Una herida infectada es aquella en la que se han introducido bacterias, hongos o microorganismos de cualquier tipo, causando de esta manera una infección que provoca, entre otros molestos síntomas, exudado (pus) con mal olor, enrojecimiento e inflamación de los bordes de la herida.
Hacerse una herida es algo bastante común en el día a día. La mayoría de las veces, con unos cuidados básicos, se cura y cicatriza en unos días sin causar mayores problemas. Sin embargo, en ocasiones (sobre todo cuando se trata de heridas profundas), la herida se infecta a causa de diversos microorganismos dañinos que se introducen en ella, dando lugar a una infección.
Los principales síntomas de una herida infectada son:
- Presencia de pus con mal olor
- Enrojecimiento e inflamación de los bordes de la herida
- Calor local
- Dolor
- Enlentecimiento en la cicatrización
¿Qué hacer?
Cuando una herida está infectada, es necesario actuar de inmediato. Los primeros auxilios en este caso serían:
- Lavar la herida con agua y jabón.
- Secar la zona con una gasa estéril.
- Aplicar Cristalmina, antiséptico para prevenir la infección, una o dos veces al día.
Si es una zona donde se pueden producir golpes fácilmente o roza con la ropa, es recomendable cubrirla con una gasa estéril.
Si aún así la herida empeora, es recomendable acudir al médico para que haga una limpieza más profunda o, incluso, recete antibióticos.