Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad

TRASTORNO POR DÉFICIT DE ATENCIÓN E HIPERACTIVIDAD

¿ Qué es la hiperactividad?

Prácticamente todos hemos oído y utilizado más de una vez el término hiperactivo, por lo general, como un calificativo más o menos benigno con el que nos hemos referido a aquellos niños que presentaban una actividad motriz por encima de lo normal. Este uso popular del término ha hecho que asociemos al niño hiperactivo con un niño malcriado, travieso o con graves problemas de conducta.

Los profesionales del campo de la psicopatología infantil, al utilizar este término, se refieren a un cuadro sintomatológico de base neurológica que puede degenerar en problemas importantes, pero que poco tiene que ver con el niño travieso o malcriado al que nos referíamos y que, sólo en algunos casos, puede ser asociado a problemas de conducta.

¿Cómo es entonces un niño hiperactivo?

En realidad, cuando se habla de un niño hiperactivo nos referimos a lo que la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) en su Manual de Diagnóstico Estadístico ha denominado con un nombre más largo y mucho más específico: DESORDEN POR DÉFICIT DE ATENCIÓN CON HIPERACTIVIDAD.
El término hiperactivo se utiliza en textos sobretodo de psicopatología infantil como una abreviatura algo confusa. El déficit de atención con y sin hiperactividad afecta a niños muy diversos.

EL EFECTO "BOLA DE NIEVE" DEL DÉFICIT DE ATENCIÓN CON HIPERACTIVIDAD

El déficit de atención con hiperactividad, a pesar de tener en su base una sintomatología aparentemente simple (problemas de atención, impulsividad e hiperactividad motriz), cuando no se subsana con la intervención adecuada, puede generar problemas muy importantes. ¿ Cómo sucede esto así?

Para empezar, los problemas de atención, la impulsividad y la inquietud motriz, son tres características incompatibles con el buen rendimiento escolar y con el comportamiento que se exige en el contexto escolar. No es de extrañar, por tanto, que si al niño le cuesta rendir y centrarse en clase, su comportamiento resulte del todo inadecuado )se levanta, no termina tareas, etc.).

Si tenemos en cuenta que el rendimiento escolar es la primera prueba de valía persona que experimenta el niño y que de la aceptación de los compañeros de clase depende que el niño tenga una buena o mala autoimagen social, comprenderemos las repercusiones que esta sintomatología va teniendo en el desarrollo de su personalidad.

No es extraño, pues, comprobar cómo a medida que avanzan los años, los niños no tratados adecuadamente no sólo acentúan su sintomatología inicial, sino que, además, observan inadaptación escolar, problemas de conducta, autoimagen negativa, una imagen de sí mismo (autoconcepto) errónea _(se hipervalora o se infravaloran) y en algunos casos hasta síntomas depresivos.

Debido a este efecto bola de nieve, los problemas derivados de la hiperactividad infantil son tanto más fáciles de encauzar cuanto más pronto se inicia la intervención.


Isabel Orjales Villar


Principales características
  • Dificultad para seguir las instrucciones y terminar las tareas.
  • Dificultad para concentrarse en una actividad.
  • Se distrae y olvida fácilmente.
  • Con frecuencia no escucha.
  • Manifiesta inquietud, agitación, no puede estarse quieto en la silla.
  • Interfiere en el trabajo de los otros compañeros.
  • No para de hablar e interrumpe a los demás.
  • Deambula por la clase cuando no debe hacerlo.
  • Contesta de modo irreflexivo y de sopetón, sin esperar a que se le pregunte.
  • Tiene dificultad para esperar o respetar el turno.
  • Actúa impulsivamente sin pensar en las consecuencias.


Aunque muchos niños presentarán algunos de estos comportamiento, podemos decir que padecen TDAH  sólo aquellos que manifiestan varios de estos problemas con regularidad, en casa y en el colegio. 
Estos alumnos con frecuencia tiene dificultades de aprendizaje.

¿Cómo podemos ayudar?


Si se proporciona ayuda a los padres cuando sus hijos son pequeños, ellos mismo podrán prevenir problemas que se presentarían posteriormente. He aquí algunos de los principios clave:

  1. Mantener el contacto visual con el niño cuando se le hable. Si se le llama desde otra habitación, el niño no hará caso.
  2. Dar instrucciones muy sencillas, la regla es: usar una sola frase.
  3. Incentivar positivamente comportamientos muy precisos: sorprender al niño cuando se está portando bien.
  4. Mantener la calma: si te enfadas, el niño imitará tal emoción.
  5. Usar la técnica de "tiempo tranquilo" para enfrentarse con las rabietas.
  6. Proporcionar rutinas muy claras.
  7. Avisar con anticipación cuando algo está a punto de ocurrir o terminar.
  8. Dar dos opciones y evitar la posibilidad de contestar no; por ejemplo, ¿quieres ponerte el abrigo ahora o cuando salgas?

El profesorado y resto de profesionales del colegio pueden ayudar al alumnado con TDAH reflexionando cómo se organiza en el aula y cómo se comporta.

  • Ordenar la clase para evitar minimizar las distracciones.
  • Utilizar una serie de actividades en cada sesión, alternado tareas que requieran movimiento con otras permaneciendo en la mesa.
  • Plantear objetivos cortos y asequibles, y recompensar de forma inmediata al alumno cuando termina una tarea.
  • Presentar textos en formato grande y bien espaciado evitando las páginas abarrotadas.
  • Tener unas reglas de clase claras y sencillas, y repetirlas regularmente.
  • Utilizar listados para ayudarle a trabajar en clase o en sus deberes.
  • Animar al niño a verbalizar lo que debe hacerse: primero deberá decírselo al profesor y luego, en silencio, a sí mismo (autoinstrucciones).
  • Dedicarle atención e incentivar de modo positivo su buen comportamiento.
  • Dar al niño ciertas responsabilidades especiales para que los demás lo vean de modo positivo y pueda hacerse una imagen positiva de sí mismo.
  • De vez en cuando permitirle salir de clase a hacer algún recado, por ejemplo.



Guías y artículos para descargar sobre TDAH:








¿Cómo pueden los padres definir reglas claras?

Para prevenir que el niño se meta en líos repetidamente y haya que explicarle una y otra vez las reglas, que por supuesto no obedece, y encima se sorprenda cuando le castigan, es importante que primero comprenda bien las reglas. Por ejemplo, si usted pide “debes ser  ordenado” como uno de los objetivos es posible que no lo entienda por lo que es mejor definir  este objetivo claramente:

“limpia el cuarto una vez por semana, recoge los juguetes antes de acostarte y báñate cada noche”. Esta regla es mucho más clara y no se puede interpretar de otra forma.
Además de explicarlas, conviene escribir las diferentes reglas, las consecuencias de no cumplirlas y los premios por cumplirlas. Ponga la lista en un sitio visible. Para niños pequeños ayudan los dibujos y los colores.
¿Cómo pueden los padres ayudar al niño a terminar una tarea dividiéndola en  pasos menores?

A estos niños les cuesta muchísimo acabar encargos, tareas y deberes escolares. Para las tareas de la casa que tienen varios pasos es buena idea escribir los distintos pasos.

Por ejemplo:
recoger la mesa es:
1. vaciar los platos en la basura
2. vaciar los vasos en el fregadero
3. colocar los platos, vasos y cubiertos en el lavavajillas
4. poner jabón en el lavavajillas y encenderlo
5. limpiar las migas de la mesa
6. barrer el suelo
7. guardar el mantel y las servilletas
otra tarea más sencilla seria:
tirar la basura es:
1. cerrar la bolsa
2. bajar la bolsa al contenedor
3. limpiar el cubo si se ha ensuciado
4. poner una bolsa nueva en el cubo
5. guardar las bolsas sin usar en su sitio.
Parece sencillo, pero el niño puede creer que “ha tirado la basura” si ha bajado la bolsa abierta al contenedor, dejando restos por la cocina y sin ponder una bolsa limpia.                                                                                                                                                  
Se pueden hacer tarjetas de diferentes tareas como limpiar el cuarto, preparar la cartera y la ropa la noche anterior, hacer la cama, echar la ropa sucia al cubo, ir a por el pan, prepararse por la mañana para ir al colegio (levantarse, lavarse, vestirse, desayunar, lavarse los dientes, coger la cartera, coger el bocadillo, etc).

¿Cómo pueden los padres aumentar la estructura y el orden de la casa?

Hay que buscarle un sitio a cada cosa. Por ejemplo, para ordenar los juguetes ponga etiquetas o dibujo de cada cosa en las cajas donde vaya a guardarlos. Nada más acabar de jugar el niño deberá ordenar los juguetes. Para facilitar la rutina de la mañana tenga un lugar definido para el abrigo, la cartera, los zapatos, la bolsa de gimnasia, el bocadillo, etc. La noche anterior asegúrese de que el niño coloca todo el material en la cartera y deje cada cosa en su sitio, así evitará prisas, olvidos y broncas por la mañana. Se pueden utilizar relojes o cronómetros (como los que se usan en la cocina) para marcarle el tiempo. Por ejemplo, si faltan 20 minutos para acostarse, ponga el reloj con alarma para que suene en 20 minutos, y evitaremos el “venga, que ya ha pasado media hora”.


¿Cómo pueden los padres establecer rutinas estables y predecibles para estructurar el tiempo?

Las rutinas ayudan a estructurar el día y producen seguridad en el niño. Si él sabe lo que va a pasar no lo sorprenderán las cosas y estará preparado. Casi todos los colegios hacen que el niño escriba su horario de clases. De la misma forma, podemos escribir un horario de actividades, tiempos de estudio, tareas y ocio después del colegio, que incluya las tareas extraescolares y también lo que se planea hacer el fin de semana. El horario debe estar en un sitio visible y, si hay que hacer algún cambio, se avisa al niño con tiempo suficiente y se le recuerda alguna vez. Los horarios de cenar, irse a dormir, etc, deben ser bastante estables y no hacer cambios arbitrarios o por sorpresa.


¿Cómo pueden los padres eliminar ruidos y distracciones?

Cuando el niños está (por fin) haciendo algo concreto, como uno de sus encargos ( los escritos en las tarjetas) o sus deberes escolares, es fácil que se distraiga con cualquier ruido como la TV, el teléfono o el tráfico de la calle, por lo que hay que evitar que haya cualquier tipo de distracción a su alrededor. Pregúntele al niño dónde cree que se concentrará mejor. A lo mejor usted cree que un sitio aislado y muy silencioso será el mejor, pero el niño trabaja mejor en un sitio tranquilo pero no alejado, donde usted pueda supervisarle de vez en cuando.


¿Cómo pueden los padres modificar la conducta del niño?

Para modificar la conducta de su hijo debe:


· Definir el problema de forma positiva. Definir claramente los comportamientos deseados sin mencionar el problema. Por ejemplo, en vez de reñirle por moverse, intente que esté sentado toda la cena; en vez de eliminar el desorden, intente que deje el material escolar en su sitio.

· Establecer metas razonables. Seguramente es demasiado pedir que su hijo permanezca sentado toda la cena todas las veces, por lo que es mejor empezar por periodo de 5 minutos, luego 6, luego 7, etc. Para preparar las cosas para el colegio, empiece por el abrigo y la cartera, luego añada el bocadillo, luego la bolsa de gimnasia...

· Avanzar poco a poco. Felicite a menudo a su hijo por obtener metas intermedias, haga comentarios específicos (qué bien que has estado sentado), evitando generalizaciones (qué bueno has sido), o “elogios negativos” (ya era hora de que lo hicieras bien).


¿Cómo pueden los padres motivar al niño?

La mejor manera es utilizar un sistema de puntos, dándole puntos, estrellas o fichas cuando consiga alcanzar un objetivo marcado. Cada 5 puntos se pueden canjear por algo concreto (como ir al parque, unos cromos, leerle un cuento). Un punto por ordenar el cuarto, y dos por hacerlo sin que se lo digan. Se pueden perder puntos por hacer mal las cosas, pero siempre deben ganar más de las que pierde. Haga una lista de cómo se pueden ganar los puntos y por qué se pueden cambiar.

¿Cómo pueden los padres aumentar la disciplina?

Los padres deben hacer que el niño “sufra las consecuencias” de saltarse las normas inmediatamente o se le olvidará. No sirve de nada perder energía riñéndole si ha hecho mal hace mucho, porque no conectará la acción con la consecuencia. Cuando el niño se está saltando una norma, hay que recordarle que lo está haciendo, y que vamos a contar hasta tres, y si no deja de hacer lo que está haciendo, lo pondremos en tiempo fuera( un lugar sin estímulos, durante nos minutos). Al contar levantamos los dedos: uno, dos, y...tres (se puede contar despacio, pero no cuente hasta cuatro). Hay veces que le pondremos en tiempo fuera por infracciones graves sin contar hasta tres.


¿Cómo pueden los padres ayudar al niño a obedecer mejor?

Cuando se manda algo al niño hay que seguir unos pasos:
  1. Es imprescindible que el niño sepa las normas y que éstas sean claras. No son buenas normas “portarse bien” o “ser bueno”, es mejor “no pegar”, “no gritar”, “no insultar”,”recoger la mesa después de cenar”, etc.
  2. Es importante que sepa que va a pasar si las normas no se cumplen.
  3. Ayuda si se le recuerda o avisa con antelación: “acuérdate de que se acerca la hora de acostarte”, “¿Qué te he pedido que hagas?”.
  4. Ayuda si repetimos la orden, pero sin tono de hastío o aburrimiento.
  5. Si no obedece hay que llevarlo a donde tenga que hacer la orden: llevarlo de la mano a su cuarto para recoger los juguetes.
  6. Es bueno ayudarlo, por ejemplo echarle una mano (pero que no seamos nosotros los que le hagamos; que sea él).
  7. Finalmente es fundamental alabarlo y animarlo mientras lo esté haciendo (qué bien te está saliendo, anda, venga, que acabamos enseguida) y cuando lo haya terminado (“ya verás qué orgullosos se pone papá/mamá cuando vea lo bien que lo has hecho”. “qué niño más obediente”).
  8. NUNCA, NUNCA, NUNCA hablarle con sarcasmo (“ya era hora de que lo hicieras”, “a buenas horas lo haces, para eso mejor no hacerlo”, “encima te voy a dar un premio por hacerlo una vez y no hacerlo treinta...).
¿Cómo se pone al niño en “tiempo fuera”?

Si hay que castigarle se le sienta en una silla en un sitio tranquilo y aburrido (el pasillo) pero no aislado. El niño debe permanecer sentado tantos minutos (cronometrados) como años tenga.

Tiene que quedarse sentado y callado. Cuando suene el reloj de la alarma nos dirá porqué le hemos castigado. Si no quiere decirlo estará otro minuto sentado y callado, y así hasta que ceda. Luego hay que decirle que ha hecho muy bien el tiempo fuera y que lo perdonamos. El tiempo fuera es una consecuencia que obtiene el niño de una situación problemática y se puede hacer en casa o fuera de casa. Si se aplica inmediatamente puede enseñarle al niño a predecir qué comportamientos producirán consecuencias negativas, y aprenderá a obedecer antes del tiempo fuera, cuando contemos hasta tres. Para evitar estar siempre riñendo, intente prestar “atención positiva” a su hijo.

¿Cómo pueden los padres prestar “atención positiva” a su hijo?

Para niños menores de nueve años elija unos 10 o 20 minutos cada día que serán su “tiempo especial” con usted. No puede haber otros niños. Pase ese tiempo exclusivamente con su hijo.

Para niños mayores de 9 años simplemente busque un rato con su hijo. Juegue con él y únase a él en el interesándose por lo que hace. No intente dirigir ni controlar la actividad, simplemente relájese y páselo bien intentando entender lo que hace. Tras unos minutos observando describa en voz alta algunas de las cosas que hace para mostrar su interés: “así que estás jugando con los coches en el garaje, y los estás lavando porque va a ir a una carrera”, pero no haga preguntas, excepto si no entiende lo que hace.

Diga a veces una frase de admiración o que lo anime: “pero qué bien lo haces, me gusta mucho cuando juegas así en silencio”. Si no puede decir nada, dele  un abrazo, una caricia en la espalda o la cabeza, una sonrisa, un guiño...Si el niño empieza a portarse mal, intente ignorarlo mirando a otro lado, pero si sigue, dígale que no va a jugar más hoy con él porque se está portando mal, levántese y salga de la habitación. Si se siente incómodo hablándole de esta manera a su hijo, practique.


OTRAS ORIENTACIONES PARA REDUCIR LA HIPERACTIVIDAD

Actuaciones de los padres

  • Si pretendemos ayudar al niño “hiperactivo” a aprender a atender y concentrarse, necesitamos conocer cuales son sus intereses. Cuando se descubren tales intereses se pueden utilizar como base del aprendizaje asociado. Si el niño está interesado en los dinosaurios, por ejemplo, se le pueden asignar numerosos ejercicios de lectura, aritmética..., utilizando directamente éstos intereses. : los dinosaurios pueden ser el tema de las lecturas, se pueden montar historias, desarrollar el vocabulario, se puede contar, clasificar, registrar... Estos intereses deberían emplearse también para recompensar al niño al atender y completar tareas en casa, por ejemplo,” cuando termines las tareas puedes ir a jugar con tus muñecos “.
  • Ayudar al niño a desarrollar su autoconfianza: reconocer sus progresos y ejecuciones por lentas o limitadas que éstas sean. Exija logros graduales (unos momentos de permanecer sentado, de estar atento...).
  • Ofrecerle demostraciones de cariño y aceptación a través de frecuentes caricias, zalamerías, cosquillas, besos. El niño hiperactivo necesita gran cantidad de contacto físico y afecto paterno. Utilice esas demostraciones como refuerzo cada vez que se aproxime a la conducta contraria que se pretende modificar: permanecer más tiempo sentado; estar quieto, reposado; escuchar, seguir instrucciones. Sorprender al niño “siendo bueno “o haciendo alguna cosa deseable, tan frecuentemente como sea posible, y recompensarle con una alabanza, sonrisa...
  • Utilice la atención adecuadamente: sólo recibirá atención cuando esté tranquilo, quieto, atento, pero no cuando haga lo contrario porque entonces estamos reforzando la conducta inadecuada. Se debe evitar la excesiva exaltación emocional.
  • El niño no debe recibir excesivas instrucciones: ¡no te levantes!, ¡no molestes!, ¡estate quieto! Explicarle claramente lo que debe hacer y qué obtiene a cambio. Use gestos u otras claves para recordar las normas.
  • Implicar al niño en el establecimiento de reglas, esparcimientos y otras actividades personales y familiares.
  • Decir al niño cuando se porta mal y explicarle lo que usted siente acerca de su conducta; después proponerle que ponga en práctica otras formas de conducta más aceptables.
  • Poner en práctica algunos de los ejercicios relacionados en el programa que se lleva a cabo en la escuela para el entrenamiento en relajación, reducción de la tensión, la inhibición muscular o el desarrollo de la atención y concentración (técnica de entrenamiento conductual cognitivo).
  • Ser estable y perseverante con el programa. El reducir la conducta hiperactiva lleva tiempo. Debe establecerse un momento del día para el desarrollo de los ejercicios, por ejemplo, antes del desayuno, a la vuelta de la escuela o inmediatamente antes de acostarse.
  • Procurar darle un lugar para trabajar o estudiar sin interrupciones y de esta forma fomentar la capacidad del niño para concentrarse en lo que está haciendo, reduciendo, en todo lo que sea posible, los estímulos perturbadores de su entorno.
  • Como padres es preciso ser estables con la propia conducta. Recordar que cada vez que cambia su reacción conductual ante el niño le confunde acerca de lo que usted espera o cómo desea que actúe.

Fuente: http://www.aytopriegodecordoba.es/Escuela_Padres/PE_Ninos_hiperactividad.pdf?raiz=Priego-Educa


ORIENTACIONES GENERALES PARA LA 

REGULACIÓN DE LA IMPULSIVIDAD


En primer lugar, debe quedar claro que el niño tiene dificultades para regular su estado de activación. Por eso siempre suelo recordar que: “No es tanto que no quieran autocontr

olarse sino que no pueden”. Una vez 
activados (descargas hormonales conjuntamente con emociones intensas de frustración) tienen que efectuar alguna acción (rabietas, huida, agresión, lanzamiento objetos, etc.). Ello no quiere decir que seamos tolerantes, sino que desde la comprensión de lo que pasa podemos ayudarle de forma más eficaz. A este respecto, hay que señalar, que la mayoría de niños impulsivos suelen arrepentirse después y se comprometen a no volver a hacerlo cuando se lo razonamos. No obstante, vuelven a recaer en los mismos comportamientos disruptivos, al tiempo que manifiestan una cierta perplejidad o inquietud al verse superados por sus propios actos y no saber por qué vuelve a ocurrir.

También puede suceder que estos episodios impulsivos se refuercen si con ellos el niño consigue lo que quiere y, por tanto, puede aprender a manipularnos a través de ellos.

El niño debe aprender, aunque aceptemos el hecho de que tiene dificultades para controlarse, que sus actos tienen consecuencias. Por ello, contingentemente a las rabietas, conductas desafiantes, agresiones u otros, deberemos ser capaces de marcar unas consecuencias inmediatas (retirada de reforzadores, tiempo fuera, retirada de atención, castigo, etc.). Por ejemplo si ha lanzado objetos, deberá recogerlos y colocarlos en su lugar; si ha insultado deberá pedir disculpas, etc., aunque se recomienda esperar a que se tranquilice para aplicar las contingencias marcadas.


Es muy importante que cuando se produzca un episodio de impulsividad extrema (rabieta, insultos, etc.) los padres, maestros o educadores mantengan la calma. Nunca es aconsejable intentar chillar más que él o intentar razonarle nada en esos momentos. No vale enfrentarse ni ejercer una lucha de poder. Esto complicaría las cosas. Tenemos que mostrarnos serenos y tranquilos pero, a la vez contundentes y decididos. Por ejemplo, ante las rabietas incontroladas de los más pequeños, decirle: “Mamá (o papá) están ahora tristes con tu comportamiento y no queremos estar contigo mientras estés así”. Los padres se retiran buscando una cierta distancia física pero también afectiva. De esta forma, el niño, recibe a nivel inconsciente un mensaje muy claro: “así no vas a conseguir las cosas”.

Contingentemente a estas actuaciones, también podemos introducir las medidas correctoras (castigo): “Cómo has insultado a papá (o mamá) hoy no podrás ver los dibujos que tanto te gustan (o no jugarás a la play, etc.). Papá está triste porque no quiere castigarte, pero tiene que hacerlo para ayudarte a mejorar”.
No entrar en más discusiones o razonamientos en el momento de activación por parte del niño.

Nunca decirle que es malo sino que se ha portado mal durante unos momentos y que eso puede arreglarlo en un futuro si se empeña en ello. Tampoco hay que compararlo con otros niños que son más tranquilos y se portan bien. En todo caso, debemos recordarle los aspectos positivos que tiene al mismo tiempo que le señalamos los que debe corregir.

Hay que insistir en la necesidad de mostrarnos tranquilos delante del niño cuando queramos corregir sus actos. Si éste percibe en nosotros inseguridad o discrepancias entre los padres u otros, percibirá que tiene mayor control sobre nosotros y las rabietas u otras se incrementarán. Nunca debe vernos alterados emocionalmente (chillando, llorando o fuera de control). Tampoco debe cogernos en contradicciones, es decir, no podemos pedirle a gritos a un niño impulsivo que se esté quieto y callado.

No basta con saber contestar adecuadamente a sus conductas impulsivas. Estos niños requieren también que les expliquemos qué es lo que les pasa y qué puede hacer. Las reflexiones sobre los hechos nunca deben ser hechas en caliente sino en frío cuando las cosas se han tranquilizado. Un buen momento es por la noche antes de acostarse.


DESCARGA Controlar la impulsividad en niños


BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA

TITULO:“Programa de Entrenamiento para Descifrar Instrucciones Escritas”
Editorial: CEPE Madrid
Autora: Isabel Orjales




TITULO: “Programa de mantenimiento para descifrar instrucciones escritas con contenido matemático 1".
Editorial CEPE
Autora: Isabel Orjales






TITULO:“Programa para el entrenamiento en planificación.”
Editorial : CEPE
Autora: Isabel Orjales




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