Manejo de conductas inadecuadas



La conducta es todo lo que hacemos o dejamos de hacer.
No existen conductas buenas o malas sino que éstas pueden ser adecuadas o inadecuadas dependiendo del contexto en donde se realizan.
Por ejemplo saltar y correr en una plaza es una conducta adecuada, pero hacerlo en la clase de matemática es una conducta inadecuada, ya que si se mantiene en el tiempo interfiere en el desarrollo del niño.
Por consiguiente una conducta inadecuada es toda aquella que cumpla con alguna de estas características:

  • Conlleva riesgo de daño físico para el paciente u otros.
  • Interfiere con la actividad educativa.
  • Limita los entornos a los que se puede acceder.
  • No corresponde con su edad cronológica.
  • No corresponde al contexto en el que se manifiesta.
  • No se presenta de manera aislada.



Estas conductas pueden tener una función comunicativa como pedir, rechazar, llamar la atención. O pueden no tener función comunicativa como las autoestimulatorias (movimientos corporales mediante los cuales busca conseguir estimulación sensorial) o las orgánicas (algún dolor que no hayamos descubierto ).

Las conductas inadecuadas será conveniente trabajarlas con cuidado de no reforzarlas.  En todos los casos es fundamental hacer un exhaustivo análisis funcional de cada conducta para poder comprenderla contextual y funcionalmente,  y de ese modo programar la intervención con enseñanza simultánea de conductas alternativas adecuadas.

El análisis funcional de la conducta se utiliza para identificar el propósito  y las variables ambientales que podrían generar las conductas inadecuadas.
En este análisis se exploran la conducta, sus antecedentes (lo que sucedió inmediatamente antes) , la consecuencia (lo que sucedió después de la conducta) y la reacción del niño frente a la consecuencia.
Una vez hecho el análisis se realiza una hipótesis acerca de propósito de la conducta para luego acordar dos  estrategias de intervención, una para ser efectuada durante la crisis y otra para prevenirla, con estrategias de comunicación adecuada y adaptando el ambiente.
Todas las personas que interactúen con el niño deberán estar informadas para intervenir del mismo modo.

Algunas estrategias de intervención durante la crisis son las siguientes:
  1. Extinción
  2. Refuerzo diferencial de conductas alternativas
  3. Hipercorrección
  4. Tiempo fuera
  5. Autocontrol
  6. Negociación
  7. Redirección de la conducta

1.-Extinción: Es ignorar la conducta.  Ignorar es la manera más segura de saber que no estamos reforzando un mal comportamiento.
Ignorar es, no retarlo, no pelear con él, no gritarle, no hablarle, procurar no mirarlo, no hacer gestos, continuar con lo que estábamos haciendo, no decirle “NO”
Es una de las estrategias más efectivas pero uno de las  más difíciles de aplicar.
Esta estrategia SOLO se utiliza en aquellas conductas que no pongan en riesgo la integridad del niño y de los otros.

Frecuentemente cuando comenzamos a implementar esta estrategia se produce lo que se llama la “explosión de la extinción”. Esto es que el niño va a aumentar en intensidad y en frecuencia la conducta inadecuada para lograr aquello que lograba con esa conducta. Por ejemplo: si el niño lloraba para conseguir que le den un juguete y ahora cuando llora no lo consigue porque estamos haciendo extinción; lo que hará el niño en un primer momento será llorar más fuerte, gritar, patalear, etc. para conseguirlo.

Si bien pareciera que la conducta empeoró, esto es sólo una etapa que pasará luego de un tiempo (que varía en cada niño y en cada conducta), pasado ese tiempo y si sostenemos esta estrategia lograremos erradicar la conducta inadecuada.

2.-Refuerzo diferencial de las conductas adecuadas: Se refuerzan otras conductas que pueden o no ser incompatibles con la conducta inadecuada. Existen dos modalidades: reforzar conductas incompatibles:

En lugar de pegarse en la cabeza: aplaudir. Y reforzar conductas opuestas a la inadecuada: En lugar  de pegar acariciar.
No se aplica ningún tipo de consecuencia a la conducta que se desea eliminar.

3.- Hipercorrección: El niño debe realizar determinada acción que no es de su agrado como consecuencia de su conducta inadecuada. Por ejemplo si su conducta problemática es la de tirar deberá ordenar todo lo que ha tirado y algo mas.
Tiene efectos rápidos y enseña conductas aceptables a los niños.

4.- Autocontrol: Apunta a que el niño pueda controlar por si mismo la conducta inadecuada mediante diferentes sistemas de refuerzo. Por ejemplo: un niño que cuando pierde se enoja, grita y rompe el juego; le enseñaremos a través de una tarjeta que le dice lo que debe hacer en esa situación la forma adecuada de expresar su enojo. 

5.- Negociación: Consiste en el intercambio de elementos o acciones de modo de lograr que ambas partes consigan su objetivo. Por ejemplo: un niño quiere caramelos y justo es la hora de cenar, le decimos que los podrá obtener pero luego de la cena.

6.- Redirección de la conducta inadecuada: Consiste en generar una conducta alternativa que reemplace la conducta inadecuada. El objetivo es lograr que el paciente deje de realizar la conducta inadecuada realizando la que le pide el terapeuta. Ambas conductas no pueden darse de modo simultáneo. Por ejemplo: si un niño está pegando sobre la mesa de vidrio, le daremos un tambor para redirigir esta conducta hacia una adecuada.

7.- Tiempo fuera: Consiste en privar al sujeto de todos los estímulos a los que estaba expuesto en el momento de la conducta inadecuada.
Guía para el tiempo fuera:
  • Especificar con anterioridad la conducta por la cual el niño va a estar  en tiempo fuera.
  • En el momento de la conducta no hace falta explicarle porque.
  • Se debe actuar con firmeza.
  • Si por ejemplo le decimos “anda al rincón” y no va, lo llevamos firme pero suavemente al lugar establecido.
  • Mientras permanezca en el área del tiempo fuera, ignorar el resto de las conductas que pueda presentar.
  • Ni ustedes, ni ninguna otra persona debe hablarle durante el tiempo fuera.
  • Asegúrense de no perderlo de vista durante el tiempo fuera, observándolo mientras continúan con sus actividades.
  • Cuando el tiempo estipulado se cumpla, el niño puede salir del tiempo fuera. Podemos recordarle “Ahora que estas tranquilo podes seguir jugando”.
  • El lugar en donde se haga el tiempo fuera debe ser seguro para su integridad física y psíquica: lejos de la pared para que no pueda golpearse, no debe haber objetos cerca que puedan usarse para jugar o tirar, no colocarlo en un lugar oscuro o que le de miedo.
  • No se debe permitir que vea televisión durante el tiempo fuera, ni tener al alcance actividades placenteras para él.
  • Sólo se aplicará cuando sea imposible implementar otras estrategias.
  • La actitud debe ser sistemática.

El tiempo fuera suele diminuir las escaladas de agresiones. Evita el circuito de gritos que en ocasiones puede terminar en castigo físico. Se evita a largo plazo una serie de situaciones que podrían deteriorar los vínculos y la convivencia.

Los castigos NO son un buen método para la enseñanza, podrán tener una utilidad relativa en tanto inhibirán una conducta por temor, pero estarán limitados a la persona que castigó, nosotros NO los utilizamos, NO los recomendamos.


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