Las
cosas no son siempre como las queremos. Y mucho menos lo es el mundo
que estamos heredando a nuestros hijos.
Una profunda presión social
y mayor competitividad son componentes que los ponen en posiciones de
vulnerabilidad desde muy temprana edad. ¿El efecto? Un incremento en
el nivel de frustración ante las decepciones, dependencia a la
aceptación y una menor disposición a dejarse guiar.
Los
padres que desean desarrollar hijos emocionalmente independientes
deben responder a los retos de la paternidad con mucha claridad. Y
para poder hacerlo deben prestar atención a la manera en que toman
decisiones con respecto a la educación de sus hijos, considerando el
entorno que les rodea.
Hoy
día, vivimos en una era de complejidad en la educación. Y el mayor
reto es encontrar oportunidades para guiarlos. La independencia
emocional de los hijos está ligada a cómo respondemos a esas
oportunidades de educación. Todo se basa en la capacidad para
transformar la paternidad en la manera más útil posible para
nuestros hijos. Como padres, debemos detectar esa oportunidad para
guiarlos y actuar rápidamente una vez detectada.
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Hay
dos razones este objetivo no se logra:
- Hoy, los padres anhelamos la aceptación de los hijos. Intercambiamos disciplina por aceptación. Permitimos que nos falten al respeto (“es mi vida, déjame en paz”), o se pongan en situaciones de riesgo (“si hijo, llévate el coche a la fiesta”, con el riesgo de conducir habiendo ingerido alcohol).
- Las dependencias emocionales que nos limitan:
- Confort: Preferimos ceder que enfrentarlos, les damos lo que piden, no los castigamos, creemos que los “tenemos que ganar”.
- Control: Elegimos por ellos impidiéndoles tomar decisiones propias, “vigilamos” sus pasos, los hacemos dependientes de nuestra aceptación, los alejamos de nosotros.
- Éxito: Imponemos nuestras normas de vida (queremos que estudien lo que nosotros), los presionamos a ser perfectos, los hacemos sumisos frente a las figuras de autoridad dañando su autoconfianza.
- Ego: Los hacemos sentir “merecedores” (tú eres mejor que todos, nadie te ordena)…o “poca cosa” (siempre te equivocas, no das una). Les impedimos reconocer sus errores, provocamos que tomen las cosas de forma personal y desarrollamos hijos resentidos.
Pero
nunca es demasiado tarde, ni todo está perdido cuando se trata de
procurar lo mejor para ellos, por eso es recomendable seguir los
siguientes pasos:
- Déjalos elegir en situaciones seguras, ayudándolos a recuperar su autoestima (qué comer, qué ponerse, a dónde ir, etc.).
- Hazles saber cuándo se equivocan y déjales claro que su actitud no condiciona el amor que sientes por ellos, pero que no apruebas su conducta. De esta forma aprenderán a reconocer sus errores y se sentirán seguros al saberse amados y aceptados.
Hay
muchas oportunidades donde podemos ayudarlos a desarrollar su
independencia emocional. Pero si como padres no podemos actuar con
claridad frente a ellas, se desperdiciarán, limitando el desarrollo
de nuestros hijos.
Por: Mónica Venegas, autora
del libro Dale Next!, Editorial Urano.
Colaboración
de Fundación Teletón México.
“La
empatía: nos hace vivir el sentir ajeno”.
Bojorge@teleton.org.mx