Todavía son muchos los padres que no llevan a sus hijos al parque "porque los demás niños no quieren jugar con él, se burlan, se puede hacer daño...".
Pues bien, entiendo que ver cómo el niño pasa por esas situaciones es doloroso, pero TIENE QUE PASARLAS. Tiene que aprender a enfrentarse a ello y superarlas. Tiene que aprender el sentimiento que le producen, identificarlo, afrontarlo... en fin, tiene que vivirlo.
Y además de ser beneficioso para el niño en este sentido, pues aprenderá a enfrentarse a esas situaciones que en un futuro se le pueden volver a dar y tal vez vosotros no estéis ahí para evitarlo, le va a ayudar a aprender a jugar, va a estimular la psicomotricidad, el lenguaje, mejorar habilidades sociales e interiorizar normas.
SOBREPROTEGIÉNDOLE NO LE ESTAMOS AYUDANDO. Todo lo contrario. Muchas veces, aunque sin quererlo, nosotros somos la barrera más alta.
No os imagináis la cantidad de niños que veo en los colegios que debido a esa sobreprotección nunca van al parque ni se relacionan con otros niños (salvo en algunos casos, con sus primos o hijos de amigos de toda la vida) ahora no sabe relacionarse con otros niños ni jugar, se han vuelto cohibidos y retraídos ante ellos, están como intimidados, inseguros. Y lo peor es que si a todo esto no se le pone remedio, el día de mañana cuando sean mayores, les traerá problemas aún mayores.
Folleto informativo
Olga Sierra C.