Mejora de las habilidades sociales y de comunicación a través de un programa integral de intervención temprana
La
intervención temprana para enseñar a los niños con trastornos del
espectro autista a interactuar socialmente puede mejorar los principales
síntomas del trastorno, según un nuevo estudio publicado en la revista Journal of Child Psychology and Psychiatry.
Esta intervención especial incluye actividades diseñadas para alentar a
los niños a iniciar la comunicación con los demás, a jugar con objetos
diferentes y ampliar su lenguaje y desarrollo cognitivo.
En el estudio se incluyeron 50 niños de entre 21 y 33 meses, que
recibieron durante 6 meses una intervención de sincronía interpersonal o
bien una de sincronía no interpersonal. La sincronía interpersonal es
el compromiso por el bien social y la capacidad del niño para poder
entender el comportamiento social de otras personas. Ambos grupos
lograron avances muy significativos en el desarrollo del lenguaje, pero
el grupo que fue tratado con el suplemento del programa social mostraron
mayores avances en desarrollo de los aspectos sociales. Además, los
niños que recibieron el tratamiento más intensivo fueron capaces de
utilizar sus habilidades de imitación en contextos desconocidos y
continuar su uso seis meses después de haber completado su tratamiento.
La intervención evaluada incluía actividades diseñadas específicamente
para animar a los niños a iniciar la comunicación con otros, terapia por
el juego con la utilización juguetes y técnicas orientadas a la mejora
de la comunicación verbal y desarrollo cognitivo.
Como sabemos, son los déficits en la comunicación y en socialización los
síntomas determinantes en el pronóstico de los trastornos generalizados
del desarrollo. Precisamente los autores de la investigación, la Dra.
Landa y sus colaboradores, centran su investigación/actuación en la
búsqueda de intervenciones que mejoren específicamente estos déficits.
Esta investigación ha sido la primera que se ha realizado siguiendo una metodología experimental: “Hemos
estudiado niños con alto riesgo frente al autismo debido a que tenían
un hermano mayor con autismo. Los hemos seguido desde la primera
infancia hasta la edad escolar. Es observando a esto niños como se
manifestaba ante mis ojos, antes que lo vieran los demás. Este hecho
produjo en mi una enorme responsabilidad, dedicando mi vida a esta
actividad”, dice la Dra. Landa.
ENSEÑAR LA CAPACIDAD DE IMITACIÓN
En el estudio participaron 50 niños desde la edad de 21 a 33 meses. Se
asignaron aleatoriamente al tratamiento 1 o 2 durante seis meses (con
sincronía interpersonal o sin sincronía interpersonal).
En intervenciones se emplearon 10 horas por semana con actividades en el
aula conducidas por un monitor entrenado para cada intervención,
existía la misma proporción de estudiante/profesor. Igualmente, se
incluyó una serie de tareas para la casa que implicaban a los padres en
cada una de ellas y que recibieron 38 horas de entrenamiento en
educación especial y 1.5 horas en tareas de intervención en casa.
Además, para la intervención con sincronía interpersonal se proporcionó
un plan de estudio especializado complementario dirigido hacia la
capacidad de imitación social comprometida, la atención y la
afectividad.
Según la Dra. Landa, ” Sincronía interpersonal se refiere a la situación
en la que el paciente presenta un contacto social bueno y la capacidad
de entender la conducta social de otras personas.”
” El componente suplementario del programa se enfocó hacia la
rehabilitación de los déficits principales del autismo, es decir, el
incremento de la imitación social contingente, la teoría de la mente, la
respuesta apropiada en clase, incremento de su capacidad para
interpretar las señales de atención de las personas, con la idea de que
pudieran expresar lo que ellos pensaban, asó como compartir la atención
con otros compañeros.
Persistencia del efecto.
Ambos grupos experimentaron una mejoría en el desarrollo del lenguaje,
tal como se esperaba. Sin embargo, el grupo que recibió una intervención
especial en socialización experimentó una mejoría mayor en los aspectos
sociales del desarrollo.
Las conductas de imitación apareadas con el contacto ocular se
duplicaron – pasó del 17% al 42% en el grupo con sincronía
interpersonal. Igualmente, los niños que recibieron el tratamiento más
intensivo fueron capaces de utilizar nuevas habilidades de imitación en
contextos no familiares, persistiendo esta mejoría a los seis meses de
seguimiento postratamiento.
Entre el final de tratamiento y la visita de control, los niños que
estaban en la condición de sincronía interpersonal mantuvieron los
beneficios que consiguieron durante el desarrollo del tratamiento
“social”, lo que se interpretó como una eficacia duradera en el tiempo.
” En los niños que no recibieron la intervención especializada en
socialización se observó que los beneficios obtenidos durante el
tratamiento fueron desapareciendo progresivamente.
Esto, según los investigadores, supone un gran hallazgo, ya que el
déficit social es uno de los aspectos que puntúan en el autismo. En
definitiva, para la Dra. Landa, la intervención en el área social es
fundamental para cambiar la evolución del autismo.
Pequeños cambios, gran diferencia
Según refieren los investigadores, una de las características de esta
intervención es que sólo se aplica durante algunas horas al día como
complemento de las actividades en clase normalizada, habiéndose
demostrado que los seis meses de intervención en estas condiciones
mejoran las habilidades de imitación social en los niños con autismo.
Esta mejora es fundamental como pilar para el más amplio aprendizaje de
la conducta social. En definitiva, nos dicen, la investigación pone en
evidencia el como pequeños cambios durante el inicio de la educación
infantil puede transformarse en mejoras significativas del desarrollo de
las habilidades sociales.
The study was funded by the National Institute of Mental Health. Dr.
Landa and Dr. Dawson have disclosed no relevant financial
relationships. J Child Psychol Psychiatry. Published online December 8, 2010.
[J Child Psychol Psychiatry 2010]
Landa RJ, Holman KC, O’Neill AH y Stuart EA
Landa RJ, Holman KC, O’Neill AH y Stuart EA