Los niños aprenden a discriminar. En ningún caso nacen sabiendo hacerlo, y tampoco surge de manera espontánea. La discriminación empieza, en primera instancia, en casa.
Si un niño discrimina a sus semejantes, seguramente es porque ha observado este tipo de conductas y las ha incorporado a su repertorio.
Los niños simplemente asumen como propios los juicios de valor realizados por el contexto social en el que se desenvuelven.
Los niños discriminan porque lo aprenden.