El desarrollo motor durante los tres primeros años de vida se organiza en una serie de puntos claves que nos indican si el proceso madurativo del sistema nervioso avanza positivamente.
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Es importante señalar que, especialmente en esta área de desarrollo, estimular no significa acelerar el desarrollo ni activar constantemente al bebé o al niño para que alcancen logros evolutivos que madurativamente ya irá alcanzando.
Señalamos este aspecto por la tendencia que hemos observado en la práctica y en algunos libros divulgativos en los que se invita, de alguna manera, a traspasar rápidamente los puntos claves del desarrollo, por ejemplo: sentarse cuanto antes, andar cuanto antes o gatear, quiera o no el bebé.
Es importante señalarlo porque corremos el riesgo de crear vicios posturales, inadecuadas reacciones, irritabilidad u otro tipo de manifestaciones y reacciones negativas del bebé frente a sus familiares o educadores.
Pensemos un momento; el potencial de desarrollo motor está programado genéticamente y en un niño sano irá apareciendo todo su potencial de desarrollo si las condiciones que le rodean son mínimamente positivas. Intentar que un niño se ponga de pie cuanto antes y ande lo antes posible, ¿qué sentido tiene cuando si todo funciona se va a pasar toda la vida andando? Lo más conveniente es que durante el primer año y medio de vida apoyemos el desarrollo evolutivo y le ofrezcamos oportunidades que pueden favorecer la aparición del potencial individual y propio de cada sujeto.
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Así pues, recomendamos vigilar el desarrollo motor. Es básico vigilarlo para poder detectar deficiencias o alteraciones que podrían afectar a la motricidad pero además a otras áreas del desarrollo. Ofrecer oportunidades para que el niño desenvuelva todo su potencial y durante las primeras etapas adecuarnos al ritmo personal o individual de cada niño para poco a poco ayudarle a adaptarse al ritmo del entorno.
El desarrollo motor es uno de los aspectos más estudiados y conocidos, específicamente desde el ámbito médico y neurológico. Está secuenciado en conductas fáciles de observar y la mayoría de las escalas, prácticamente todas, lo dividen en dos grandes áreas o subáreas: motricidad gruesa y motricidad fina.
En próximos artículos las abordaremos al detalle con el fin de poder elaborar un Programa de Estimulación.
Señalar la importancia y necesidad de consultar al pediatra todas aquellas dudas que nos surgan.
Margarita Vidal Lucena