Los niños más felices y equilibrados son aquellos que han sido cogidos en brazos, acunados, cantados, besados y cuidados con ternura por sus padres. Eso es algo que, por intuición, ya sabíamos. Pero es que ahora, además, la neuropsicología ha conseguido demostrar que el cerebro del niño también necesita de ese amor para desarrollar todo su potencial intelectual y emocional. Álvaro Bilbao, autor de El cerebro del niño explicado a los padres, lo expresa con estas palabras: «Los padres que deseen potenciar el desarrollo cerebral de sus hijos deben ofrecerles contacto físico (abrazos, besos, caricias...) y expresarles cariño y reconocimiento con frecuencia. Que jueguen y conversen con ellos, sin prisas. Que refuercen sus comportamientos positivos y, desde luego, que les pongan límites de una manera consistente».
Foto Eyliam. La Voz de Galicia. |