Regularmente, los niños con dificultades de comportamiento, emocionales y sociales (DCES), representan para los profesores un reto mucho mayor que el del alumnado con otro tipo de necesidades específicas de apoyo educativo.
La principal razón es el efecto negativo que pueden tener sobre los otros compañeros y el tiempo y energía que el profesor les dedica. Sin embargo, los alumnos que no cooperan y son disruptivos, comprenden solo una parte de este grupo; otros estarán encerrados en sí mismos sin comunicarse y posiblemente no se les tenga en cuenta a la hora de una intervención efectiva y darles apoyo.
El alumnado con DCES puede presentar cualquier nivel de capacidad y sus dificultades irán de leves a graves.
En el extremo más suave, los niños tienen problemas en la interacción social y encuentran difícil trabajar con los demás, no utilizan bien el tiempo libre, como el descanso para comer, y pueden concentrarse poco en las clases. En grupo están quietos, retraídos y aislados.
En cambio, en el otro extremo, los alumnos provocan a sus compañeros y se comportan de modo desafiante buscando la confrontación. Pueden estar sin trabajar la mayor parte del tiempo y son agresivos verbalmente si se les reprende. Su autoestima es baja y les es muy difícil aceptar cualquier tipo de elogio o hacerse responsables de su comportamiento el alumnado con dificultades más graves puede encontrar, casi imposible, funcionar en una situación de grupo y por lo regular, manifiestan un comportamiento violento que requiere intervención física.
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Los alumnos con DCES, frecuentemente tienen dificultades de aprendizaje y esto les produce sentimientos de frustración e ira que se convierten en mal comportamiento.
Es importante buscar las razones subyacentes para este tipo de comportamiento, como pueden ser las escasas habilidades de lenguaje, la incomprensión de las situaciones sociales (Trastorno del espectro del autismo), etc., y poner en marcha estrategias para ir a la raíz del problema.
Por el contrario, los alumnos con alta capacidad se pueden aburrir en el colegio cuando el trabajo no les supone un reto y esto les lleva a un tipo diferente de frustración que se puede manifestar también como un comportamiento disruptivo.
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La clave para tomar medidas para este alumnado es conocerlo establecer una buena relación. Aunque también son sabidas las dificultades que esto supone por la falta de tiempo (más en Educación Secundaria que en Primaria).
Fuente:Guía práctica de Necesidades Educativas Especiales. Vib East y Linda Evans
Fuente:Guía práctica de Necesidades Educativas Especiales. Vib East y Linda Evans