La dislexia es un trastorno específico del aprendizaje, por lo que los síntomas cambian a medida que el niño/a crece o evoluciona. Desde la etapa infantil es posible apreciar pequeños detalles que pueden hacernos sospechar que un niño/a es disléxico. Entre los 6 y los 11 años los síntomas son más evidentes o, al menos, más conocidos. A partir de los 12 años se hacen muy claras las alteraciones del aprendizaje.


Algunas orientaciones que podemos seguir para trabajar con estos niños tanto en la escuela y desde casa, con el fin de ayudarlos en el proceso de aprendizaje de la lectura son las siguientes:
  • Los niños/as pequeños tienen una conciencia muy escasa de los sonidos del lenguaje. Oyen una secuencia continua de sonidos, pero no son conscientes de que estos se pueden dividir en palabras, y estas últimas en sílabas y mucho menos que las sílabas pueden estar formados por uno o varios sonidos. Esta habilidad se llama conciencia fonológica y se puede desarrollar con el ejercicio.
  • Se ha comprobado que la conciencia fonológica facilita el aprendizaje de la lectura tanto en niños pre-lectores como en niños con riesgo de presentar dislexia. Por ello, facilitando precozmente los aprendizajes fonológicos, se pueden prevenir problemas lectores que aparecerían posteriormente.
  • Las actividades para adquirir conciencia fonológica son muy abstractas, porque se basan en estímulos que el niño/a no puede ver ni manipular, por lo que deben realizarse siempre a modo de juego, y a ser posible apoyándonos en láminas, fotografías, dibujos, etc. El orden que habría que seguir es comenzar con actividades de rima, continuar con la sílaba, y acabar finalmente con el fonema. Hasta la edad de 5 años es muy difícil que el niño/a consiga tener conciencia de los fonemas en todas las posiciones de las palabras.

 Actividades que los docentes podemos realizar en el aula :

a) Actividades verbales para desarrollar la conciencia fonológica, como por ejemplo:

- Elegir una letra del alfabeto, comenzando con una letra que aparezca en el nombre del niño/a. Durante todo el día, buscar objetos que comiencen con esa letra.
- Inventar rimas para el nombre del niño/a: “Sara, bonita eres de cara”
- Hacer el sonido de una letra. Pedirle al niño/a que intente encontrar esa letra en un libro o periódico. Leer en voz alta la palabra que tiene esa letra.
- Describir las cosas que ve al aire libre, usando palabras que comiencen con el mismo sonido: “casa cuadrada”, “perro pequeño”, “bote bonito.”
- Escoger una canción o una rima que el niño/a se sepa. Cantarla en voz alta, aplaudiendo al ritmo de las palabras.
- Leer con él una historia que rime o cantar juntos una canción. Dejar que el niño/a vaya completando las palabras que riman.
- Recitar una rima infantil o poema, línea por línea. Pedirle al niño/a que repita cada una de las frases u oraciones después de que se le vayan diciendo.
- Inventar rimas de dos palabras acerca de objetos que haya en casa, como por ejemplo “silla pilla” y “taco flaco.” Mejor si las rimas son cómicas.

b) Juegos tradicionales de lenguaje oral para desarrollar la conciencia de los sonidos, por ejemplo:

- De La Habana ha venido un barco cargado de… El primer jugador dice, por ejemplo “De la Habana ha venido un barco cargado de PATATAS” y a continuación hay que ir diciendo palabras que comiencen por PA, PE, PI, PO y PU.
- Veo-veo. El primer jugador dice “Veo-Veo”, el otro responde “¿Qué ves?”. El primer jugador responde: “Una cosita”. Se responde “¿Qué cosita es?”. El primero contesta, por ejemplo: “Empieza por LA”. Hay que averiguar de qué objeto se trata. (Cuando el niño/a ya domine las sílabas se puede realizar utilizando letras, por ejemplo: “Empieza por L”)
- Palabras encadenadas. El primer jugador dice una palabra, por ejemplo “planta”. El otro jugador debe decir una palabra que comience por la sílaba final de la palabra dicha (en este caso, por TA, como TAZA) y así sucesivamente: zapato-tomate….

 Actividades que la familia puede realizar en casa:

- Otros prerrequisitos son también importantes (atención, memoria, vocabulario). Eso significa que el niño/a debe estar abierto a experiencias variadas y sobre todo debe contar con la mediación de un adulto que vaya ayudándole a madurar esos aspectos. 
Algunas actividades caseras que desarrollan estos prerrequisitos son:

 -decirles el nombre de las calles por la que pasan; luego jugar a que les lleve a una calle.
ƒ –recordar nombre, apellidos y profesión de papá y mamá,
ƒ –aprender su número de teléfono y los de algún familiar o amigo,
ƒ –localizar en las tiendas lo que van a comprar y cogerlo,
ƒ –jugar con puzzles, barajas de familias, animales, etc,
ƒ –aprender los días de la semana y los meses del año,
ƒ –buscar diferencias entre dos dibujos casi iguales,
ƒ –observar durante un tiempo una lámina, foto…, y preguntarles qué cosas había, cuántas personas, qué ropas llevaban, qué tiempo hacía, etc.
ƒ –enseñarle canciones de corro, adivinanzas y refranes
ƒ –dedicar algún rato a contar chistes
ƒ –poner objetos sobre la mesa y decirle que cierre los ojos; esconder un objeto y cuando abra los ojos tiene que descubrir cuál falta.
ƒ –describirle un objeto de la casa. “Tiene cuatro patas y nos sentamos en ella cuando vamos a cenar”, y que lo adivine.
ƒ –leer juntos una historia y hablar sobre ella. Hacerle preguntas para ver si se acuerda de algunos de los acontecimientos del cuento.
ƒ –recordar qué comió el día anterior en la comida y en la cena.
ƒ –cambiar objetos de su lugar habitual en una habitación de la casa y preguntarle si nota algo diferente.
ƒ –aprovechar todo tipo de salidas de la ciudad para explicarle por qué pueblos pasa y qué es lo que vemos.
ƒ –ver con él un programa de TV y preguntarle por los personajes, cómo se llamaban, qué cosas hacían, etc.
ƒ –preguntarle sobre una habitación con los ojos cerrados: color de las paredes, cuadros, muebles, otros objetos, etc.
Estas son algunas de las actividades que pueden realizar los niños para estimular el aprendizaje.