Como todas las historias maravillosas y sorprendentes suceden por casualidad, ‘Snow Cake’, producida en 2006, no iba a ser menos. Dirigida por Marc Evans y cuyo guión ha sido escrito por Angela Pell, narra la historia del sentimiento de deber que posee Alex (Alan Rickman) para con Linda (Sigourney Weaver), debido al accidente en el coche de él que hace que la hija de ella, Vivienne Freeman (Emily Hampshire), fallezca en el acto. Alex descubrirá, de forma inesperada, qué es el autismo y cómo convivir con el mismo junto a Linda durante, solamente, unos meses. Pero que serán suficientes, en cambio, para conseguir una visión diferente de su vida y reflexionar acerca de todo lo que tiene a su alrededor. Le ayudará en todo ello su aventura romántica con Maggie (Carrie-Anne Moss), la atractiva vecina de Linda que le guiará en su relación con ésta, y sus continuas disputas por temas de celos con agente Clyde (James Allodi), quién comenzará a investigar su pasado para hostigarle.
Una historia con un argumento bastante cercano a la realidad, lo que nos hace quizá sentirnos identificados y llegar a interiorizar los propios sentimientos de los personajes. Es, por un lado, triste por las pérdidas sufridas en ocasiones, pero por otro lado, expresa una simpatía inusual. Es ternura lo que emite Alex al llegar a casa de Linda y darle a ésta los regalos que Vivienne había comprado antes de morir: bolitas de luz y sonido, sabiendo que a su madre le atraían enormemente. Obviamente, Linda no le da la más mínima importancia al extraño que acaba de aparecer en su casa, y aunque considero que es un personaje adulto muy bien caracterizado como una persona con un Trastorno Generalizado del Desarrollo (aunque en mi opinión han querido establecer un Autismo que hoy en día se conoce como ‘De alto funcionamiento’ ), hay ciertas cosas que aún hoy en día se deberían corregir en los medios de comunicación que trasmiten este tipo de información al mundo. Considero que, aunque se trate de dar una visión diferente de las personas con Trastorno del Espectro del Autismo, a veces se tiende a tropezar en la misma piedra varias veces, siendo éstas estereotipos típicos marcados del trastorno en la sociedad, por lo que se acaba volviendo a los mismos fallos en el que habíamos comenzado a cambiar.
En ‘Snow Cake’, por ejemplo, uno de los aspectos que más me decepcionó fue la mirada tan poco comunicativa de Linda, sobre todo la primera vez que aparece en pantalla en esta película. Lleva en su cara una mirada perdida, tanto que debería decir que sin haber leído argumento alguno antes de ver el largometraje creí que era ciega… Las personas con TGD poseen un déficit en este sentido, pero ¿es necesario exagerarlo hasta tal punto? Y una vez más, volvemos al eterno debate, ya que cada persona con TEA es un mundo y no todas las personas que poseen dicho trastorno tienen el mismo grado de dificultad en este sentido. No creo que sea comparable una falta de visión parcial o total con una persona con TGD, ni mucho menos. Ellos pueden ver, pueden trasmitir sentimiento a través de sus ojos, pueden mirar, pueden dirigir la atención con su mirada, etc. Distinto es cómo lo hacen, efectivamente, y aunque su capacidad esté mermada, la tienen y la utilizan al igual que lo hacemos todos los seres humanos. También me ha llamado la atención profundamente la poca sensibilidad que le atribuyen al personaje. Se ha muerto su hija, pero a ella parece como si no le hubiera afectado en absoluto… Al menos es lo que personalmente me hace entender en las situaciones que se van viendo avanzar. Creo que Alex, debido a la anterior muerte de su hijo, llega a los brazos de Linda en búsqueda de comprensión y entendimiento, ya que ambos han pasado por lo mismo. En vez de eso, le hacen chocar y encontrarse con un personaje totalmente estático, de hielo, frío… Una vez más, estamos de acuerdo en que a las personas con autismo se les hace mucho más complicado la comprensión del mundo en general, y en este caso, la muerte en concreto, pero ¿hasta que punto pintan a Linda como una persona a quien la noticia de la muerte de su propia hija, que estaba al cuidado de sus abuelos, pasa completamente desapercibida? Por último, creo que existe una amplia confusión entre la necesidad de una rutina en el propio TEA y el Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC). Aunque es cierto que existe la posibilidad de que ambos se den de forma comórbida, no sé si en la película han querido introducir ambos o es que no han sabido mantener el límite entre uno y otro. Desde mi punto de vista, hay ciertos comportamientos de Linda que no caben dentro de una conducta inflexible, cerrada al cambio, que es lo que se daría en una persona con TGD o TEA; sino que traspasan la línea, llegando a formar parte de conductas completamente obsesivas, como por ejemplo, no poder soportar que se esté dentro de la casa con la ropa mojada o tener que realizar, de forma exhaustiva, una revisión de la cocina cada día. Se entremezcla además con ciertas fobias, como es el hecho de que alguien tiene que tirar la basura en su casa, siempre los martes, y se asegura, siendo superior a sus fuerzas que no ocurra de tal forma, que ese día no pase de largo. No es que sea ‘malo’ hacer que dichos trastornos o conductas disruptivas coincidan, pero creo que un público normal no sería capaz de distinguir tan nimios detalles para ellos, siendo en cambio importante para aquellos que conviven con una persona con TEA que no sea constante esa referencia caótica y poco ajustada a la realidad, sin explicación alguna.
A pesar de contener ciertos elementos con los que no consigo estar del todo de acuerdo, también es de agradecer que se intente dar una visión global de PERSONA y no de AUTISTA, o al menos no solamente. En ‘Snow Cake’ están muy trabajados ambos conceptos, ya que Linda es tratada, ante todo, como un personaje más en la película, no como EL personaje especial. Linda es una mujer con autismo, sí, pero que además tiene un trabajo en un supermercado del barrio porque es buena en ello, ya que le gusta mantener los estantes ordenados y además lo hace de forma eficiente y eficaz. Y no solo eso, sino que conocemos algunas de sus habilidades y especialidades como es el juego del Scrabble1, ya que uno de sus puntos fuertes es la buena memoria para el vocabulario y el lenguaje. Y lo conocemos no como un ‘poder mágico’, que es lo que muchas veces se tiende a buscar en las personas con un Síndrome de Asperger, pero sí lo hacemos en un entorno de diversión, mientras juega con Alex en casa, una noche cualquiera después de cenar y tal y como lo harían muchas personas. Gracias a su amor por todo lo que tiene que ver con la nieve nace el título de la película, ya que siente auténtica pasión por todo lo relacionado con el tema. Cuando ve caer los primeros copos de nieve en el jardín de su casa, sale a la calle estrepitosamente y se revuelca por el suelo como si de un niño se tratara, para después, como no era menos de esperar, hacer un muñeco de nieve totalmente real. También es capaz de recrearlos con papel y tijeras los cuáles les encanta tirar, posteriormente, todos juntos por el aire simulando que vuelve a nevar, una y otra vez.
Obviamente como persona con un TGD hay ciertas características que la hacen distinta, que no mejor ni peor, al resto y aunque, en este caso específico, todas ellas son bastante conocidas por la sociedad en general cuando se hace referencia a este trastorno. Por un lado, podemos mencionar la referencia a la falta de una ‘teoría de la mente’, que en este caso es muy notable, y protagoniza ciertas escenas de comedia. La teoría de la mente es la capacidad que adquirimos desde bien pequeños, entre los 3 y los 5 años aproximadamente, para entender que tanto nosotros como el resto de las personas que nos rodean tenemos unos sentimientos y pensamientos propios que son, a la vez, individuales y sociales. Este aspecto va muy relacionado, no solo con su falta de compresión ante temáticas como la broma o la ironía, sino también con el entendimiento de todos y cada uno de los gestos sociales que son comunes y entendibles, normalmente. Unido a lo anterior, y aunque sea duro de caracterizar y enseñar al mundo, es cierto que debido a su falta de adaptación al entorno puramente social, a veces, las personas con autismo, es posible que hagan daño, por supuesto que de forma no intencionada, a personas que quieren o aprecian. Pero nosotros tenemos que ser lo suficientemente listos como para comprender que el amor hacia esas personas se expresa en muchas otras ocasiones, aunque de nuevo sea de una manera completamente distinta a cómo estamos acostumbrados. Y, además, ¿quién no ha hecho daño, aunque sea sin quererlo, a una persona que quería mucho, muchísimo? Por último, hay una cosa más que me gustaría comentar acerca de Linda y es en relación con su sinceridad. Quienes conocemos el mundo de las personas con TGD o TEA, sabemos reconocer en ellos ‘verdaderos amigos’ porque jamás serían capaces de mentir. Y bien queda reflejado todo lo comentado anteriormente en una cita de Alex, cuando le dice a Linda: ‘Eres la única persona que he conocido en el mundo entero a quién no tengo que darle justificaciones o explicaciones de mí mismo’.
Y, al final, siempre acabo en la misma conclusión, y es que: todas las personas tenemos una discapacidad, pero algunos en grados más acusados que otros, por eso se nos hace más evidente en ellos que en nosotros. En el fondo, y lo creo de corazón, todos tenemos en nuestra personalidad algunos rasgos de TGD o TEA y a mí, personalmente, me fascina y me encanta. Porque es lo que me ayuda, en mi día a día, a tratar con ellos. Es lo que me permite acercarme y entenderles. Es lo que me anima a seguir descubriéndoles y descubriéndome. Me gusta buscar cosas en común, me gusta ver que en realidad somos más parecidos que diferentes. Y es una pena que los demás no lo puedan ver como yo porque, en verdad, se pierden un mundo maravilloso. Unas personas tan increíbles, o más, como pocas existen hoy en día.
Para finalizar, sin tratar de desviarme mucho del tema con el que habíamos comenzado, en mi opinión, creo que hubiera sido bastante más enriquecedora una ‘Snow Cake’ en la que la propia Linda o incluso Vivienne, que fallece en las primeras escenas, nos narraran, aunque lo hacen maravillosamente solo con las acciones, a las que muchas veces no hace falta ponerle ni palabras, cómo es una vida con el trastorno o en convivencia con él, respectivamente. A veces, de las acciones las personas pueden obtener sus propios pensamientos, sus propios esquemas e ideas erróneas acerca de en qué consiste el trastorno o cómo son estas personas. Considero que, en una película en la que queremos que el espectador imagine el final que más le guste, dejándolo abierto al público, siempre está bien ayudar a que la mente del mismo vuele; pero, en cambio, en estos casos, creo que lo más apropiado es acotar los significados y definiciones de cada uno de los universos que introducimos, porque a veces la imaginación del ser humano es tan retorcida, tan amplia, tan extraña… Quizá, lo que más me ha gustado de la película, es que se entiende perfectamente la diferencia entre aquellas personas que comprenden y sienten el diagnóstico, como algo más en sus vidas, y aquellas personas que realmente sienten vergüenza de ese trastorno. Los primeros, capaces de respetar, a diferencia de los segundos que tomarían la opción de prohibir sobre todo aquellas conductas más llamativas, normalmente los movimientos estereotipados, en contextos sociales en los que, respectivamente, unos creen que se producen de forma necesaria y los otros, simplemente, consideran que están fuera de lugar. Las normas sociales están consensuadas en comunidad, así que sería un paso más adaptarlas a todos los ciudadanos actuales…
Cuando conocemos a una persona con autismo por la que sentimos aprecio o amor intentamos, al igual que haríamos con cualquier otro, hacer que se sienta lo mejor posible aunque quizá tengamos que hacer cosas que ni nosotros mismos esperaríamos de nuestra propia persona, pero ¿a qué al final merecen la pena?