
un tiempo acotado con sus hijos: los primeros 15 años de vida. De los 0 a
los 7 años deben implantar normas, y de los 7 a los 15, imponer
límites.
Si
hacemos las cosas de esa manera, todo resulta tremendamente fluido, y
muchas veces, aunque el niño sea difícil, no es necesario castigarlo –
explican.
Las
normas son inamovibles, no debieran ser más de cuatro o cinco, y
deberían implantarse con fuerza a partir de los dos años de vida del
niño. La más importante de todas es el respeto. El problema que ve en
los padres, es que éstos esperan hasta muy tarde para exigírselas al
niño, y también se las imponen sin respeto.
Los
límites, por su parte, pueden consensuarse con los niños, pero en
ningún caso se pueden traspasar. En eso falla la mayoría de los padres:
aplican límites según su estado de ánimo. Cuando los padres están de
buenas, son mucho más permisivos, y cuando están de malas, mucho más
firmes y estrictos. Eso es un error tremendo.
Para
los padres, hacer el cambio y modificar estas actitudes no es algo que
ocurra de un día para otro. Es un trabajo consciente de meses, en los
que se debe trabajar por crear un “clima emocional” seguro, donde,
describe, los niños sean respetados por igual, donde haya una aceptación
incondicional, los padres expresen su afecto en actitudes y palabras, y
sobre todo exista comunicación afectiva.
Los
padres deben identificar estos factores y proponerse, por ejemplo,
trabajar un factor cada dos semanas. Primero, trabajar el tema de la
aceptación incondicional: cambiar la frase hijo, ¿cómo puedes ser tan
tonto..?, por hijo, has hecho una tontería. Luego, el respeto: mirarme
al espejo, y ver cómo lo trato. Un mes después voy a trabajar
comunicación afectiva, y para eso voy a tener que estudiar, ya que
requiere mucho trabajo práctico de entregar amor a los niños. Luego, hay
que darles oportunidades de crecimiento personal a los hijos.
Otro
factor importante es enseñarles a resolver creativamente sus
conflictos. Por ejemplo, un niño que en marzo llega contándole a la
mamá que tiene una profesora antipática: Mamá, yo no la voy a tolerar,
porque es gritona, nos amenaza con llevarnos a la inspectoría, la mamá
tiene que decirle que todos tenemos cosas negativas. Que, por ejemplo,
escriba un papel con una rayita al medio y ponga en él las cosas
negativas de su profesora, pero también las positivas, y que ella le
enseñará a agrandar las cosas positivas, y achicar las malas. Tiempo
después, quizás, el niño descubra que la profesora jefe también es la
profesora de educación física, y que por ahí pueden hacerse amigos. Eso
es resolver un conflicto. La vida está llena de conflictos y necesitamos
ser flexibles y tolerantes.
La educación emocional en el colegio
Desde
la escuela hemos de trabajar también con los niños todos los aspectos
mencionados anteriormente, y para ellos contamos con diversas
estrategias y actividades muy adecuadas. Algunas de estas actividades
son las siguientes:
1. El sillón de pensar (actividad
de autoconocimiento y autocontrol): este rincón que adornarán y
pintarán los propios niños/as va a ser un lugar muy importante para
cuando un alumno/a pega, insulta… o realiza alguna conducta contraria a
las normas de convivencia en la clase, el maestro/a le pedirá que se
siente en esa silla y piense durante unos minutos lo que ha hecho mal, y
cómo se ha sentido él y el compañero/a agredido. Después de
esos minutos el niño/a se levantará y contará lo que ha
estado pensando.
estado pensando.
2. Los cuentos (actividad
de reconocimiento de emociones ajenas): la lectura de cuentos en los
que los personajes sientas diferentes sentimientos ( alegría, tristeza,
enfado…) y los alumnos/as, con ayuda del maestro comentarán esos
sentimientos
poniéndose en el lugar de quien los siente. Los cuentos propuestos pueden ser el “ patito feo”, “la cenicienta”, “Blancanieves”…
poniéndose en el lugar de quien los siente. Los cuentos propuestos pueden ser el “ patito feo”, “la cenicienta”, “Blancanieves”…
3. Las caras (actividad
de reconocimiento de emociones): después de leer el cuento se les pide a
los alumnos/as que pinten caras con los sentimientos de los personajes
del cuento. Después los alumnos enseñarán sus dibujos a toda la case.
Así todos
podrán observar los dibujos de sus compañeros y ver las diferentes posiciones de la cara, boca… cuando sienten una emoción u otra.
podrán observar los dibujos de sus compañeros y ver las diferentes posiciones de la cara, boca… cuando sienten una emoción u otra.
4. El cambio de rol (actividad
para las relaciones interpersonales): los alumnos/as por turnos tendrán
que imitar alguna actividad de la vida diaria de las personas. Por
ejemplo: imitan a su padre fregando los platos en casa, o a su hermano
haciendo la cama…
5. La asamblea (actividad
de conocimiento de las emociones propias y ajenas,y de autocontrol):
todas las mañanas cuando los niños/as llegan a clase se sentarán en la
alfombra y por turnos contarán algo importante que les haya pasado el
día anterior. Todos los alumnos/as escuchas a los compañeros que hablan y
dan soluciones a problemas que puedan plantear.
6. Canciones (actividad
de automotivación): van a cantar canciones con distinto tono de voz.
Primero fuerte, tapándose los oídos. Después bajito, y por último con un
tono normal. De esta manera los alumnos aprenderán los diferentes tonos
de voz
que se pueden utilizar cuando se sienten diferentes emociones y cuál debe de ser el tono adecuado para el diálogo con cualquier personal.
que se pueden utilizar cuando se sienten diferentes emociones y cuál debe de ser el tono adecuado para el diálogo con cualquier personal.