Problemas de Conducta


Antes de empezar con los problemas de conducta, me gustaría recomendaros una guía en la cual encontraréis todas las bases teóricas de las distintas técnicas de modificación de conducta. Se llama "Guía de técnicas de terapia de conducta. Aurora GAVINO.

Y ahora sí empezamos con algunas guías, manuales y artículos que os resultarán muy útiles en algunos casos, para continuar explicando qué son los trastornos de conducta,características, pautas de intervención y otros aspectos relacionados.
Intervención educativa en el alumnado con Trastornos de Conducta
Abordaje de los tres temas principales.Conductas desafiantes. Manual del instructor


Trastornos de Conducta

1- Introducción

Las conductas agresivas, de oposición, desobedientes o desafiantes se encuentran a menudo en la población infanto-juvenil como parte de un desarrollo evolutivo "normal". Establecer los límites en donde se debe acudir al profesional de la salud es difícil de concretar. Las pistas nos las tiene que dar la frecuencia, magnitud y perseverancia en el tiempo de la conducta en cuestión en función de la edad del niño. El hecho de que consideremos la manifestación de dicha conducta como trastorno leve (no clínico) o trastorno más severo (clínico), tiene una importancia vital ya que de ello va a depender el tipo de intervención. 


Cuando los problemas de comportamiento no son considerados clínicos, la intervención psicológica se dirige a informar y asesorar a los padres (técnicas de dominio de contingencias, refuerzo, etc...) principalmente. En el trastorno clínico, el psicólogo además deberá trabajar directamente con el niño en tareas de evaluación e intervención como parte del tratamiento. 

En esta sección se analizaran las características generales de los trastornos clínicos de conducta. Para ver información sobre los problemas habituales de conducta en la infancia (problemas de conducta) pulsar sobre el enlace.

2- Los primeros signos

-Los Trastornos del comportamiento son extremadamente comunes en la infancia. Del 2 al 7%, de los niños en edad escolar cumple los criterios diagnósticos de T.D.H.A.(Trastorno Déficit Atencional con Hiperactividad), o bien un trastorno de conducta. 


Desde los primeros meses de vida pueden observarse en algunos casos, conductas que a la larga se podrían convertir en trastornos del comportamiento. Concretamente:

3- Evolución

EdadManifestaciones o signos
6 a 12 mesesAlgunos autores afirman que pueden aparecer ya algunas conductas parecidas a la agresión.
12 a 18 mesesPueden establecerse conductas de empujar o golpear para obtener algo.
18 a 24 mesesSe empiezan a observar ya conductas que pueden ser clasificadas de hostiles o agresivas hacia otros.
30 a 36 mesesSe reducen las conductas agresivas que tienen como finalidad obtener alguna cosa y en su lugar empieza a aparecer la agresividad verbal y las amenazas.
36 a 48 mesesRepertorio de conductas obstinadas e intransigentes.
5 a 6 añosProblemas de atención. Crueldad con los animales, comportamientos de oposición, mentiras, pequeños hurtos, etc...


-Existen evidencias que los trastornos de conducta severos que presentan los preescolares sitúan a estos niños en un alto riesgo de presentar trastornos de conducta en edad escolar, adolescencia y edad adulta. Lo cual indica la importancia de una detección e intervención precoz. 


-Según estudios epidemiológicos, la prevalencia de trastornos de conducta severos (clínicos) en la etapa preescolar se sitúa alrededor del 4 al 9% de la población.

4- Características básicas de los T.C.

-Trasgresión de las normas sociales.
-Agresividad.

-Impulsividad.

-Ausencia de sensibilidad a los sentimientos de los otros.
-Carácter manipulador.
-Permanencia en el tiempo de las conductas.
-Falta de respuesta a los premios y el castigo.
-Carácter inapropiado para su edad.

5- Factores de mal pronóstico

-Comienzo de los T.C. a corta edad.
-Variedad, frecuencia y amplitud de los síntomas.

-Asociación con el T.D.A.H.

-Ausencia de pautas educativas en la familia.
-Nivel económico y socio-cultural desfavorecido.
-Presencia de violencia y maltratos en el entorno próximo.
-Historia de conducta delictiva en la familia.

6- Etilogía

-Los Trastornos de conducta no son una entidad simple, sino el resultado de la interacción de diferentes tipos de vulnerabilidad psicobiológica y de muchos tipos diferentes de estresores ambientales.


-Desde la bioquímica se señala el problema de la autorregulación del sistema nervioso autónomo y, problemas del metabolismo de las sustancias noradrenergicas, que estarían implicadas en la manifestación de agresividad. Aún no verificado del todo, algunos investigadores apuntan a la presencia de un nivel más elevado de testosterona en los sujetos con T.C. lo que les predispondría a episodios disruptivos con mayor facilidad. 


-Los factores ambientales son igualmente importantes. Los abusos y el maltrato se apuntan como factores de alto riesgo para la génesis de los T.C. Las carencias afectivas severas en la infancia apuntan hacia el mismo sentido. Finalmente señalar la influencia de los modelos inadecuados (padres delincuentes, maltratadores, alcohólicos, etc).

7- Comorbilidad y patologías asociadas

-Los Trastornos de Conducta aparecen frecuentemente asociados a niños con T.D.A.H.

-Muchos de los niños afectados por T.C. presentan un Cociente Intelectual (C.I.) límite. Esta asociación entre T.C. y C.I. límite no sería consecuencia del fracaso escolar ya que se da a edades muy tempranas. 


-Existe una alta correlación entre T.C. y problemas de aprendizaje, sobretodo en la área verbal.


-Problemas cognitivos precederían a los trastornos de la conducta.

-La disfunción del lóbulo frontal en los T.C., implicaría problemas de memoria, razonamiento abstracto y de concentración.

-Los T.C., pueden aparecer asociados con otros trastornos clínicos cómo depresión, ansiedad,retraso mental, epilepsias, trastorno bipolar y dificultades del aprendizaje en áreas específicas como la lectura, escritura o cálculo.

8- Pautas de intervención

-Los Trastornos de Conducta (T.C.), conforman un conglomerado de síntomas que van desde la desobediencia, el insulto verbal, con menosprecio de las personas, a manifestaciones comportamentales de agresividad física extrema. Se ha comentado ya la multiplicidad de factores, internos y externos, decisivos en su génesis y expresión. Hoy por hoy, el tratamiento que ha demostrado mayor efectividad, según muchos estudios, es la combinación del tratamiento farmacológico con la psicoterapia (en aquellos casos que la medicación está indicada). Se han utilizado, según la gravedad, los psico-estimulantes (metilfenidato) o anti-psicóticos. La medicación, aunque puede mejorar muchos de los síntomas positivos (impulsividad, hipercinesia, agresividad, falta de atención...) no mejora los aspectos relacionados con las habilidades comunicativas o sociales. Las técnicas cognitivo-conductuales son las más utilizadas en la modificación de comportamientos disruptivos y/o agresivos.



-La intervención es multicontextual y se aplica una vez efectuada la evaluación y el análisis funcional de la conducta o conductas problemáticas. 



-La entrevista con los padres es fundamental, en un primer momento, para obtener información, pero ésta, no suele estar expresada en términos conductuales sino en términos de su propia interpretación. Puede ocurrir también que haya discrepancias entre diferentes miembros de la familia acerca del origen y/o mantenimiento del problema. Igualmente, puede darse la situación de que el niño sea etiquetado como "problemático", "gamberro", "rebelde", "no tiene respeto por nada"..., sin asumir, los padres, ningún compromiso. A estas alturas ya se habrán establecido un marco de interacciones verbales coercitivas y desafiantes entre ambos lados que llevan sólo a la perpetuación del problema.



-El niño nos aportará su punto de vista, siendo necesaria la utilización de autoregistros a la hora de analizar su conducta y obtener información acerca de sus consecuencias (positivas o negativas) o su frecuencia e intensidad. Este instrumento nos permite, además, fomentar la autobservación y el aumento de conciencia, por parte del niño, del problema. Otra fuente de información necesaria es la del tutor o profesor, especialmente, si las conductas se manifiestan también en este ámbito.

Es importante señalar también que, en algunas ocasiones, las conductas manifiestas de los niños o jóvenes obedecen a causas de tipo emocional. El abandono, los malos tratos, la falta de figuras de vinculación, las separaciones y otros pueden estar en el origen de la conducta disruptiva siendo su causa principal o acompañando a otros factores de riesgo. 


Para profundizar en estos aspectos aconsejamos la lectura de nuestra página: Trabajando el vínculo afectivo con nuestros hijos.


Los estilos conversacionales en los T.C.

-Con los niños que presentan T.C. la conversación no es fácil ni por parte de los padres, de maestros o incluso el terapeuta. Están acostumbrados a que sus intercambios verbales se realicen de una forma conflictiva, de oposición a los interlocutores. En el proceso de escolarización de estos alumnos suele producirse aquello que Tanen (1994; 2004) define como "ritualización del conflicto". Ello hace referencia a que se da una cierta cristalización de las representaciones, actitudes y presuposiciones que cada uno de los interlocutores tiene sobre el otro (niños T.C./Profesores, educadores, padres). Las propias posiciones subjetivas (los respectivos marcos de referencia personal y situacional), de los participantes los empuja hacia la confrontación. Las representaciones que tienen de sí mismos y del otro llevan a cada uno de los interlocutores a definir e interpretar la situación sobre la base de sus propias sospechas y perjuicios, percibiendo que atentan a su imagen y sentimientos. En definitiva se obstaculiza el establecimiento de bases contextuales comunes y, en consecuencia, se imposibilita la construcción de un marco de referencia compartido por las dos partes.


-Al hablar con un niño con T.C. siempre deberemos tener presente este substrato subjetivo, pues, los participantes al hablar, se comportan de acuerdo con sus interpretaciones, conocimientos y sentimientos vitales que constituyen sus marcos de referencia personal.


-Suele ser frecuente que nos encontremos con niños o niñas que no respeten una mínima estructura de participación. Voces superpuestas entre los interlocutores, interrupciones, bloqueos y rupturas que se manifiestan de muchas maneras (negativa a hablar en un primer momento, tonos de voz elevados hasta llegar a chillar, silencios.....). De esta forma se crea y se consolida un contexto de conflicto, hipotecando cualquier posibilidad de generar acuerdos y elementos compartidos. Por tanto se cierra la oportunidad a la confianza mutua. 


-Así pues, el reto principal para padres, educadores o maestros será encontrar las formas y los medios mediante los cuales podamos transformar este contexto de conflicto, donde imperan los puntos de referencia de cada una de las partes, por un contexto mental donde la experiencia común sirve de base para establecer un sistema de interpretación e interacción más compartido.

Algunas técnicas de intervención

-Independientemente de la utilización de la palabra para intentar llegar a soluciones en las manifestaciones conductuales disruptivas y dependiendo siempre, del tipo, frecuencia y magnitud de la misma, se deberá establecer un plan de intervención concreto, determinando los pasos a seguir. En los casos que el uso de la palabra está limitada o es imposible (retraso mental o cuadros asociados a síndromes genéticos que cursan con déficits cognitivos severos), la intervención será básicamente a nivel de modificación de conducta.


-Antes de proceder a la intervención se deberá haber concretado los siguientes puntos:


1º-Cual es la conducta o conductas que deben modificarse (lo que hace y cómo).

2º- Historia de la conducta disruptiva (cuando surgió, cuando se produce, duración....).
3º-Análisis Funcional. Conjunto de variables que intervienen en la emisión y/o mantenimiento de la conducta (antecedentes-consecuencias). 

4º-Seleccionar metas para el tratamiento (metas generales, específicas, a corto, medio y largo plazo).

5º-Evaluar la motivación hacia el "cambio" no tan solo del niño sino también de la familia. Sus expectativas, nivel de colaboración, habilidades y recursos personales, etc...Hay que establecer sistemas de comunicación más eficaces entre las partes, evitando las interacciones coercitivas. 

6º-Escoger de inicio las técnicas más simples, con alta probabilidad de eficacia, pero adaptados al funcionamiento de la familia.

7º-Plantear a la familia una explicación razonada en base a la evaluación efectuada y los principios del aprendizaje implicados en la conducta disruptiva. 

8º-Establecer reuniones periódicas supervisadas por el terapeuta para analizar los cambios y la evolución del problema.



-A continuación se exponen algunas de las técnicas cognitivo-conductuales para la intervención en los Trastornos de conducta. Se expondrán de forma muy general, ya que, cada trastorno, en función de sus características, requerirá de técnicas adaptadas a las exigencias particulares del caso.



Se utiliza para incorporar nuevas conductas positivas, no presentes en el repertorio actual, y para afrontar las situaciones de riesgo con alternativas deseables. El terapeuta enseña, paso a paso, mediante aproximaciones sucesivas y refuerzo la respuesta que deseamos establecer.
Estas técnicas resultan muy útiles para el establecimiento de conductas alternativas de colaboración en casa y actividades cotidianas. Básicamente consiste en entregar reforzadores (puede ser algún tipo de ficha, moneda, etc...) cuando aparezca la conducta deseada. Posteriormente y según un plan trazado con anterioridad, se intercambiarán por un premio mayor. El principal reto de ésta técnica es que una vez retiremos los reforzadores materiales, los propios refuerzos naturales (respuesta positiva del entorno ante el cambio) lleguen a mantener por sí solos las conductas en cuestión. 
Puede aplicarse conjuntamente con la economía de fichas. Consistiría en la retirada de alguno de los reforzadores entregados contingentemente a la aparición de la conducta no deseada y previo acuerdo por las partes. 
Contingentemente a la emisión, por parte del niño, de la conducta inadecuada, se le retira del lugar o separa del grupo durante un tiempo breve (5 a 10 minutos). El adulto, cuando procede a separar al niño, debe procurar hacerlo sin violencia verbal o física y diciéndole que en cuanto corrija su actuación volverá a la situación de inicio. Esta técnica puede provocar reacciones emocionales colaterales y debe utilizarse con prudencia en función de la edad del niño y el tipo de conducta.
5-Reestructuración Cognitiva Auto-instrucciones - Autocontrol. 
Mediante estas técnicas se pretende dar un nuevo significado a las situaciones problema. Se enseña al niño a controlar y modificar las ordenes verbales interiorizadas que pueden estar formando parte de la génesis del problema. Para que el niño aprenda a comportarse de forma más apropiada necesita estar convencido de que la nueva forma de comportarse le traerá mayores beneficios. 
La relajación puede ser útil, en algunos casos, como complemento del tratamiento terapéutico. Se enseña al niño estrategias cuyos resultados contrarrestan los elevados niveles de activación fisiológica que suelen preceder a la conducta agresiva. 
7-Contrato Familiar. 
Especialmente útil para casos de adolescentes que viven en un constante conflicto con sus padres y otros familiares (hermanos, abuelos, etc...). Cuando las cosas están muy difíciles en las interacciones familiares, el Contrato Conductual, establecerá por escrito una serie de acuerdos, pactados de común acuerdo por las partes (adolescente y resto familia) y que regulará nuevas formas de interacción. El adolescente puede obtener así una serie de beneficios (p.e. llegar un poco más tarde el fin de semana sin recibir broncas) pero tendrá que comprometerse a mantener limpia su habitación o a estudiar un determinado tiempo. El Contrato debe especificar claramente todas estas circunstancias y deberá ser firmado por las partes, entregando una copia al terapeuta. 
8-Habilidades Sociales. 
El entrenamiento en Habilidades Sociales es uno de los más utilizados en el tratamiento de las conductas disruptivas y/o agresivas. Su principal objetivo es enseñar al niño conductas más eficaces que puedan ser empleadas en distintas situaciones sociales. Habilidades como conversar, relacionarse con sus iguales, expresar sus ideas, sentimientos e incluso sus quejas, puede hacerse sin utilizar la agresividad o la coerción.



La Modificación de Conducta

1- Orígenes de la Modificación de Conducta

-Las diferentes técnicas de Modificación de Conducta se basan en el denominado Modelo Conductual. Dicho modelo surgió como una reacción y renovación de los postulados psicológicos vigentes a principios del siglo XX. En esos momentos el objeto de estudio predominante de la psicología era la mente o la conciencia y su contenido, siendo la introspección su método. El psicoanálisis freudiano contemplaba la existencia de muchos elementos inobservables tales como el inconsciente, los conflictos intrapsíquicos, etc...y surgía la necesidad de cambiar estos conceptos por otros más acordes con las nuevas tendencias, que apostaban por desplazar a la mente cómo objeto de estudio a favor de la conducta, y la introspección cómo método por el utilizado en la ciencia experimental.


-El postulado fundamental de la nueva psicología conductual era que la conducta es fundamentalmente una consecuencia del aprendizaje que tiene lugar en el medio social en el que crece y se desenvuelve el individuo.

La Psicología, por fin, podía constituirse en una disciplina experimental donde su objeto de estudio, la conducta, podría ser cuantificada, observada objetivamente y manipulada para producir igualmente cambios susceptibles de verificación. 



-La base teórica en la que se sustentan los diferentes enfoques del modelo conductual, se remontan a los estudios pioneros (a principios s.XX) de la escuela rusa a través de autores tan relevantes como Paulov (Condicionamiento Clásico), Sechenov o Betcherev (Reflejos) o de psicólogos experimentales como Watson o Thorndike. Sus trabajos comprendían rigurosos estudios de experimentación animal con los que intentaban llegar a encontrar las bases científicas para poder explicar la conducta humana.

2- Características generales del modelo conductual

  • 1- La Conducta, tanto normal como anormal, es principalmente una consecuencia del aprendizaje en las condiciones sociales del medio.
  • 2- El modelo concede una especial importancia a las influencias del medio como causa o determinante de la conducta y un menor protagonismo a los factores innatos o hereditarios, si bien no ignora, en absoluto, la posible influencia sobre la conducta de determinados factores genéticos o constitucionales.
  • 3- El objeto de estudio del enfoque está centrado sobre la conducta, normal o anormal, como actividad medible o evaluable. Hay que señalar que por medible no debe entenderse necesariamente observable, ya que algunas mediciones se efectúan sobre variables psicofisiológicas que no son observales directamente pero sí medibles a través de ciertos instrumentos (presión arterial, resistencia eléctrica, ritmo cardíaco, etc...).
  • 4- El modelo Conductual concede una importancia especial al Método Científico Experimental. En este sentido puede afirmarse que cualquier intervención dentro del modelo puede ser considerado esencialmente como un experimento.
  • 5- La mayoría de técnicas y métodos utilizados por el enfoque conductual, tanto en evaluación como tratamiento han sido derivados de los procedimientos experimentales, una vez comprobada su eficacia.
  • 6- Señalar que, contrariamente a lo difundido por otros enfoques (más humanistas), el modelo conductual, especialmente en las versiones actuales del mismo, es igualmente sensible hacia el bienestar del paciente. El rigor experimental no es incompatible con un adecuado trato al paciente.

3-Análisis funcional de la Conducta. B.F.Skinner

-Sin duda, fue Burrhus Frederic SKINNER (1.904-1.990) quien dio un mayor impulso al modelo conductual, a partir de los años 40-50 con su teoría del Análisis Funcional de la Conducta, y su teoría sobre el Condicionamiento Operante, introduciendo conceptos y términos actualmente vigentes como los de refuerzo, extinción, castigo, etc...


-Este enfoque está centrado, en primer lugar, en el estudio de la conducta externa o manifiesta y en las relaciones funcionales de ésta con los estímulos del medio (tanto antecedentes como consecuentes de la misma). De esta forma podemos obtener una descripción y explicación tanto del desarrollo, como del mantenimiento y modificación de la conducta humana, tanto de la normal como la anormal. 


-El modelo apuesta por la conducta como actividad medible y cuantificable, centrando su atención, más específicamente sobre la conducta manifiesta y relegando los procesos o manifestaciones cognitivas (aun sin negar su existencia) por no considerarlos susceptibles de ser estudiados experimentalmente ni apropiados para lograr uno de sus objetivos básicos: la constitución de una ciencia de la conducta. De este modo se sostiene que los procesos cognitivos no ejercen un efecto causal sobre la conducta, sino que, por el contrario, son el producto de ella. La conducta humana está controlada por las influencias exteriores del medio, si bien, también se admite la influencia de factores genéticos o hereditarios. 



-El estudio psicológico debía, pues, basarse, según Skinner en el análisis experimental de la conducta, centrado en el estudio intensivo de casos únicos, en lugar del establecimiento de comparaciones estadísticas entre grupos.

Algunos conceptos de los métodos operantes

A continuación se exponen algunos de los términos más utilizados en la modificación de conducta. Todas estas técnicas van encaminadas a establecer las conductas que deseamos pero también a eliminar o minimizar la ocurrencia de las disruptivas.
Como se ha comentado antes, éstas técnicas se centran en el aquí y ahora, en el análisis de conductas manifiestas y formulando hipótesis funcionales acerca de sus causas. Son buenas herramientas para tratar síntomas y aspectos conductuales concretos en población infanto-juvenil, sin perjuicio de que ante ciertas patologías se requiera un abordaje más profundo.



1- Condicionamiento Operante: 

Es un procedimiento por el que se busca aumentar la probabilidad de una respuesta al ser seguida ésta por un reforzador (positivo o negativo). El Condicionamiento Operante o instrumental es distinto al condicionamiento clásico o pauloviano ya que éste último consiste en aumentar la probabilidad de que un determinado estímulo provoque una respuesta al emparejar ese estímulo con uno que ya provoca esa respuesta (reforzadores primarios: comida, agua, etc...). 


2- Reforzador: 

Cualquier estímulo que aumente la probabilidad de una respuesta a la que le sigue temporalmente. No está especificado el tiempo que tiene que tardar el reforzador en seguir a la respuesta con el fin de aumentar su probabilidad de ocurrencia; sin embargo, normalmente se supone que la efectividad de un reforzador decae rápidamente conforme aumenta el tiempo que transcurre entre la respuesta y el reforzador.



a) Reforzador positivo: es cualquier estímulo cuya presentación después de una respuesta aumenta la probabilidad de esa respuesta. Por ejemplo el halago verbal o la entrega de algún premio físico (juguete, "chuches", fichas intercambiables por regalos, etc...) son reforzadores positivos ya que aumentarán la probabilidad de aparición de las conductas deseadas (hacer los deberes, portarse bien, etc...). A veces el reforzador positivo puede ser, en niños pequeños, el conseguir la atención del adulto, aunque sea de una forma inadecuada (gritos, pataletas, lloros...).



b) Reforzador negativo: es cualquier estímulo cuya eliminación después de una respuesta aumenta la probabilidad de esa respuesta. Normalmente se trata de un estímulo aversivo o no deseado que no se presenta si se produce la respuesta adecuada. Una respuesta que ha sido reforzada por un reforzador negativo se denomina a menudo respuesta de escape, porque proporciona un escape al reforzador negativo. Por ejemplo, podemos escapar de los sonidos molestos de un equipo de música muy ruidoso desconectándolo, o un niño puede evitar un castigo más severo por algo que ha hecho mal, si lo explica a sus padres sin mentir y mostrándo arrepentimiento.



3-Reforzamiento: 

Consiste en presentar un reforzador positivo o eliminar un reforzador negativo, inmediatamente después de una respuesta. Se dice que la respuesta ha sido reforzada (ver técnica "economía de fichas").


4- Castigo: 
El término castigo se refiere a una clase de situaciones en las que existe una contingencia positiva entre la respuesta y un estímulo desagradable. Si el sujeto efectúa la conducta recibe el estímulo aversivo. Por ejemplo, un profesor puede suspender a un alumno por un mal examen o una madre reñir a su hijo pequeño por correr por la calle. Todas estas consecuencias negativas y contingentes a la aparición de la conducta no deseada tienden a reducirlas. 
El castigo, pues, se produce por la aparición contingente a la conducta no deseada de un estímulo aversivo (reprimenda, suspenso, expulsión, etc...), pero también puede aplicarse mediante la retirada de un reforzador positivo (ver "coste de la respuesta"). Así a un niño se le puede castigar dejándole sin poder hacer alguna actividad de su interés (salida con amigos, juegos ordenador, etc...). Este último sistema siempre es más aconsejable.

Otros tipos de castigo:

La Sobrecorrección
Consiste en pedir a un individuo no sólo que rectifique lo que ha hecho mal, sino que corrija los efectos de la falta. Por ejemplo un niño que se ha metido algo inadecuado en la boca, se le puede pedir que saque el objeto y, además, que se lave la boca con algún antiséptico. En situación de aula, si un niño presenta una conducta disruptiva de lanzamientos de objetos deberá, después de haber recogido los mismos, ordenar la clase según criterio del maestro. La idea general es que el coste del acto disruptivo vaya más allá de la simple reposición del daño hecho. 

5-Moldeamiento e imitación: 
La conducta que no se da nunca no puede ser reforzada y, por consiguiente, no puede aumentarse por medio del reforzamiento. El Modelado consiste en presentar una conducta que se ha de imitar con el propósito de enseñar y provocar esa conducta en otra persona. El procedimiento implica el reforzar aproximaciones cada vez más cercanas a la respuesta objetivo. Al principio puede reforzarse prácticamente cualquier respuesta parecida a la deseada para progresivamente ir sólo reforzando las que constituyen el objetivo final. Estas técnicas se han utilizado con cierto éxito en población con discapacidad mental y autistas.
Con estas técnicas podemos propiciar también, el aprendizaje de una nueva secuencia de conductas a partir de la imitación de un modelo.

6-Extinción: 
Se trata del método operante más utilizado para disminuir la conducta. Consiste en disminuir la probabilidad de una respuesta reforzada dejándola de reforzar. En primer lugar deberemos determinar qué es lo que está reforzando la conducta objetivo (la que queremos eliminar, rabietas, desobediencia, etc...) y seguidamente eliminar ese reforzamiento. Si dejamos de prestar atención (refuerzo) a una conducta disruptiva (rabietas, llantos...) es probable que disminuyamos la frecuencia e intensidad de la misma (ver técnica del "tiempo fuera"). En muchas ocasiones nos encontramos con conductas realmente extrañas que se mantienen debido a que consiguen captar la atención de los demás y resultan extraordinariamente reforzantes para el individuo que las realiza. Esto puede ser especialmente notorio en niños que presentan discapacidades cognitivas de lenguaje o comunicación que les lleva a desarrollar sistemas inadecuados y alternativos de de interacción con los demás que se ven reforzados por la atención que se les presta. 

En ocasiones están implicados otros reforzadores distintos a la atención o bien añadidos a ella, como cuando se refuerzan las pataletas de un niño cediendo a sus peticiones de caramelos, helados, juguetes, etc... Es importante reconocer que la conducta no deseable puede ser muy penetrante y persistente, incluso aunque el reforzamiento que la mantiene pueda ocurrir de forma tan infrecuente que sea difícil descubrirlo. El programa de reforzamiento puede haber proporcionado originalmente un reforzamiento frecuente y luego haberse reducido gradualmente.
Además de reducir la conducta, la extinción tiene varios efectos importantes que hay que tener en cuenta: 

1-La conducta que está sometida a extinción puede aumentar en intensidad, frecuencia y duración al principio del proceso (justo cuando procedemos a la retirada del reforzador) y antes de empezar a disminuir. De esta forma las pataletas pueden hacerse más violentas, frecuentes y duraderas el inicio de la extinción.

2-La extinción puede producir temporalmente conducta emocional como conductas agresivas o destructivas.

3-La conducta que se ha extinguido y ya no es reforzada, puede ocasionalmente volver a ocurrir. Es lo que se conoce con el nombre de "Recuperación espontánea".

7-Generalización: 
Muchas conductas se empiezan a reforzar para lograr su instauración o eliminación, pero ello supone añadir unas contingencias artificiales (suministrar o retirar fichas, o premios) en situaciones controladas. Con la generalización lo que se pretende es que las conductas inicialmente reforzadas se trasladen al ambiente natural y que sean mantenidas por los propios reforzadores naturales. Por ejemplo, un niño puede ser reforzado con fichas, en un primer momento, por comportarse bien en clase; posteriormente es de esperar que ese buen comportamiento repercuta en la calidad de la relación con sus compañeros o profesores y ello constituya refuerzo natural suficiente para seguir manteniendo dichas conductas sin necesidad de mantener los refuerzos "artificiales". Afirmamos entonces que se ha producido la Generalización.

4- Críticas al Modelo Conductual


1- La crítica más frecuente hace referencia a que el Modelo Conductual ignora o no concede suficiente importancia a los aspectos subjetivos de los humanos en general, y a la propia identidad personal de cada individuo, en particular, limitándose a estudiar la conducta externa adquirida con su relación con el medio. Evidentemente esta crítica es sólo aplicable a los enfoques conductuales más radicales pero no a otros más actuales que integran perfectamente conducta y elementos del mundo subjetivo (enfoque cognitivo-conductual).


2- Otra crítica hace referencia a que el modelo conductual sólo es aplicable o válido para solucionar problemas relativamente simples y restringidos a ciertas manifestaciones de la conducta. De nuevo habría que alegar que éstas limitaciones han sido también superadas en los actuales enfoques.


3- La validez de los principios o conceptos en los que se sustenta han sido también criticados, en base a que no se han establecido, las bases sobre las que el modelo se sustenta por parte de los diferentes enfoques. Esto hace referencia más bien a una cuestión de forma en la que cada posición teórica trata de justifica los principios del aprendizaje desde sus propios postulados (p.e. posiciones conductista y cognitivistas dentro del propio marco del Modelo Conductual).



4- Finalmente, señalar la crítica centrada en la aplicabilidad de muchos de los principios del modelo conductual, derivados de investigaciones en laboratorio con animales a la explicación y modificación de conducta humana. A este respecto, hoy en día, no existe ninguna duda, que la modificación de conducta ha dotado a la Psicología Clínica de valiosos instrumentos de intervención que, independientemente del enfoque teórico de cada clínico, pueden aplicarse a multitud de trastornos, especialmente en los conductuales, y en población tanto normal como en casos de niños con retraso mental u otras discapacidades.

El Modelo Cognitivo-Conductual

Hoy en día, el modelo conductual ha evolucionado hacia un modelo integrado en el que conducta y cognición han equiparado prácticamente su estatus y asumen su papel de agentes causales recíprocos entre sí. Por tanto, los primeros modelos más radicales (conductismo) en los que la conducta manifiesta era el elemento principal de estudio han quedado relegados. 


El enfoque cognitivo-conductual, en términos generales puede conceptualizarse según el conocido esquema A-B-C. Donde "A" representa los acontecimientos de la vida que están relacionados con determinadas consecuencias emocionales o conductuales que definen un problema o trastorno psicológico representado por "C". Ahora bien, entre ambas, se sitúa "B", elemento que integra las creencias, las imágenes, los pensamientos y que media entre las partes. 


-Tal como señalan algunos autores, actualmente: " la Modificación de Conducta se caracteriza por ser una terapia breve, directiva, activa, centrada en el problema, orientada al presente, que supone una relación colaboradora y en la que el cliente puede ser un individuo, una pareja, una familia, un grupo o una comunidad." (Marino Pérez Álvarez en "Caracterización de la Intervención Clínica en Modificación de Conducta". Manual de Terapia de Conducta, Volumen 1, Dykinson Psicología).



-Por terapia breve se entienden aquellas que se sitúan alrededor de las 15 sesiones. Sin embargo, hay que matizar que hay ciertas terapias dentro del modelo conductual como las terapias cognitivas de los trastornos de personalidad que suelen necesitar más sesiones.

Las sesiones son de 1 hora por término medio a excepción de las sesiones iniciales que pueden prolongarse un poco más (90').



Otras características:



1-Son activas en cuanto se supone que el paciente tiene que hacer algo respecto a la postura de que algo ocurre en ellos.



2-Se centran en el problema como objetivo a resolver sin suponer la necesidad de otros cambios "estructurales".



3-Sitúa el análisis y solución del problema en el aquí y ahora, es decir, en el presente, en contraposición a otras teorías que necesitan seguir el hilo evolutivo de ciertos signos y síntomas en el pasado.

4-La relación terapéutica se construye desde una relación colaboradora y de participación activa con el paciente. No es, por tanto, una relación directiva en la que se produzca la imposición de un determinado camino.

5-Finalmente, el cliente de una terapia psicológica puede ser un individuo, una pareja, una familia o un grupo.
Fuente


Técnicas conductuales niños



1- Introducción

-Las técnicas que se describen a continuación están basadas en los principios de la Modificación de la Conducta. Este campo de la psicología ha aportado a partir del estudio sistemático del Aprendizaje animal, numerosas técnicas eficaces para instaurar, corregir o modificar conductas en niños y jóvenes. Se han aplicado con éxito en diferentes campos, situaciones y personas, tanto en población normal como en población con trastornos severos. Hoy en día, siguen siendo aplicadas en niños con Trastornos Generalizados del Desarrollo, Autismo, etc, como forma de aliviar muchos de los síntomas. También se aplican en centros escolares de forma individual o en grupo.


-Algunas de estas técnicas puede parecer simplistas o insuficientes pero insistimos en el amplio soporte experimental con el que cuentan. Otra ventaja es que aportan soluciones prácticas aplicadas en el aquí y ahora, utilizando la observación y medición de la conducta como variable fundamental y en detrimento de otras técnicas más subjetivas. No se trata de eliminar la introspección o el análisis de otros factores de riesgo existentes (entorno social, familiar, enfermedades orgánicas, factores emocionales...) sino de aportar soluciones inmediatas y eficaces para el control o modificación de la conducta, en especial cuando existen problemas conductuales específicos que provocan gran malestar o desadaptación del niño en su entorno próximo ya sea en la escuela o en el seno de la familia. 

A modo de ejemplo podemos citar su uso por parte de educadores o maestros dentro de la clase. Es evidente que delante un colectivo numeroso de niños, el maestro necesita pautas de actuación concreta delante de episodios de desobediencia, agresividad, etc. En esos momentos no hay tiempo para un análisis pormenorizado de las circunstancias de cada niño y se imponen medidas concretas. Es aquí donde las técnicas conductuales cobran mayor importancia.



-Las técnicas que se exponen a continuación, aunque se describen de forma separada, pueden utilizarse individualmente o en combinación, según el caso, para aumentar los resultados. 



-Destacar también que hay que conceptualizarlas como herramientas puntuales (para su uso por parte de maestros, educadores o padres en situaciones concretas) pero que a nivel de intervención psicológica el uso de dichas técnicas debe ser complementada con un análisis más detallado del caso en la que se incluyan todos los factores de riesgo para su debido tratamiento psicológico.





Recordemos que, ante conductas más severas, persistentes y/o con presencia de agresividad, éstas técnicas no deben ser aplicadas sin la evaluación previa de un profesional de la salud infantil. 


2- Retirada de la Atención

Sinceramente creo que se trata de una de las técnicas más eficaces para el control de la conducta infantil, en especial, para aquellas conductas que se manifiestan con rabietas, pataletas, lloros, pero sin manifestaciones agresivas.


La técnica no puede ser más sencilla en su concepción: Se trata de que, ante las manifestaciones de gritos, rabietas u otros, dejemos automáticamente de prestar atención al niño. Este modo de actuar se justifica bajo la hipótesis de que el niño efectúa tales manifestaciones para reivindicar ciertas demandas o llamar la atención del adulto. El niño puede estar acostumbrado a conseguir lo que desea mediante este comportamiento (refuerzo positivo). Así, puede haber aprendido que si efectúa cualquier petición acompañada de lloros o pataletas, la atención de los padres es mucho mayor y es atendido antes en sus peticiones. Esto llega a convertirse en un hábito, en un circulo vicioso que crea malestar en la familia.

Antes de poner en marcha esta técnica, hay que analizar la situación con tranquilidad y verificar que se está produciendo realmente la conducta del niño por la supuesta demanda de atención. Para ello podemos valorar como reaccionamos nosotros ante la demanda, en qué momentos sucede y qué es lo que ocurre. ¿Le presta la atención y el tiempo que necesita el niño? ¿Normalmente cede ante sus demandas? ¿Se dirige con frecuencia a él cuando se porta "bien" para decírselo y premiarlo o sólo lo hace cuando lo castiga? Los episodios de rabietas, desobediencia, etc, son, en gran medida aprendidos (ver causas de los problemas de conducta), y, por tanto, podemos efectuar un desaprendizaje. 

Esta técnica no es aplicable en conductas que cursen con fuerte agresividad verbal o física, con episodios de lanzamientos de objetos o, en general, para aquellos comportamientos que signifiquen peligro potencial para el niño u otros. En estos casos consulte siempre a un especialista antes de actuar.



Para utilizar la técnica debemos tener claros los objetivos y el método que debemos utilizar:



1- OBJETIVO: Enseñar al niño que efectuando las peticiones de forma inadecuada (rabietas, lloros, etc.) no va a conseguir nada. 



2- MÉTODO: Si retiramos la atención que prestamos al niño (refuerzo positivo) inmediatamente después de la aparición de las respuestas inadecuadas, éstas tenderán a desaparecer.



3-FORMA: ¿Cómo hay que hacerlo?



Cuando aparezcan las conductas inapropiadas actuar de la siguiente manera:

1- Retirar la atención inmediatamente. 
Evite el contacto ocular o la emisión de cualquier recriminación, palabra o gesto. Haga como si la conducta no estuviera ocurriendo (salvo en las conductas mencionadas anteriormente que pudieran suponer peligro para el niño u otros). Si sucede en casa puede volverse de espaldas o salir de la habitación o estancia donde se encuentre. En situaciones fuera de la casa, dependiendo del lugar, deberemos adaptarnos a las circunstancias. La regla general es mantenernos a cierta distancia sin prestar atención, pero esto dependerá si estamos en un lugar abierto con peligro potencial para el niño (circulación de coches, paso de muchas personas, etc.) o si nos encontramos en un lugar cerrado (tienda, supermercado, etc...). Si la rabieta tiene lugar en un sitio público donde no puede separarse físicamente de su hijo, permanezca a su lado pero siga retirándole la atención como se ha mencionado antes (retirada contacto ocular, sin gesticular, sin hablar). 

En niños pequeños, si hay peligro de que se escape y está en vías públicas puede ser necesario retenerlo físicamente. En estos casos, si opta por retenerlo, concéntrese sólo en ejercer la fuerza necesaria para evitar su huida pero mantenga (aunque entiendo que es una situación comprometida) toda la tranquilidad posible, es importante que el niño no vea al adulto alterado emocionalmente, debemos transmitirle una sensación de que tenemos el control de la situación y que con su actitud no va a conseguir nada. Siga sin dirigirle palabra y espere a que la situación se calme. Diríjale toda la atención cuando el niño se tranquilice. 

Una vez calmado puede entonces intentar explicarle (si el niño tiene suficiente capacidad de comprensión verbal), y sin recriminaciones, lo que ha sucedido en tono calmado.

La idea no es transmitirle: "Te has portado mal, te desprecio y paso de ti", sino: "Puedes conseguir algunas cosas si lo pides de otra forma".

2- Está totalmente contraindicado verbalizar cualquier manifestación de reproche, sermonearlo o advertirle de que no le vamos hacer caso por mucho que insista. De esta forma lo estamos retando a una discusión dialéctica y puede empeorar las cosas. Simplemente: No le diga nada. Sí puede decirle con una frase escueta y con voz lo más calmada posible que se siente triste y decepcionada...

3- Una vez que la conducta empiece a bajar de tono puede progresivamente prestarle atención de nuevo. 

4- Se trata de una técnica que produce efectos de mejoría de forma progresiva. Nos llevará cierto tiempo (dependiendo de las variables propias del niño y su entorno) el conseguir resultados claros.


RECUERDE QUÉ:

1- Estamos utilizando técnicas para conseguir que el niño desaprenda hábitos mal adquiridos y este proceso llevará un tiempo. Paralelamente debemos trabajar y potenciar las conductas alternativas que nos interesa que el niño utilice. Insistimos en que los padres intenten mantener la calma ya que el niño va interiorizando estos estados emocionales. Si la respuesta a sus malas conductas es sólo más ruido y reproches fuera de tono, es muy probable que esto nos venga devuelto al ir el niño interiorizando estos patrones.

2- Debemos ser constantes en la aplicación de la técnica y coherentes en su aplicación. Para ello es necesario que ambos padres y el resto de figuras relevantes para el niño (abuelos, tíos, etc) actúen de igual forma ante las mismas conductas.

3- Al inicio de aplicación, estas técnicas suelen producir un aumento en la frecuencia e intensidad de las conductas que precisamente intentamos eliminar. Es un hecho normal e indicador de que vamos por el buen camino. No se desanime tras los primeros fracasos. Necesitaremos un poco de tiempo.

POR QUÉ DEBEMOS ACTUAR:

Hay una creencia extendida de que ciertas conductas infantiles son propias de la edad y que con el tiempo tienden a desaparecer. Ciertamente, así puede suceder en muchos casos. Sin embargo, es muy arriesgado pasar por alto ciertos comportamientos con la esperanza de que el tiempo lo mejorará. Una intervención en la etapa infantil, no hecha a tiempo, puede suponer la consolidación, perpetuación y agravamiento del problema en la adolescencia. Las normas, valores y referentes deben construirse desde la temprana infancia. Es una irresponsabilidad dejarlo en manos del futuro para evitarnos los costes del presente.

3- La técnica del Tiempo Fuera

Esta técnica supone una variación de la anterior en tanto es una técnica que utiliza básicamente la retirada de atención, por lo que muchos de los principios allí expuestos son válidos aquí pero con algunas matizaciones. 


Delante episodios de lloros, rabietas o travesuras más subidas de tono (por ejemplo, cuando se produce el descontrol), puede utilizarse la técnica de "tiempo fuera", en el que el niño se le retira físicamente del espacio actual para trasladarlo a su habitación u otro lugar, por un breve espacio de tiempo. También pueden ser los padres los que se retiran del lugar donde esté el niño (cuando es posible, p.e. en el comedor de la casa). 


Veamos algunas orientaciones para proceder adecuadamente:



1- El sitio al que lo retiremos temporalmente debe ser un sitio en el que no tenga al alcance juegos u otras compañías para entretenerse. No se trata de buscarle un sitio hostil sino un sitio que sea aburrido con escasas posibilidades de que pueda hacer algo para pasar el tiempo.



2- Debemos trasladarlo inmediatamente después de aparecer la conducta o en el momento que ha llegado a un punto insostenible (por ejemplo, discusión entre hermanos que llega a un punto de descontrol).



3- No discuta con él, no entre en recriminaciones ni calificativos despectivos como: "Eres muy malo y te voy a castigar" o "Me tienes harta, no tienes remedio... " Sí puede explicarle, con un tono calmado pero seguro y imperativo, el motivo de su retirada. Para ello dígaselo concretando su queja "Como has pegado a tu hermanito no vas a poder jugar con él". Haga caso omiso de sus protestas o promesas. Recuerde que debe mostrarse enfadada pero no fuera de control. La idea es lanzarle un mensaje muy claro de que ha hecho algo mal y que estamos disgustados con él. Al respecto y de forma muy breve puede también decirle (ajustando el mensaje a la edad del niño) algo así como: "me has decepcionado tanto que, en estos momentos no quiero estar contigo. Me siento muy triste". 



4- No permita que salga antes de tiempo del lugar de aislamiento. Si lo hace adviértale de consecuencias más negativas como que deberá estar más rato en esta situación.



5- El tiempo de aislamiento normalmente se calcula en base a un minuto por año del niño con un máximo de 20 minutos. Sin embargo, esto debe ser valorado por los padres. No se aconsejan tiempos más largos ya que pueden producir la conducta contraria a la que queremos eliminar.


6- Si cuando lo vamos a buscar nos vuelve a regalar con conductas inadecuadas, hay que advertirle que si quiere salir deberá estar al menos 15 segundos sin efectuarlas. Manténgase firme en la decisión. Si pasa la prueba es muy posible que los episodios remitan, si cede aumentarán con toda probabilidad.

7- En el caso de que haya provocado desperfectos en el interior del habitáculo (ha desordenado o roto alguna cosa) deberá reponerlo o corregirlo con alguna acción antes de salir.

8- Debemos tener cuidado que esta retirada física no comporte algún tipo de beneficio indirecto al niño. Por ejemplo si el niño consigue dejar de estudiar o evitarse comer algo que no le gusta, lo que haríamos es reforzar la conducta inadecuada.

Ésta técnica suele ser muy efectiva si se utiliza adecuadamente y con decisión. La efectividad de la técnica, independientemente de que le estamos retirando la atención, es que estamos despertando, contingentemente con la aparición de las conductas no deseadas, uno de los "fantasmas infantiles" más presentes en la etapa infantil: la ansiedad de separación. Aunque el niño tenga suficiente edad para saber que no será abandonado realmente, el hecho de hacerle revivir esta ansiedad puede dispararle interiormente ciertas alarmas. Lo que ahora puede temer no es la separación física sino la emotiva. De tal forma que el niño corregirá su conducta actual y futura no por las razones de los padres sino por las suyas (temor a perder el respaldo emocional de los padres).

-Como en todas las técnicas basadas en la retirada de atención, recuerde que deben introducirse momentos de atención hacia el niño contingentemente a la aparición de conductas deseadas. El refuerzo verbal y físico (halagos, abrazos, manifestación de alegría, entrega de algún premio, etc.).


4- Ecomía de fichas. Coste de la respuesta

No nos ayuda nada que el niño obtenga regalos o juguetes de forma fácil pese a que presenta comportamientos disruptivos o desobedientes. Formando parte de un tratamiento más global, la técnica de denominada de "economía de fichas" suele funcionar muy bien para regular los refuerzos que recibe el niño. Para obtener un premio (juguete, salida a parque temático, excursión, etc...) deberá efectuar una serie de conductas deseadas (o dejar de hacer otras) que deben concretarse (portarse bien, obedecer, estudiar, ordenar sus cosas, etc...). 


Tras efectuar esta conducta se le dará inmediatamente un reforzador (puntos, fichas...) que el niño ira recogiendo hasta llegar a una determinada cantidad, momento en el que se le entregará el premio final. También se pueden pactar pequeños premios inmediatos para ciertas conductas deseadas al tiempo que se acumulan puntos para el premio mayor (refuerzo demorado). Lo importante es conseguir que el niño se dé cuenta que obtiene mayores beneficios y privilegios actuando de forma correcta. 


Veamos algunos puntos claves para el buen funcionamiento:

1- Dichos premios deben estar pactados de antemano, ser claros y atractivos para el niño. Busque realmente cosas que le gusten (no sirve pretender que se gane algo que necesita, por ejemplo, unos nuevos lápices para el colegio). 


2- Asegúrese de que al principio puede ganarlos más fácilmente para motivarle. La entrega de estos premios debe ir acompañada de un halago sincero "estoy muy contento", "lo haces muy bien...." y, evidentemente, nunca deben ir acompañados de verbalizaciones negativas del tipo "a ver cuanto dura..." Cuanto más pequeño sea el niño o más inquieto, más cortos deben ser los períodos en los que se evalúa la conducta (no funcionará prometerle algo si aprueba el curso dentro de tres meses). 



3- En el caso de niños hiperactivos tenga en cuenta que hay especial dificultad para posponer las cosas. En todos estos casos, si se entrega una ficha como reforzador, ésta podrá ser intercambiada (al menos al principio) inmediatamente por algún objeto de su deseo (pequeño juguete, golosinas, etc...). Deberá procederse de igual modo con niños que presenten discapacidad intelectual.



4-Es importante que se cree una lista o cartel donde se puedan visualizar el estado de los puntos obtenidos y los que le faltan para llegar al premio, cuando éste se demora según el plan establecido. En caso de la aparición de mala conducta puede también utilizarse la retirada de alguno de los puntos (coste de la respuesta). 



5- Sea constante en la aplicación de ésta técnica y no se deje llevar por la frustración en el primer contratiempo. Se necesita tiempo para cambiar hábitos mal adquiridos y no hay soluciones mágicas al respecto. 



6-Recuerde que cuando dé instrucciones a su hijo, debe hacerlo de forma clara y concreta, sin contradicciones y de forma que sean comprensibles para su edad. Procure no hacerlo acompañado de contacto físico instigador (la utilización de la instigación ha demostrado ser un gran potenciador del incumplimiento).


-Estas técnicas suelen ser muy efectivas para el control de las conductas tanto en el ámbito familiar como en el escolar. No se trata de que el niño aprenda a funcionar siempre a base de premios sino de darle, al principio, motivos para iniciar un cambio en sus conductas. Lo que se espera en el futuro es que las conductas adecuadas se mantengan no por los premios sino por lo que llamamos "reforzadores naturales". Por ejemplo, un niño puede empezar a no efectuar determinadas conductas disruptivas por ganarse el premio, pero este cambio de comportamiento puede hacer que funcione mejor con sus amigos y esto convertirse a medio plazo en un reforzador más potente que el premio inicial. Las conductas pasan a ser controladas por las consecuencias positivas que se generan en su entorno.

5- La intención paradójica

-Es una técnica que bien utilizada puede tener un efecto fulminante sobre la conducta que queremos cortar. Explicado en pocas palabras se trataría de pedrirle al niño o al alumno que haga aquello que precisamente queremos evitar. Imaginemos una situación en un aula donde un niño se niega sistematicamente a efectuar cualquier actividad escolar. El niño cada día entra en una dinámica de provocación hacia al maestro, sometiéndolo a una dura prueba de paciencia. 

¿Qué ocurriría si un día el maestro le dice: "Hoy quiero que no hagas nada, te voy a dar permiso para que estés todo el tiempo sin hacer ninguna actividad. No quiero ni que me escuches. Sólo debes permanecer callado y sin hacer ruido en tu sitio". 


-Unas instrucciones de este tipo pueden crear en el niño una situación de perplejidad, aunque al principio pueda vivirlo de forma gratificante. El hecho de que se inviertan los roles, es decir, siempre la desobediencia se producia para dejar de hacer la actividad concreta. Ahora para no hacer la actividad debo de obedecer las instrucciones, con lo cual el niño pasa a perder su papel de desobediente. 

Para este día podemos planificar unas actividades gratificantes para el resto de los niños y en las que no podrá participar el niño que tenemos bajo las instrucciones de "no hacer nada". Debemos procurar que se aburra lo máximo posible e incluso si interviene en alguna atividad recordarle que él no puede hacer nada ese día.


Con esta actuación es de esperar que el niño haga un cambio de planteamientos y que sus conductas negativistas en el aula disminuyan. 

Evidentemente la técnica tiene sus limitaciones y debe valorarse antes su idoneidad según el perfil del niño. Suele funcionar bien en niños de entornos problemáticos pero con un perfil cognitivo normal.
Fuente


Entrenamiento en autoinstrucciones


1- Introducción

El Entrenamiento en Autoinstrucciones se remonta a los primeros trabajos llevados a cabo por Meinchebaum en la década de los 60 con niños hiperactivos y agresivos. Las técnicas que puso en marcha surgieron con motivo del estudio de los modelos soviéticos de Luria y Vygotsky y, más tarde, del trabajo de Piaget. 


La idea central del modelo es que el lenguaje de los niños tiene, al menos de inicio, la función de guiar y ordenar su propia conducta externa. El reconocimiento del lenguaje interno como “director y controlador” del comportamiento por parte de Meinchenbaum, le lleva a describir un procedimiento general que permita modificar las verbalizaciones internas del sujeto y, en consecuencia, la conducta manifiesta.

El entrenamiento autoinstruccional es una técnica cognitiva de cambio de comportamiento en la que se modifican las autoverbalizaciones (verbalizaciones internas o pensamientos) que un sujeto realiza ante cualquier tarea o problema, sustituyéndolas por otras que, en general, son más útiles para llevar a cabo dicha tarea. Estas nuevas instrucciones, que el propio sujeto se da a sí mismo, coinciden en gran parte con la secuencia de preguntas de la “Técnica de Solución de Problemas”.

El objetivo es que el sujeto introduzca inicialmente un cambio en sus autoverbalizaciones para que, finalmente, se modifique su comportamiento manifiesto.

2- Fundamentos conceptuales de la técnica

Hay que señalar que las instrucciones no se refieren a todas las cogniciones en términos de “lenguaje interno” sino a las verbalizaciones internas que acompañan a la actividad del sujeto. Son instrucciones u órdenes que el sujeto se da a sí mismo, dirigiendo su actuación (“voy a ponerme a estudiar”, “no puedo seguir corriendo”, etc.). 


Se supone que en la medida en que los sujetos se enfrentan con tareas más complejas, en las que les resulta complicado actuar o no saben por donde empezar, las verbalizaciones, las autoinstrucciones, se hacen más evidentes. Dicho de otra forma, el pensamiento, que en otros momentos podría parecer rápido o automático, ahora se enlentece y se transforma en lenguajeque guía con cuidado la actuación del sujeto.

El modelo de Luria sobre el que se basa Meichenbaum (descrito en libro “El papel del lenguaje en la regulación de las conductas normales y anormales”) señala que se pueden distinguir tres etapas para explicar la iniciación e inhibición de la conducta motora de los niños a través del lenguaje:

1ª Etapa: La conducta del niño está dirigida por otras personas. Los adultos a través del lenguaje o de la instigación, controlan la iniciación e inhibición de las conductas.

2ª Etapa: Los niños guían, en gran parte, su propia conducta a través de verbalizaciones en voz alta, hablándose a sí mismos mientras actúan y diciéndose lo que hacen o quieren hacer y cómo lo podrían conseguir.

3ª Etapa: Los niños guían su propia conducta a través de un lenguaje encubierto (subvocal). Estas verbalizaciones persisten en los niños y podemos observarlo también en adultos en ciertas ocasiones.



Los resultados presentados más tarde por Vygotsky, ponen de manifiesto que, efectivamente, las verbalizaciones audibles y comprensibles van disminuyendo con la edad, pero aumentan en la medida que los sujetos se enfrentan con una tarea de mayor relevancia o complicación. 



Meichenbaum, tras varias investigaciones, describió como afectan las verbalizaciones a la ejecución de la tarea en función de algunas variables:Su efecto depende de la edad del sujeto (los niños más pequeños realizan más verbalizaciones sobre la tarea).

Otro factor importante es la dificultad de la tarea o problema. Independientemente de la edad, las verbalizaciones se hacen más patentes a medida que aumenta el nivel de dificultad.Finalmente de la calidad de las instrucciones. Si éstas son con contenido distractor o contrario a la tarea evidentemente tendrán un efecto negativo; si por el contrario, guían correctamente la ejecución, entonces mejorará.



Meinchebaum utiliza como marco general las instrucciones relativas a la “solución de problemas” añadiendo dos aspectos importantes: las verbalizaciones de autorrefuerzo y las deautocorrección.

3- Procedimiento Aprendizaje de Autoinstrucciones

El procedimiento completo consta de cinco pasos:


1º- El terapeuta o monitor actúa como modelo y lleva a cabo una tarea mientras se habla a sí mismo en voz alta sobre lo que está haciendo (Modelado cognitivo).

2º- El niño lleva a cabo la misma tarea del ejemplo propuesto por el terapeuta, bajo la dirección de las instrucciones de éste (Guía externa en voz alta).

3º- El niño lo vuelve a hacer mientras se dirige a sí mismo en voz alta (Autoinstrucciones en voz alta).

4º- Ahora el niño lleva a cabo la tarea de nuevo, pero sólo verbalizando en un tono muy bajo (autoinstrucciones enmascaradas)

5º- El niño guía su propio comportamiento a través de autoinstrucciones internas, mientras va desarrollando la tarea (autoinstrucciones encubiertas).



Para entender el tipo de instrucciones que el autor sugiere como marco general para cualquier tarea, se describe a continuación un ejemplo de tarea escolar, como pintar un rectángulo en la pizarra (Santacreu, 1.983). En este caso, el terapeuta tiene como objetivo reducir la impulsividad y mejorar el enfrentamiento a los fracasos de un niño hiperactivo. De acuerdo con el procedimiento señalado anteriormente, el terapeuta comenzará la tarea (fingiendo cometer errores igual que el niño) diciéndose a sí mismo:



Vamos a ver.......¿qué es lo que tengo que hacer?. Tengo que pintar un rectángulo en la pizarra. Muy bien. ¿Cómo puedo hacerlo? Tengo que ir despacio y con cuidado. Primero pinto una línea hacia abajo.....un poco más....bien....eso es.... Después tengo que ir hacia la derecha.....eso es... Lo estoy haciendo bastante bien. Recuerda que hay que ir despacio. Ahora tengo que ir hacia arriba. ¡No! No tan desviado a la derecha.....Bueno no pasa nada......ahora borro la línea y veamos.....aunque cometa un error puedo continuar. Lo borro y voy más despacio. Recto hacia arriba....eso es. Tengo que ir con cuidado para hacer los dos lados iguales. Muy bien, ya lo tengo. Ahora tengo que unir los dos lados por aquí. Despacio....Bien, ya he terminado. ¡Lo he hecho!



Lo que el modelo trata de enseñar al niño a través de estas instrucciones puede concretarse en:



1º- Definir el Problema: ¿Qué tengo que hacer?
2º- Guía de la Respuesta: ¿Cómo tengo que hacerlo? (despacio, pinta la raya hacia abajo....).
3º- Autorrefuerzo: Lo estoy haciendo bastante bien.
4º- Autocorrección: En el caso de que no se alcance el objetivo propuesto, afrontar el error (si cometo un error puedo continuar. Iré mas despacio.

Hay que recordar que el objetivo de esta técnica es modificar las verbalizaciones internas que el sujeto utiliza ante aquellos problemas o situaciones en los que habitualmente fracasa, realizando respuestas inadecuadas para alcanzar el objetivo. Así, pues, el éxito de la técnica viene determinado, no sólo por el cambio de verbalizaciones internas del sujeto, sino por el cambio de comportamiento ante dichas situaciones. 

Es muy importante adecuar la técnica a las características del niño. Se aconseja aplicarla de una forma lúdica para que el niño lo viva como un juego. 
Se considera el modelado como el procedimiento más eficaz para enseñar las autoinstrucciones. No obstante, existen otros métodos como pueden ser el uso de comics o manuales de procedimiento. 

La pregunta fundamental es ahora en qué tipo de problemas o trastornos infantiles la técnica de entrenamiento de autoinstrucciones es la opción más idónea.

4- Aplicaciones prácticas de la técnica

a) Impulsividad (T.D.A.H.)
Tal como se ha mencionado, Meichenbaum la utilizó originalmente con niños hiperactivos, impulsivos o agresivos ya que las autoinstrucciones tienen un papel enlentecedor de la acción y propicia una mayor reflexividad. 

Afirmaba que el éxito en este tipo de trastornos radica primero, en la utilización del modelo y en segundo lugar, la repetición de las autoinstrucciones, mientras el niño hace las tareas. Estos dos factores resultan ser los componentes más eficaces del programa de tratamiento.
En el tratamiento de los niños hiperactivos Meichenbaum plantea que las terapias que utilizan procedimientos operantes no suelen tener éxito debido a la acción altamente motivadora de dichos procedimientos, de tal manera, que en lugar de endentecer la actividad y permitir una actitud reflexiva, logran todo lo contrario. 
Sin embargo, la asociación de procedimientos operantes y cognitivos (autoinstrucciones) mejora los resultados.

Finalmente señalar que si el entrenamiento se efectúa con autoinstrucciones generales frente a instrucciones específicas se facilita la generalización. Es decir, el llevar a cabo lo aprendido en otras situaciones externas.



b) Falta de Autocontrol 

La falta de autocontrol hace referencia a la dificultad por anticipar las consecuencias de la actuación, por parte del propio sujeto. En conductas adictivas o violentas, los sujetos actúan impulsivamente sin mediar cogniciones o verbalizaciones internas en las que se evalúen todas las consecuencias. En estos casos la técnica se ha utilizado para intentar demora la actuación de los sujetos. 

Sin embargo, la eficacia en este tipo de problemas viene muy condicionada por los aspectos sociales. Si el sujeto se mueve en ambientes marginales o de riesgo (violencia, agresión) no se alcanzan resultados positivos.

Cuando los problemas se reducen a un ámbito clínico en concreto como puede ser la obesidad, los resultados indican una razonable eficacia. 



c) Dificultades de Aprendizaje 

En el caso de niños con “dificultades en el aprendizaje” o de “retraso mental”, se han llevado a cabo numerosos estudios que han demostrado la eficacia del procedimiento. Se ha utilizado con buenos resultados en niños con problemas de escritura, comprensión y cálculo. También se han diseñado programas para mejorar la atención en clase. Sin embargo, se apuntan como requisitos previos para obtener resultados óptimos que:



1- El niño tenga la capacidad para articular las verbalizaciones necesarias.

2- Capacidad para comprender su significado.
3- Los comportamientos motores implicados estén en el repertorio del niño.

-Finalmente apuntar que la técnica no ha mostrado resultados positivos y consistentes en su uso en trastornos de ansiedad y fobias específicas en niños. Son necesarios más estudios para concretar los aspectos a modificar en su utilización en este ámbito.


La Intención Paradójica


1- Introducción

La intención paradójica es uno de los métodos más rápidos, más poderosos y menos comprendidos para cambiar la conducta. Mediante una serie de instrucciones que llamamos “paradójicas” se han conseguido éxitos significativos en trastornos concretos como pueden ser la dificultad para dormir, el morderse las uñas y el tartamudeo (disfemia) entre otros.
Los principios teóricos se basan originalmente en las técnicas de la Terapia Breve del psiquiatra Milton H. Erickson y la logoterapia de Victor Frankl. 

La denominación de “paradójica” no es gratuita sino que delata la auténtica naturaleza del sistema. Se trata de pedirle al paciente que haga precisamente lo que es objeto de malestar psicológico. Si una persona no puede dormir le pediremos que deje de hacerlo durante un tiempo o unas horas determinadas. Si un niño se muerde las uñas le exigiremos que lo haga durante más tiempo o durante intervalos más largos. Si un joven tartamudea y eso le crea gran ansiedad, le obligaremos a que tartamudee con mayor frecuencia y durante más tiempo de forma voluntaria. 


Son procedimientos construidos para sorprender. Son contrarios a las expectativas de los pacientes sobre su visión de la naturaleza de la función de la terapia.



La técnica parece de entrada irresponsable y contraria al sentido común. No se entiende como potenciando lo que se intenta erradicar se va a solucionar el problema. Esta es la gran paradoja de la técnica que a continuación exponemos.

2- ¿Cómo funciona?

La eficacia de la Intención Paradójica se basa en el principio fundamental de que los pacientes intenten llevar a cabo la conducta que están evitando. De esta manera, el proceso circular, que se mantiene a sí mismo, se rompe, puesto que el intentar realizar la conducta no deseada es incompatible con la ansiedad anticipatoria y, por tanto, la neutraliza.


Imaginemos una persona que sufre insomnio. Se acuesta puntualmente pero no logra conciliar el sueño hasta una determinada hora de la madrugada. Ello le comporta problemas para despertarse por la mañana. Además, cada día, al acercarse la hora de ir a dormir, manifiesta mucha ansiedad ya que anticipa su fracaso en el intento de dormir. Pues bien, la técnica consiste precisamente en pedirle, como parte del tratamiento, que no trate de dormirse hasta más tarde de lo que lo hace (las horas deben concretarse según las circunstancias). ¿Qué conseguimos con ello? De entrada situamos el origen del problema en una causa externa al paciente (ahora ya no duerme debido a que no logra conciliar el sueño, sino porque así se le ha exigido). El primer efecto es disipar la ansiedad de anticipación con lo cual es muy probable que el resultado sea la aparición del sueño antes de lo esperado.

En el caso de las disfemias (tartamudeos) al permitir e incitar a que el niño tartamudee voluntariamente, durante un tiempo controlado, puede tener también unas consecuencias reductoras de la ansiedad y producirse una mejora.

Otro ámbito de aplicación puede ser en el de la cama mojada (enuresis). ¿Qué sucedería si le diéramos permiso o le pidiéramos a un niño que se hiciera pipi cada día durante un tiempo? Probablemente si ese problema va asociado a unos altos niveles de ansiedad por parte del niño, el sentirse liberado del mismo podría significar una mejora.



No estamos afirmando que esta sea una técnica milagrosa sino que tiene una gran capacidad terapéutica si se sabe utilizar con creatividad y en combinación con otras técnicas mas usuales. Evidentemente tiene sus límites. El principal es que su mayor eficacia está condicionada a que junto con el problema que queremos tratar se de un cierto nivel de ansiedad en la persona o niño. Como se ha expuesto la técnica incide directamente sobre las propias cogniciones al invertir los roles. 



Otra limitación importante es que debe utilizarse con preferencia en aquellos casos en que las técnicas convencionales han resultado inútiles. Por ejemplo, en un caso de insomnio, donde se ha podido utilizar un entrenamiento en relajación con mal resultado, podría ser un buen candidato a la intención paradójica. Ahora no hablaríamos de intentar dormirse relajándose progresivamente sino preparar la habitación con la intención de mantenerse el máximo tiempo despierto posible. En concreto, los máximos beneficios se lograrán en aquel tipo de paciente que experimente “esfuerzos para dormir” y que padecen una ansiedad considerable sobre las consecuencias negativas de la perdida de sueño.



En general, pues, podemos afirmar que la técnica funcionará mejor con personas con preponderancia de síntomas cognitivos que no con aquellos en los que predominen los conductuales.

3- Su utilización en población infantil y juvenil

No está muy documentada su utilización en niños por lo que debemos ser muy prudentes al respecto. 


Se han apuntado ya intervenciones concretas en el caso de las disfemias, enuresis, morderse las uñas, etc. En el caso de niños mayores hay alguna referencia a tratamientos de fobias específicas en donde los principios de intervención coinciden o se complementan con las denominadas técnicas de inundación. 


Sabemos de las peculiaridades y limitaciones de la intervención psicológica con población infantil y juvenil. Las técnicas paradójicas, dentro de este contexto, pueden aportarnos en casos y momentos concretos soluciones ingeniosas para problemas puntuales. No se trata tanto de una aplicación estándar de la técnica sino de aprovechar sus principios como una herramienta más dentro del cajón de sastre que constituyen todas las técnicas de intervención, en especial, cuando las habituales resultan ineficaces.



Con frecuencia nos encontramos con conductas disruptivas de menores que obedecen a la necesidad de comunicar algo o efectuar una demanda. A veces es la costumbre que ha impuesto un repetido quehacer diario que aunque desadaptado y no deseado se mantiene en un circulo vicioso difícil de romper. En otras ocasiones la situación o el contexto no nos permite actuar de la forma convencional y necesitamos de la creatividad. Es en todos estos casos cuando la intervención paradójica adaptada puede aportarnos alguna salida.



A continuación se exponen algunos casos en los que se podría valorar la inclusión de estas técnicas. Sin embargo, se insiste en la necesidad de entenderlas como un instrumento complementario y dentro de un marco terapéutico más amplio (vamos a tratar básicamente síntomas). Por lo tanto, en población infantil, lo entenderemos como intervenciones puntuales cuando las necesidades de la situación lo requieran y técnicas más convencionales no acaban de funcionar.



Además deberá valorarse la edad del niño, su nivel cognitivo y las posibles consecuencias negativas de su aplicación a la que más adelante nos referiremos. 

4- Ejemplos prácticos

Veamos algunos ejemplos prácticos susceptibles de la aplicación de la técnica :


Ejemplo 1:

Supongamos que J. es un niño de 9 años con buen nivel intelectual pero con muchas limitaciones en su funcionamiento social debido a que presenta obsesiones recurrentes acerca de lo bien o mal que realiza sus actividades. De forma repetitiva necesita de la aprobación constante del adulto y si no la obtiene o considera que ésta no ha sido suficientemente clara le crea un gran desasosiego y ansiedad. Aquí la intervención iría encaminada a pedirle al niño que ejecute mal deliberadamente alguna actividad, a que deje de ser por un momento perfeccionista. En definitiva, a que se enfrentara con sus temores de una forma controlada y que aprendiera que no se producen las temidas consecuencias catastróficas.



Ejemplo 2:

P. es una niña con 7 años de edad. Su nivel intelectual es normal pero ha aceptado muy mal la separación de sus padres. Su rendimiento escolar ha bajado mucho hasta el punto que su profesora está muy preocupada. Han aparecido ciertos comportamientos disruptivos y autolesivos que antes no estaban presentes en el repertorio de la niña. Actualmente sigue un tratamiento cognitivo-conductual, pero una de las conductas que más preocupa a sus padres, es la de morderse los dedos o uñas de la mano hasta el punto de provocarse erosiones. Es evidente que la intervención psicológica se está produciendo a diferentes niveles, sin embargo, en la conducta concreta de morderse las uñas (si no hay avances) podemos intentar una solución drástica con la intención paradójica. 



En una situación controlada, vamos a pedirle que no deje de morderse los dedos (siempre vigilando la intensidad de la misma y en el caso de que no haya contraindicación médica o lesiones en la zona afectada) durante períodos cada vez más largos. Se le recriminará si deja de hacerlo antes del tiempo previsto. El acto deja de convertirse en voluntario, pierde su capacidad de llamar la atención y se vuelve desagradable. Es posible que su frecuencia disminuya después del tratamiento si se han seguido los tiempos y las formas adecuadas. 



Ejemplo 3:

F. Es un niño de 8 años. Presenta enuresis primaria y no parece haber factores orgánicos o ambientales que justifiquen el mantenimiento del problema. El niño es muy responsable y lo vive con mucha angustia. Teme especialmente que sus compañeros se enteren y se rían de él. Además las colonias están cerca y su nivel de ansiedad ha aumentado anticipando las posibles consecuencias. El tratamiento habitual no está resultando eficaz y dado el alto componente de ansiedad asociado parece un buen candidato a la intención paradójica. Como parte del tratamiento vamos a darle permiso para que se haga pipi en la cama durante un tiempo (los padres deberán tomar las precauciones pertinentes). Es más, vamos a insistirle que creemos que para poder ayudarle seria importante que se le escapara alguna noche. De lo que se trata no es de que voluntariamente lo haga en la cama (en caso que se despertara con la necesidad de ir al servicio así debería hacerlo) sino que si se le escapa no tan sólo no pasa nada sino que es un señal que estamos avanzando en la solución. 



En la base de esta paradoja está la intención de descargar emocionalmente al niño de la culpabilidad de hacerse pipi en la cama. La ansiedad anticipatoria en esos días no tiene razón de existir. En estas circunstancias es muy posible que el niño disminuya los episodios de cama mojada y que afronte con mayor éxito posteriormente el tratamiento convencional.

5- Conclusiones y limitaciones de la técnica

  • 1- La técnica está orientada principalmente a atenuar síntomas. Debe, pues, utilizarse básicamente como una herramienta complementaria dentro del marco general del tratamiento.
  • 2- Es especialmente útil cuando hay un componente de ansiedad anticipatoria asociado ya que la ataca directamente. En niños debe utilizarse con prudencia ya que mal empleada podría comportar un aumento de las conductas no deseadas al fomentar directamente la que queremos eliminar.
  • 3- Debe valorarse a fondo las peculiaridades de cada niño antes de utilizarlas.
  • 4- Su uso está más justificado cuando las técnicas convencionales no acaban de funcionar.
  • 5- No tenemos actualmente estudios rigurosos que nos orienten en cuanto a su eficacia, ámbito de aplicación y otros aspectos sobre las diferentes variantes de su uso en niños.
  • 6- A pesar de estas limitaciones, creo que la intención paradójica resulta especialmente interesante, dado que el niño lo vive de forma novedosa, contrario a sus expectativas, pero a la vez puede motivarle mucho hacia la solución de problema.
  • 7- Estas técnicas sólo pueden ser utilizadas bajo la supervisión de profesionales especializados.


El Diario emocional


1- Introducción

El Diario Emocional que proponemos no es una técnica de intervención propiamente dicha sino más bien un instrumento de gran utilidad para ser utilizada conjuntamente por padres e hijos bajo supervisión del terapeuta. Por tanto, se trata de un herramienta que suele incorporase como un elemento más dentro de un paquete de medidas más amplio para ayudar en ciertos problemas de índole o base emocional en algunos niños.

2- Su justificación

En la base de muchas de las conductas disruptivas en jóvenes y niños se encuentran problemas de tipo afectivo, de vinculación, historia de malos tratos (físicos o psíquicos), poca atención emocional, separaciones, etc. 


Al igual que resulta vital para la supervivencia desde la primara infancia, la provisión de alimentos, también lo es la atención afectiva. La integridad psicológica del niño a lo largo de su desarrollo va a depender de ello.

De no ser debidamente atendidas estas necesidades primarias estamos introduciendo un factor de riesgo para la aparición o incremento de la inseguridad, los miedos y, más adelante, las conductas agresivas. 



(Para más información visitar nuestras páginas: Trabajando el vínculo afectivo con nuestros hijos yTrastorno del vínculo).



El instrumento que proponemos no supone una solución magistral a un problema complejo sino que pretende acercarnos a algo que consideramos fundamental en el tratamiento y prevención de algunas conductas disruptivas con base emocional: Abrir una puerta de comunicación entre padres e hijos para que las emociones y sentimientos fluyan y se expresen dentro de un marco controlado y amigable en lugar de hacerlo de otras formas (somatizaciones, depresión, miedos, ansiedad, agresividad, intolerancia, etc.).

3- Cómo funciona

1º- Hay que delimitar un tiempo cada día para poder estar con el niño. Un buen momento es por la noche justo antes de acostarse (siempre que el niño no esté excesivamente cansado). El tiempo puede ser variable según edad y circunstancias. Normalmente con 15 o 20 minutos puede ser suficiente.


2º- El niño tendrá una libreta (diario emocional) que previamente ha escogido y sea de su gusto. 


3º- Los padres conjuntamente o uno de ellos (u otro en su ausencia) pedirán al niño que haga un pequeño balance del día (empezar por las cosas positivas y dejar para el final las negativas). Ahora es el momento de sacar aquellas cosas que no han ido bien y tratarlas relajadamente, con sentido positivo y compartiendo estrategias comunes para superarlas. 

Según la edad y/o capacidad verbal del niño puede que tenga cierta dificultad para expresarse o no comente aspectos relevantes. Los padres deberán tener la habilidad suficiente para irlo guiando hacia el terreno que deseamos con sutileza. No se trata de recriminar sino de hacerle ver en qué puede mejorar y cómo hacerlo. También de alabar sus cosas buenas.

4º- Si el niño ya sabe escribir y según su capacidad, deberá anotar muy brevemente aquellas cosas que considere relevantes (positivas y negativas) en su diario y lo que es más importante: cómo se ha sentido. 

Por ejemplo: “Hoy el maestro me ha castigado y me he sentido triste”

Los padres deben guiarlo en la expresión verbal de lo que ha pasado, cuales han sido las consecuencias y sus sentimientos. No se trata tanto de consolarlo y minimizar los problemas que haya podido tener para tranquilizarlo sino de hacerle saber que formamos un equipo con él y que estamos ahí para ayudarle en lo que necesite. 



Tampoco se trata de que le hagamos cada día un interrogatorio sino que nos habituemos a hablar acerca de nuestras experiencias diarias. No forzarlo si no lo desea. En este caso recordarle que estamos allí para escucharle y que cuando lo desee estamos disponibles. 



5º - El objetivo fundamental no es tanto la solución de sus pequeños problemas diarios sino la de trabajar la expresión emocional de los mismos para consolidar el hábito de compartir y comprendernos mejorar para minimizar los conflictos.

A pesar de que el niño se muestre (normalmente al inicio del programa) reticente a manifestar sus emociones más intimas, el mensaje que recibe es muy contundente: “Mis padres están ahí para escucharme”. Ello supone un afianzamiento de su seguridad emocional y de los lazos afectivos e indirectamente se reducen las posibilidades de conductas disruptivas.



6º- Cuando analicemos el día, destacar especialmente los aspectos positivos, los pequeños avances en aprendizaje o conducta. Para finalizar la sesión podemos introducir un pequeño juego o actividad (leer un cuento, etc.).

7º- El registro de todas estas experiencias por parte del niño incrementan su percepción de las diferentes situaciones y el modo correcto de hacerles frente. Igualmente ofrece a lo largo del tiempo información relevante acerca de la evolución del niño en los aspectos trabajados.

8º- El Diario emocional puede tomar diferentes formas y debe ajustarse a las necesidades y peculiaridades de cada familia e hijos. Aquí sólo exponemos algunos rasgos generales como punto de partida. 

El Diario no es un tratamiento en sí mismo sino la excusa, el motivo aparente de algo que es más profundo: Un vehículo para la expresión de los sentimientos y emociones de nuestros hijos como paso previo para comprenderles y hacer que crezcan más fuertes psicológicamente. 

Para los niños más pequeños que no pueden todavía escribir, pueden utilizar igualmente una libreta y en lugar de escribir colocaran la pegatina que refleje mejor el estado emocional de ese día. Pueden utilizarse diferentes modelos que expresen diferentes niveles de alegria o tristeza. A continuación, a modo de ejemplo, mostramos los Gomets Mr. Smiley comercializados por la empresa Apli en España.

4- Ventajas de su aplicación:

1Regularizar un espacio de comunicación diario y de calidad con el niño.
2Aumentar su seguridad emocional y autoestima al sentirse escuchado y acompañado.
3Mejorar la vinculación afectiva con los padres.
4Reducir miedos y ansiedad ante situaciones nuevas.
5Reducir enfermedades somáticas.
6Aprender a resolver los problemas (con la guía de los padres).
7Saber identificar las emociones y autocontrolarlas.
8Tener un registro de la evolución del niño en los aspectos que trabajemos.

5- Problemas habituales en su aplicación

1Falta de tiempo por parte de los padres.Normalmente las tareas familiares se condicionan a las disponibilidades que nos deja el trabajo. Debemos tomar este tiempo como prioritario y anteponerlo a otras cuestiones si queremos avanzar.
2No ser constantes en su aplicación.Podemos apoyarnos, si los padres no podemos un día, con algún familiar próximo de confianza (abuelos, etc.).
3Negación del niño a colaborar.Hay que intentar motivarle. Como todo necesita su tiempo.
4Cansancio o sensación de estar perdiendo el tiempo.Los efectos no siempre son inmediatos y pueden desanimarnos si no llegan rápido. No obstante una vez llegan suelen hacerlo para quedarse.
5Necesidad de otras intervenciones.Se ha comentado ya que este instrumento suele formar parte de un conjunto más ámplio de medidas de intervención dependiendo del caso y bajo el control del psicólogo infantil.

6- Cuando utilizarlo

El Diario emocional puede utilizarse en todos los niños que disponiendo de la suficiente capacidad de comprensión y expresión verbal, estén expuestos a su vez a problemas de origen emocional, especialmente aquellos derivados de situaciones estresantes, a veces, imprevistas o incontrolables. Separaciones, malos tratos, abandonos, adopciones, celos, falta de atención afectiva por parte de los padres como consecuencias diversas (desplazamientos por trabajo, falta de recursos propios, incompetencia parental, enfermedades crónicas u hospitalización prolongada, familias monoparentales, etc.).


También puede resultar útil en cualquier niño con situación familiar normalizada pero en el que se desee potenciar la vinculación, mejorar su autoestima o reducir miedos y ansiedad.


El Principio de Premack



1- Resumen de la técnica:

Ámbito de aplicación:Su uso más común es para incrementar (reforzar) aquellas conductas deseables de baja ocurrencia: incrementar el tiempo de trabajo en clase, potenciar el aprendizaje de una materia concreta o, también, reducir conductas disruptivas en clase cuando éstas no son de excesiva gravedad.
Edad:Puede aplicarse en todas las edades cambiando las formas y los refuerzos. Tanto en Educación Ordinaria como en la Especial.
Puntos fuertes:Es una técnica poco intrusiva en la que es el niño el que tiene el propio control de las consecuencias. Es decir, si efectua la conducta que le solicitamos tendrá contingentemente a su disposición la situación reforzante.
Limitaciones:Para que funcione es necesario conocer cuales son las conductas más reforzantes para cada niño. Su aplicación en grupo puede ser complicada debido a que las áreas de interés de cada alumno pueden variar.


2- Fundamentos teóricos

Se trata de un principio de reforzamiento formulado originalmente por Premack en 1.965. El enunciado literal nos dice: “Dadas dos respuestas en un procedimiento de condicionamiento operante, la respuesta más probable reforzará a la conducta menos probable; la respuesta menos probable no reforzará a la conducta más probable.

3- Descripción

Vamos a explicar un poco mejor el principio. Lo que hizo Premack es observar en una situación experimental las opciones naturales que los niños preferían al ofrecérseles dos opciones. La primera era jugar a maquinitas (en aquel entonces jugar al pinball, hoy podría ser cualquier tipo de juego al ordenador) y la segunda comer golosinas o “chuches”. 

En los niños que prefirieron jugar al pinball se estableció que esa era la respuesta reforzante, igualmente para los que prefirieron las golosinas, mientras que la otra opción pasaría a ser una conducta menos probable o apetecible en una situación de libre elección.

Pero lo realmente interesante es que Premack verificó experimentalmente que podíamos utilizar la conducta más probable (la que le gusta al niño) para reforzar la ocurrencia de la menos deseada o probable.

4- Aplicación

Para no extendernos en más consideraciones técnicas, lo que se deduce a efectos prácticos es que, si sabemos cuales son las actividades que más le gustan al niño, podemos utilizar éstas para reforzar la presencia de otras que le son menos agradables. Por ejemplo: imaginemos un niño que le encanta dibujar en clase pero no soporta las matemáticas. En ese caso lo que podemos hacer es darle la oportunidad al niño de que efectúe su actividad preferida por más tiempo (actividad reforzante) contingentemente a aumentar el tiempo de dedicación a las matemáticas (actividad menos preferida). 

También podemos supeditar el tiempo dedicado actividades lúdicas diversas (las de su agrado) al compromiso de aumentar progresivamente el tiempo a ciertas materias o actividades que no le gustan tanto o presenta problemas. 

Otros ejemplos aplicados:



-Después de realizar un número determinado de operaciones matemáticas (conducta de baja frecuencia) puede dedicar un tiempo establecido a una actividad muy habitual en él (dibujar, pintar, plastilina).

-Después de permanece atento y efectuar una actividad de Lectura durante el tiempo establecido (conducta baja frecuencia), a continuación puede dedicar un tiempo a trabajar con recortables (conducta de alta frecuencia o reforzador de actividad).



Hay que tener en cuenta que la diferencia fundamental con otras técnicas operantes (refuerzo, coste de la respuesta, etc...) es que aquí el reforzador no es un objeto, ficha, premio o cualquier otro elemento primario sino una conducta de alta probabilidad de ocurrencia en un individuo concreto (dibujar, pintar, jugar en el ordenador, etc...). Igualmente el objetivo del cambio es una conducta de baja probabilidad de ocurrencia pero que deseamos que aumente (estudiar, no levantarse de la mesa en la escuela, obediencia, atención, etc...).


Orientaciones generales:

  • La técnica puede adaptarse a diferentes edades y tomar diferentes formas, preferentemente y, según nivel del niño, a partir de los 7 u 8 años. Es una técnica básicamente de aplicación individual ya que dependemos de las preferencias naturales del niño, pero puede también aplicarse colectivamente ya que hay actividades que son del gusto de la mayoría de jóvenes (deportes, ordenadores, etc...).
  • Hay que ser creativos en su aplicación y el secreto está en encontrar la conducta de alta frecuencia que nos sirva como reforzador adecuado en cada caso.
  • En algunos casos, suele funcionar muy bien apoyarse con registros o gráficos visuales (especialmente en el ámbito de la educación especial) en donde el niño pueda ver que tiene a su disposición la actividad reforzante.
  • Igual como ocurre en la aplicación de otras técnicas, es necesario asegurarnos que el niño consiga algunos pequeños logros al principio para que no se nos desmotive.
  • A nivel de grupo señalar que, tras la planificación previa, podemos mejorar aspectos del funcionamiento del mismo dentro del aula. A tal efecto puede crearse un registro colectivo donde la consecución de los objetivos marcados comporte beneficios para el grupo en forma de tiempo libre extra, cambios a actividades más gratificantes (aumentar tiempo de juego), o mejorar colectivamente la nota con un plus pactado con anterioridad.
  • Las posibilidades son muchas y sólo dependen de la imaginación de las personas que la aplican y las limitaciones o posibilidades del grupo o escuela.
  • Con el tiempo, se espera que las nuevas conductas que han tenido que ser reforzadas al principio con actividades gratificantes, vayan progresivamente consolidándose y finalmente no necesiten ya del refuerzo inicial para seguir en el repertorio del niño.
  • En definitiva, podemos aplicar el Principio de Premack para aumentar la motivación hacia el trabajo pero también para fomentar aspectos de la relación entre iguales, mejorar la cohesión del grupo o mejorar la conflictividad en o entre alumnos concretos.

5- Caso práctico

Juan es un niño de 12 años que presenta episodios recurrentes de desobediencia hacia su maestra con dificultades para centrar la atención y alterando el buen funcionamiento de la clase. Lo que más le gusta es jugar en el ordenador, en especial, los juegos de competición de coches. La única ocasión que tiene de hacerlo en la escuela es en la hora semanal que tienen de informática. No obstante, el tiempo de juego libre es sólo de unos 10 minutos ya que en el resto del tiempo se efectúan actividades programadas.

En este caso, aparte de otras medidas, se le planteó a Juan la posibilidad de poder jugar hasta 20 minutos. No obstante, se le advirtió que si sus conductas en clase continuaban este tiempo podía reducirse a 0. 



Juan está acostumbrado a ser castigado y es consciente que sus problemas conductuales le imposibilitan, de entrada, conseguir cualquier recompensa mediante el sistema de fichas convencional al que no responde bien.

Es por ello que se pensó en utilizar el Principio de Premack combinado con el coste de la respuesta.



De esta forma, se le comentó a Juan que el refuerzo estaba disponible (20' juego ordenador en clase informática). Dependía de él conservar ese tiempo. El mensaje que se lanzaba al niño había cambiado. Ya no se trataba de castigarlo si no era obediente (es el maestro quien toma la iniciativa como ejecutor del estímulo punitivo), sino de hacerle ver que, de entrada, ya dispone del reforzador (un tiempo adicional en su actividad favorita), sólo tenía que esforzarse en no ser desobediente para disfrutarla (el peso recae sobre el propio individuo que toma el control sobre las consecuencias). 



Detalles de la intervención efectuada:

Para concretar la actuación, se creo un registro con una barra que representaba que los 20 minutos de juego estaban disponibles al comenzar la semana (el lunes). A medida que Juan efectuaba las conductas no deseadas esa barra iba creciendo restándose el tiempo disponible. Es decir, Juan consume tiempo de su juego favorito paralelamente a la aparición de las conductas negativas (coste de la respuesta). 



Antes de poner en marcha la intervención:



1- Se pactaron las conductas susceptibles de penalización para que no hubiera discrepancias o dudas. Es decir, se especificó al niño de forma concreta cuales eran las conductas que consideramos desobedientes (levantarse de la mesa en el aula cuando se está trabajando, negarse a trabajar, etc...).



2- Se seleccionaron las conductas más molestas o persistentes para actuar sobre ellas. No conviene actuar sobre muchas manifestaciones conductuales a la vez. Una vez se produce la mejora sobre el objetivo planteado pueden incorporarse otras conductas progresivamente para su control o modificación.
El registro se formalizó y estaba disponible para ser visto cada vez que se le restaba tiempo. Suele ser más eficaz que el niño visualice directamente sobre un gráfico el estado de la situación que se lo expliquemos sólo con palabras.


Recordar que uno de los factores claves del éxito de esta técnica es que el niño tiene directamente el control sobre las consecuencias de su conducta. Es decir, ya tiene el premio de entrada, pero deberá ser capaz de controlar su conducta para no perderlo. Ello lo hace más atractivo y diferente del castigo clásico.


Juan siguió con malas conductas la primera semana de implantación del registro, mejoró en la segunda y en la tercera consiguió disponer de todo el tiempo de juego.

6- Apuntes finales

Al introducir estas técnicas lo que estamos haciendo es producir en el niño un aprendizaje conductual nuevo e incompatible con su forma de proceder actual. El mensaje que debe interiorizar no es: “si me porto mal me castigan” sino: “si hago las cosas mejor me puedo beneficiar de ciertos privilegios y pasármelo mejor.”


Como se ha visto en el caso práctico, las diferentes técnicas conductuales, aplicadas a niños, no deben entenderse como estrategias estancas y rígidas sino como un conjunto de herramientas que pueden combinarse de diferentes formas para adaptarlas a las peculiaridades de cada niño y/o situación.


Insistir en que cada alumno es un mundo y hay que buscar el punto adecuado para cada uno de ellos. En algunos casos, en especial, en aquellos que el trastorno de la conducta obedezca a causas multifactoriales como la pertenencia a grupos marginales, de alto riesgo o factores genéticos, esta técnica puede ser, por sí sólo ineficaz, dado que no existe la motivación concreta hacia algo en particular. Puede que necesitemos complementariamente otras actuaciones.


Finalmente señalar que hay que valorar cómo debemos aplicar la técnica dentro del aula, es decir, estamos proporcionando un premio a un niño en concreto para que intensifique ciertas conductas positivas. La duda puede plantearse en el sentido de qué hacemos con el resto del grupo que ya está funcionando bien. Una solución es extender los premios a todo el grupo o que Juan efectúe la actividad en momentos concretos fuera del grupo. Todo esto debe ser planificado según las circunstancias.
Fuente

Controlar conducta infantil



Las pautas generales que se sugieren a continuación se exponen a nivel informativo con la única intención de dar algunas orientaciones. En ningún caso pueden sustituir las directrices que le haya podido dar su especialista. Consulte al profesional cuando las conductas presentan unos niveles excesivos en cuanto magnitud, frecuencia o perseverancia en el tiempo.


Pautas a seguir:


Cada niño es un mundo y no hay estrategias universales eficaces para todos ellos. Lo que funciona bien en un niño puede no ser eficaz en otro. Aún así, hay una serie de principios que utilizados con la suficiente destreza pueden ponernos en el buen camino para establecer, modificar o eliminar conductas en niños. A continuación exponemos con carácter general algunos de ellos:
1-LÍMITES: Son fundamentales. Atrévase a poner límites a sus demandas. Si no lo hace a edades tempranas luego será mucho más difícil establecerlos. Intente explicarle su punto de vista de forma calmada y adecuándola a la edad del niño. No utilice el tono imperativo ni los gritos. Hágale saber más bien que está triste por su comportamiento, que está decepcionado, pero manténgase firme en su posición. Es necesario establecer, desde la primera infancia unos hábitos adecuados en alimentación, ritmos de sueño, etc... Son los propios padres los que han de marcar sus propios límites y normas en función de la edad del niño y sus valores educativos. Poner límites no debe plantearse como un trabajo coercitivo con el niño, sino como un juego de equilibrios, en el que el niño va a aprender el sentido de dar y recibir, al tiempo que va interiorizando una serie de pautas y valores que le servirán más adelante como referentes. 


2-CLARIDAD: Sea claro en las instrucciones. Si queremos establecer límites, el niño debe saber exactamente qué le pedimos. Si le decimos "pórtate bien" esto puede suponer diferentes cosas en diferentes situaciones. Es más eficaz concretar la demanda en una situación concreta. Por ejemplo en una situación de paseo por la calle le diremos "no cruces hasta que esté el semáforo verde", en la casa en situación de juego "no tires los juguetes". 


3-ATENCIÓN: Préstele atención cuando realice las conductas deseadas en caso contrario retíresela. El halago verbal y sincero funciona muy bien como apoyo de otros refuerzos. En caso de aparición de una conducta disruptiva (rabietas...) retire la atención sobre el niño (Tiempo Fuera). Un premio no esperado y contingente a la realización de alguna conducta deseada aumentan la probabilidad de que vuelvan a ocurrir. Puede establecer también premios y consecuencias contingentes a las diferentes conductas (Economía de Fichas - Coste de la respuesta).



4-COMPLICIDAD: Cuando se establecen unos límites o normas, estos deben ser respetados por todos los miembros de la familia. Padres, hermanos o abuelos deben actuar de igual modo ante las conductas problema del niño. Si sólo es el padre o la madre la que exige ciertos requisitos al niño, el avance es mucho mas complicado sino imposible.


5-MINIMIZAR: Cuando dé instrucciones minimice el NO. Con niños es más efectivo el decirle lo que debe hacer que lo que no debe hacer. Por ejemplo es más conveniente decirle: "habla bajito" que "No chilles". La primera la experimenta como una sugerencia la segunda como una imposición. 

-Debemos siempre desaprobar las conductas (morder, desobedecer, gritar....) nunca al niño (eres un desastre, eres muy malo, eres...).


6-ELECCIÓN: Que elija él. A la hora de darle instrucciones podemos minimizar la probabilidad de desobediencia si proporcionamos al niño varias opciones para que él elija. Por ejemplo en lugar de decirle sólo: "recoge los juguetes", podemos añadir: "mamá va a ayudarte a recoger los juguetes, ¿dime cuales prefieres guardar tu? Al niño se le recuerda que la responsabilidad de guardar los juguetes es suya, pero, a la vez, tiene cierta sensación de control sobre la situación y tolera mejor la demanda del adulto. Una vez establecido el hábito de recoger probablemente lo haga sin demasiadas quejas y ayudas.
7-EXPLICACIÓN: Acompañe la demanda con una explicación breve. Si damos una explicación a una instrucción dada podemos ayudar a que interioricen valores de conducta. Por ejemplo podemos decirle: "si pegas a tu hermanito se pondrá triste y no querrá jugar más contigo". Se trata de que entienda que nuestra demanda no es por capricho o por llevarle la contraria, sino por que tiene unos efectos molestos sobre nosotros u otras personas y que esto comporta consecuencias. 


8-ALTERNATIVA: Una alternativa cuando tengamos que decir NO. Cuando tengamos que pronunciar un NO es importante minimizar su efecto con una alternativa: "NO te puedo comprar una pasta antes de comer, pero sí te daré después el helado que te gusta".


9-FLEXIBILIDAD: Debemos crear limites y normas pero a la vez hay que saber ser flexibles en situaciones especiales a valorar por los padres. Los niños crecen y los problemas y sus circunstancias cambian. Debemos estar abiertos a revisar y modificar el sistema de contingencias cuando sea necesario. Una rigidez extrema en la configuración del sistema y sus normas es la mejor invitación a su incumplimiento. 


10-COHERENCIA: Tiene que haber coherencia entre lo que se le exige al niño y lo que él observa en su entorno más inmediato. No podemos pedirle obediencia y respeto hacia la madre a un niño que vive en un entorno de menosprecio o maltrato familiar.


11-CONTROL: Controle sus emociones. Cuando estalla el problema. Cuando su hijo ha repetido la conducta que no deseamos, cuando nos llaman del colegio, cuando todo parece hundirse................tómese un tiempo antes de responder. Sabemos que es complicado y que si no se lanza un grito algo parece romperse en nuestras entrañas. Es fundamental el control de las emociones. Nuestro objetivo es educar al niño. Si somos demasiado emocionales no estamos en condiciones de ofrecer el mejor modelo de nosotros mismos. Proporciónese un tiempo de respiro, retire la atención al niño de la forma que permitan las circunstancias, hágale saber inmediatamente su disgusto y luego en frío analice la situación y tome las decisiones oportunas. No razone en caliente. Ni usted ni su hijo están entonces en las mejores condiciones. 


-No caiga en la trampa de enzarzarse en un diálogo de recriminaciones con su hijo. Es la mejor forma de acabar estableciendo un tipo de relación conflictiva o coercitiva que no le va a llevar a ninguna parte. Esto no quiere decir que la mala conducta no deba tener sus consecuencias para el niño, sino que éstas deben ser pensadas en frío aunque aplicadas lo antes posible para que sean efectivas.


12-CONSTANCIA: Es básico ser constante en la aplicación de cualquier estrategia que quiera modificar o establecer conductas. No se desanime a la primera de cambio. Suele ocurrir que cuando se aplican límites o normas por primera vez se produzca una reacción negativa. Esto es especialmente notable en aquellos casos en los que el niño percibe que se le van a retirar ciertos privilegios. Ello puede provocar, de inicio, un aumento de la frecuencia y magnitud de los episodios problemáticos que luego, en la mayoría de casos, remiten y se corrigen. 


Y SI TODO FALLA: Hemos dicho ya que cada niño es un mundo y cada conducta problemática es fruto de multiplicidad de factores externos e internos. Cuando el comportamiento se hace incontrolable, pese a la dedicación y esfuerzo de los padres o tutores, busque ayuda en algún profesional de la salud infantil (psicólogo infantil, pediatra...). El peor aliado es dejar pasar el tiempo sin actuar.
Fuente

Controlar impulsividad


1- Introducción

La impulsividad es un rasgo del temperamento (niños) o personalidad (adultos) que ha estado presente, en un u otro grado, a lo largo de toda la evolución del ser humano aunque, no siempre, deberíamos atribuirle directamente una connotación negativa o improductiva como veremos más adelante.

No obstante, hoy en día, la impulsividad en muchos niños se manifiesta con una gran intensidad y frecuencia, llegando a alterar la convivencia y condicionar la vida de los padres que la sufren. Es un hecho evidente que, además, la impulsividad parece manifestarse en niños cada vez más pequeños, si bien, esto puede atribuirse, en parte, a los actuales estilos de vida modernos (ambos padres con largas horas de trabajo) y también, en algunos casos, a una falta de recursos o conocimientos por parte de los padres o educadores que simplemente se ven desbordados y no saben como afrontarlo. Por ello, es cada vez más frecuente, buscar ayuda profesional.



Normalmente, la impulsividad viene acompañada de hiperactividad y déficit de atención en lo que denominamos: TDAH y esto puede ser la antesala de problemas de aprendizaje, conductas disruptivas y, más adelante, agresivas o delictivas. 

Sea como fuere, hay niños que presentan series dificultades para reprimir sus impulsos y esto les conlleva numerosos conflictos tanto en el ámbito familiar como en el escolar. 



En esta página expondremos qué es la impulsividad, sus problemas asociados y cómo podemos regularlos y ayudar a los niños que la padecen.

2- El niño impulsivo

Veamos a continuación las características nucleares que presentan los niños que denominamos “impulsivos”. Estas manifestaciones, hemos comentado ya, se están presentando a edades cada vez más avanzadas (2, 3 años), y pueden suponer para la familia una alteración significativa en la vida cotidiana si se desconocen los motivos y la forma correcta de actuar.


Algunas pistas para detectar el niño impulsivo: 
  • Primero hace, luego piensa.
  • Contesta antes de acabar de oír la pregunta.
  • Dificultades para aguardar el turno en los juegos.
  • Mal perder. No soporta que le ganen.
  • Interrumpir o estorbar a los demás.
  • Baja tolerancia a la frustración.
  • Poco autocontrol.
  • Desobediencia, negativismo.
  • El niño reconoce su problema pero no puede controlarlo y reincide.
  • Puede involucrarse en actividades físicas peligrosas sin valorar sus consecuencias.
  • En niños pequeños se dan fuertes rabietas incontroladas.
Estas son algunas de las manifestaciones que podríamos incluir dentro del concepto de “impulsividad”. Algunos padres, simplemente definen al niño impulsivo, como un niño que tiene un fuete carácter o temperamento.

La impulsividad, actualmente, se detecta y diagnostica como parte nuclear del T.D.A.H. (Trastorno Déficit de Atención con Hiperactividad). Si bien, los manuales que contienen los criterios diagnósticos (DSM-V o anteriores) permiten hacer el diagnóstico de T.D.A.H. con predominio o no de alguno de los tres factores nucleares: la mencionada Impulsividad, el Déficit de Atención o la Hiperactividad.

Sea como fuere, creo que la impulsividad como factor psicológico independiente o no, precisa de un tratamiento más detallado y un abordaje más explícito. Las razones son obvias. La impulsividad tiene repercusiones directas sobre las interacciones familiares, pudiendo alterar el desarrollo adecuado de vinculación afectiva y el equilibrio emocional. También deteriora seriamente la capacidad de aprendizaje del niño y su buena adaptación a la escuela y compañeros. Finalmente una impulsividad no trabajada a tiempo y que se manifiesta en un entorno desestructurado, es el camino más directo para conductas violentas o delictivas en el futuro.



Puntualizar también que trataremos la impulsividad desde su manifestación en niños de población normal o con algún diagnóstico de T.D.A.H. En ningún caso trataremos aquí las manifestaciones de impulsividad debidas a otros trastornos clínicos más severos (autismo, psicosis, síndrome x frágil, retraso mental, etc.).

3- Aproximación a la impulsividad

En principio, la impulsividad podríamos definirla como un estado de activación neurobiológica o déficit de control inhibitorio. Los dos términos en cierta manera ponen de relieve la más que posible mediación de factores orgánicos en la génesis de la impulsividad. Esta activación supone la liberación de una serie de sustancias internas (neurotransmisores, hormonas) que preparan al cuerpo para una reacción motriz inmediata. Es una energía que está ahí y debe “liberarse” de alguna manera. La más habitual (según edad): las rabietas, los gritos, las huidas, etc.

Regularmente los niños con TDAH o, simplemente, con síntomas de impulsividad, tienen antecedentes familiares de primer grado que manifestaron o manifiestan el mismo problema. Por tanto, la vía genética o herencia determina cierta predisposición a manifestar los síntomas en hijos de padres también con caracteres fuertes, impulsivos o con poca tolerancia a la frustración. 

Pero la impulsividad no es tan sólo un factor que podemos heredar sino también una manifestación cognitiva y conductual que puede potenciarse o disminuir en función del entorno. 

Es importante establecer la diferenciación entre una impulsividad primaria de la secundaria. En el primer caso, la impulsividad estuvo presente desde el mimo momento de nacer el niño sino antes (excesivos movimientos fetales) y es la que suele tener un componente genético más evidente. La secundaria aparece o se potencia en un momento dado del desarrollo normalmente asociado a factores de inestabilidad afectiva, cambios imprevistos, traumas, separaciones, etc. El peor de los escenarios es cuando un niño genéticamente predispuesto para ser impulsivo tiene, a su vez, un entorno poco acogedor o desestructurado.



Por lo comentado hasta ahora parecería que la impulsividad es algo no deseable y que, en todo caso, comporta sólo problemas. Este planteamiento es muy simple y no obedece a la realidad de un tema mucho más complejo.

Hoy en día sabemos que muchos de nuestros mejores atletas fueron de pequeños diagnosticados, en un grado u otro, de Hiperactivos, con Déficit de Atención, Impulsivos, etc. La cuestión es que cuando esa energía desbordante de fácil activación fue canalizada hacia actividades deportivas u de otro tipo reguladas, se convirtió en un buen aliado.


La impulsividad, pues, entendida como estado de activación inmediato, nos aporta combustible para responder de forma rápida (aunque normalmente poco racional) a nivel motriz. Esto no es casual. Si está en los genes de los seres humanos es porque en algún momento de nuestro período evolutivo fue una característica positiva para la supervivencia de la especie. Imaginémonos los tiempos remotos de vida en las cavernas y los pocos recursos para afrontar un medio ambiente hostil con numerosos enemigos y animales dispuestos a atacarnos. En este medio es muy probable que supervivieran mejor los seres humanos con unas capacidades de “impulsividad” (activación rápida y potente) y, por tanto, de afrontar o huir de la situación con éxito, frente a los que eran más tranquilos. 


Vemos, pues, que la impulsividad pudo obedecer a factores de supervivencia en algún momento. No obstante, la genética no va tan rápido como los cambios culturales de la especie. La programación genética de algunos niños sigue preparada para responder contundentemente a cualquier tipo de agresión percibida, no obstante, hoy en día, lo que se espera de ellos es precisamente lo contrario: racionalidad, tranquilidad, paciencia, atención, etc, especialmente en la escuela.

4- Algunas explicaciones neurobiológicas

En psicología se utiliza un término hipotético denominado “arousal” que trata de describir los procesos que subyacen en el control de la alerta, la vigilia y la activación. 

El concepto de arousal admite varios significados. Así se habla de arousal comportamental para significar lo mismo que nivel de actividad. Pero se puede hablar también de arousal cortical, en cuyo caso la referencia es a la activación de las neuronas corticales a través del Sistema Activador Reticular (SAR) e implicaría también la activación autónoma. Sin entrar en más tecnicismos, lo que nos interesa resaltar ahora es que cuando los fármacos estimulantes, que normalmente incrementan tanto el arousal comportamental como el fisiológico, producen en muchos hiperactivos (y o impulsivos) un descenso en su nivel de actividad, es que, por paradójico que parezca, está reduciendo tanto el arousal conductual como el fisiológico. Según algunos investigadores (Mc. Mahon, 1.984) la explicación reside en que los niños T.D.A.H. se benefician de los efectos de los estimulantes dado que son deficitarios en arousal cortical y autónomo. Por tanto, la hipótesis planteada es que la disfunción primaria hallada en niños impulsivos y/o hiperactivos se debería a una infraactivación del SAR más que a una sobreactivación.
Por otro lado se conoce el importante papel que tienen los lóbulos frontales como reguladores y organizadores del lenguaje y, por consiguiente, de los actos voluntarios del individuo. Los mecanismos fisiológicos responsables de esos actos están aún lejos de ser descubiertos pero se sabe que maduran en el niño “normal” hacia los cuatros años de edad.

Respecto a la regulación motora y de la acción por parte de los lóbulos frontales, Luria subrayó su papel en la programación de las más altas formas de actividad humana organizada. Todo esto sugiere que (siguiendo exposición de Luria 1.980):

Los lóbulos frontales pueden y deben ejercer un papel decisivo en la preservación y realización de los programas de todas las formas complejas de actividad; ellos mantienen el papel dominante del programa e inhiben acciones irrelevantes e inapropiadas. Presumiblemente, por tanto, cuando una lesión en los lóbulos frontales lleva a rebajar el estado de actividad, se deteriorará sustancialmente la ejecución precisa de los programas motores, dejarán de ocupar un papel dominante las acciones y movimientos selectivos para la tarea, y así surgirán fácilmente acciones irrelevantes e inadecuadas que ya no podrán ser inhibidas. 



Resumiendo, una baja activación del SAR o una lesión en lóbulos frontales pueden ser algunos de los factores relevantes en la génesis de la sintomatología impulsiva y/o hiperactiva. En el primer caso la medicación (normalmente: metilfenidato) podría compensar parcialmente el déficit.

Hemos también comentado la activación fisiológica que se produce en los brotes impulsivos como consecuencia de la activación del sistema autónomo. En estos episodios se producen cambios endocrinos y secreciones hormonales que preparan al cuerpo para responder ante lo que el niño percibe como una amenaza inminente (puede ser simplemente que se le frustre en alguna de sus demandas). Otro elemento importante en el nivel de activación lo constituye la forma en que el niño percibe la situación a nivel emocional. Elevados niveles de adrenalina y noradrenalina en sangre y orina aparecen antes y después de sucesos estresantes o enérgicos que cursan con gran carga emocional e incluso agresión. Sea como fuere, cuando el niño con impulsividad, se ha activado, difícilmente tendrá el control voluntario sobre sus actos en los primeros momentos de mayor activación. 

Más adelante explicaremos como trabajar estos aspectos. 

5- Orientaciones generales para regularla

Hemos ya definido lo que entendemos por niño impulsivo, sus síntomas y, también, algunos planteamientos desde la neurobiología. En este aparatado vamos a exponer algunas orientaciones y estrategias para trabajar con niños que presentan estas características.
  • En primer lugar, debe quedar claro que el niño tiene dificultades para regular su estado de activación. Por eso siempre suelo recordar que: “No es tanto que no quieran autocontrolarse sino que no pueden”. Una vez activados (descargas hormonales conjuntamente con emociones intensas de frustración) tienen que efectuar alguna acción (rabietas, huída, agresión, lanzamiento objetos, etc.). Ello no quiere decir que seamos tolerantes, sino que desde la comprensión de lo que pasa podemos ayudarle de forma más eficaz. A este respecto, hay que señalar, que la mayoría de niños impulsivos suelen luego arrepentirse y se comprometen a no volver a hacerlo cuando se lo razonamos. No obstante, vuelven a recaer en los mismos comportamientos disruptivos al tiempo que manifiestan una cierta perplejidad o inquietud al verse superados por sus propios actos y no saber por qué vuelve a ocurrir. También puede suceder que estos episodios se refuercen si con ello el niño consigue lo que quiere y, por tanto, puede aprender a manipularnos a través de ellos.
  • El niño debe aprender, aunque aceptemos el hecho de que tiene dificultades para controlarse, que sus actos tienen consecuencias. Por ello, contingentemente a las rabietas, conductas desafiantes, agresiones u otros, deberemos ser capaces de marcar unas consecuencias inmediatas (retirada de reforzadores, tiempo fuera, retirada de atención, castigo, etc.). Por ejemplo si ha lanzado objetos, deberá recogerlos y colocarlos en su lugar; si ha insultado deberá pedir disculpas, etc. Deberemos, pero, esperar a que se tranquilice para aplicar las contingencias marcadas.
  • Es muy importante que cuando se produzca un episodio de impulsividad extrema (rabieta, insultos, etc.) los padres, maestros o educadores mantengan la calma. Nunca es aconsejable intentar chillar más que él o intentar razonarle nada en esos momentos. Esto complicaría las cosas. Tenemos que mostrarnos serenos y tranquilos pero, a la vez contundentes y decididos. Por ejemplo, ante las rabietas incontroladas de los más pequeños, decirle: “Mamá (o papá) están ahora tristes con tu comportamiento y no queremos estar contigo mientras estés así”. Los padres se retiran buscando una cierta distancia física (según las circunstancias: calle o casa) pero también afectiva. De esta forma, el niño, recibe a nivel inconsciente un mensaje muy claro: Así no vas a conseguir las cosas.
  • Contingentemente a estas actuaciones, también podemos introducir las medidas correctoras (castigo): “Cómo has insultado a papá (o mamá) hoy no podrás ver los dibujos que tanto te gustan (o no jugarás a la play, etc.). Papá está triste porque no quiere castigarte, pero tiene que hacerlo para ayudarte a mejorar”.
  • No entrar en más discusiones o razonamientos en el momento de activación por parte del niño.
  • Nunca decirle que es malo sino que se ha portado mal durante unos momentos y que eso puede arreglarlo en un futuro si se empeña en ello. Tampoco hay que compararlo con otros niños que son más tranquilos y se portan bien. En todo caso, recordarle primero los aspectos positivos que probablemente tiene al mismo tiempo que le señalamos los que debe corregir.
  • Hay que insistir en la necesidad de mostrarnos tranquilos delante del niño cuando queramos corregir sus actos. Si éste percibe en nosotros inseguridad, incerteza o discrepancias entre los padres u otros, percibirá que tiene mayor control sobre nosotros y las rabietas u otras se incrementarán. Nunca debe vernos alterados emocionalmente (chillando, llorando o fuera de control). Tampoco debe cogernos en contradicciones, es decir: No podemos pedirle a gritos a un niño impulsivo que se esté quieto y callado.
  • No basta con saber contestar adecuadamente a sus conductas impulsivas. Estos niños requieren también que les expliquemos qué es lo que les pasa y qué puede hacer (más adelante se dan algunas pistas). Las reflexiones sobre los hechos nunca deben ser hechas en caliente sino en frío cuando las cosas se han tranquilizado. Un buen momento es por la noche antes de acostarse.

6- Estrategias para corregirla

Recordar que la impulsividad como rasgo de temperamento puede deberse, en parte, a predisposiciones genéticas pero la propia experiencia vital del niño y las condiciones de su entorno determinarán, la intensidad, frecuencia y forma en la que finalmente se expresa. Un ambiente familiar tranquilo y colaborador es el mejor aliado para corregir conductas. 

Veamos ahora algunas estrategias para ayudar a los niños impulsivos a regular sus conductas según edad.



Para los más pequeños (hasta 5 o 6 años) ante las manifestaciones impulsivas (rabietas, gritos, lloros, etc.) deberemos aplicar la retirada de atención física y afectiva tal como hemos explicado anteriormente y, si procede (según intensidad o características del episodio), aplicar algún correctivo. No basta con saber establecer límites o castigar, deberemos completar el trabajo con ejercicios de de vinculación afectiva como leerles cuentos, efectuar ejercicios de relajación por la noche antes de dormir, etc. En estos momentos es cuando podemos razonar con ellos y analizar lo que ha pasado, siempre, pero, a medida de la edad y capacidad del niño. A los más pequeños les costará entender los razonamientos basados en la lógica o moral adulta, por tanto, evitar excesivas explicaciones.

Es importante, también, que empecemos a trabajar con ellos las sensaciones internas que preceden a las manifestaciones impulsivas. Si el niño va tomando conciencia de ello podrá más fácilmente aplicar en el futuro técnicas de autocontrol. Dicho de otra forma: Si el niño logra detectar su estado de activación fisiológica previa al episodio disruptivo, podrá poner en marcha alguna de las estrategias incompatibles con el estallido impulsivo y, por tanto, evitar su manifestación. Veamos algunas formas de hacerlo a continuación. 

a) El Volcán

Muchos niños identifican la sensación que viven justo antes de “explotar” como una especie de calor interior intenso e incontrolable acompañado de fuertes emociones que no pueden reprimir y preceden irremediablemente al episodio disruptivo. 

Una buena estrategia para que el niño empiece a tomar conciencia del problema y pueda comenzar a controlarlo, consiste en hacerle visualizar todo el proceso en forma de imágenes. Podemos ayudar al niño a imaginarse que en su interior hay un volcán que representa toda su fuerza y energía, pero, a veces, se descontrola y se produce la erupción. Cuando empieza a enfadarse, el volcán (que estaría situado de forma imaginaria en la zona del estómago) se calienta y empieza a producir lava caliente hasta el punto que, si no lo controlamos, estalla. 

De lo que se trata es de ayudar al niño a que identifique las propias sensaciones internas previas al estallido y, así, poder controlarlo.

Una vez que el niño se ha ido familiarizando con estas sensaciones podemos motivarle a que ponga en marcha recursos para parar el proceso. 

Debemos, pues, encontrar también, cuales son las estrategias que funcionan mejor con cada niño a la hora de hacer frente a la impulsividad y autocontrolarse. Hay estrategias muy simples que consisten en enseñarle a que cuando note la activación intente respirar varias veces profundamente al tiempo que se da interiormente autoinstrucciones (Para, Stop, Tranquilizate, Controlate, etc.). Esta técnica suele ser muy eficaz si, además, hemos trabajado con el niño alguna técnica de relajación (ver nuestra página: Técnicas de relajación para niños).


Para niños muy impulsivos, es probable que les cueste cierto tiempo y práctica desarrollar estos hábitos. En estos casos, podemos darles también la instrucción de que cuando se noten muy activados intenten separarse físicamente de la situación como método para tratar de evitar el episodio (apartarse de un niño que le insulta, ir a su habitación ante una reprimenda, etc.). Todo ello debe llevarse a cabo bajo supervisión del adulto y teniendo en cuenta la edad del niño. Los niños más pequeños (menos de 5 años) tendrán más dificultades para trabajar con autoinstrucciones. 

b) El Semaforo


Uno de los problemas recurrentes que nos encontramos cuando trabajamos con niños impulsivos y/o hiperactivos es que no son conscientes de su estado de activación y eso les conduce irremediablemente al conflicto. Esto es especialmente problemático en la escuela. 

Una estrategia que empleamos a menudo y suele funcionar, es la técnica del semáforo. La estrategia es simple: se trata de avisar al niño o grupo de alumnos (proporcionarles feedback) cuando se están empezando a activar. 

Imaginemos la siguiente situación:



Juan es un niño de 8 años muy impulsivo e hiperactivo. Difícilmente aguanta quieto en su sitio más de 5 minutos en clase. La maestra lo ha castigado sistemáticamente pero el niño parece ya insensible al castigo. Tampoco sabe decirnos el motivo que le impulsa a levantarse y, a veces, molestar a los compañeros con los que acaba entrando en conflicto. 


En este caso, la maestra, puede decirle al niño privadamente que como no desea castigarle más y quiere ayudarle a controlarse, van a establecer una especie de “pacto secreto”: Voy a colocar en la pizarra ( pared, panel u otro) un papel (o cartulina cortada en redondo) que irá cambiando de color según como tu estés. Cuando veas la verde es que todo va bien. Si ves la amarilla: ¡Precaución! debes tener cuidado ya que eso indica que estás empezando a hacer cosas y estás en peligro de llegar al castigo. Finalmente, si colocamos la roja, quiere decir que deberá cumplir un correctivo al no conseguir controlarse.


Aconsejo utilizar el código visual cuando se trata de niños con necesidades educativas especiales. En la escuela ordinaria, puede ser más adecuado utilizar como señal de aviso (en lugar del color amarillo) algún movimiento concreto del maestro/a. Este método es más discreto y tiene la ventaja que suele pasar desapercibido por el resto del grupo. Por ejemplo: “Cuando veas que te miro y doy dos golpecitos con mi bolígrafo o cuando me toque la nariz, etc…” 


Lo importante aquí es trabajar en la identificación de las sensaciones previas a las conductas impulsivas y fomentar en el niño su reconocimiento como paso previo a la incorporación de recursos de autocontrol. Si el niño ha trabajado, paralelamente, alguna técnica de relajación o estrategia alternativa de afrontamiento, podrá intentar ponerla en marcha cuando note la activación o se le avise de ella. Por ejemplo podemos (según edad y características del niño) enseñarle a que cuando se note activado procure respirar profundamente al tiempo que se da autoinstrucciones: “Tranquilo”, “Cálmate”, etc…

En casos de niños especialmente conflictivos podemos darle instrucciones para que se separe físicamente de la situación o vaya fuera a un espacio abierto. Insisto en la necesidad de adaptar todo esto a las circunstancias del niño y, en su caso, a la de los centros escolares. 
La técnica del semáforo es muy adecuada también para utilizarla en dinámicas grupales en las que todos los niños reciben las instrucciones y así conseguir una cierta autorregulación del grupo en casos en los que haya riesgo de conflicto.

c) La Relajación


Uno de los mejores aliados en nuestra lucha por ayudar a los niños impulsivos, lo constituyen, sin duda, los diferentes métodos de relajación. Podemos utilizar técnicas adaptadas a las diferentes edades y necesidades. Además la relajación, bien efectuada, no presenta ningún tipo de contraindicación y puede ser aplicada a la mayor parte de la población.

En nuestra página:
http://www.psicodiagnosis.es/areageneral/tecnicas-de-relajacion-para-nios/index.php, encontrará una descripción de las diferentes técnicas, según edad, para tratar diferentes problemáticas conductuales y/o emocionales incluida la impulsividad.

d) Canalizar la energía


La impulsividad, hemos ya comentado, que podemos interpretarla como un estado de activación que nos prepara, a nivel orgánico, para una respuesta inmediata ante una situación que no toleramos o interpretamos como hostil a nuestros intereses o hacia nosotros mismos. No obstante, esta pronta activación, puede ser especialmente útil si se canaliza en forma de actividades reguladas. Por ejemplo, en cualquier actividad deportiva, los niños impulsivos pueden beneficiarse si aprenden a canalizar esta activación para potenciar sus destrezas. Las artes marciales que combinan concentración y despliegue de fuerza inmediata pueden ser especialmente útiles para aprender a controlar impulsividad (salvo en el caso de niños que, además, presente un componente antisocial o de agresividad con las personas).


Entre nuestros deportistas de élite se encuentran numerosos jóvenes diagnosticados de TDAH en la infancia. 

En definitiva, cualquier práctica deportiva es especialmente útil en estos niños y nos ayudará a regular su comportamiento. 

e) Ejercicios para potenciar aprendizaje


El niño impulsivo no tan sólo presentará problemas en su conducta sino que su perfil de funcionamiento, le acarreará dificultades en aquellas tareas que requieren de atención sostenida (lectura) o coordinación visomotriz fina (escritura).
Por tanto, resulta de suma importancia trabajar, también desde casa, con ejercicios para mejorar estos aspectos. Al respecto, recomendamos ejercicios de papel y lápiz como (según edad), el pintado de mandalas, los laberintos, ejercicios de discriminación de las diferencias, etc. En el siguiente enlace podrá encontrar numerosos recursos para trabajar la atención y, también, la impulsividad:

http://orientacionandujar.wordpress.com/fichas-mejorar-atencion/

Podemos también trabajar con diferentes juegos en el ordenador siempre y cuando la actividad priorice la atención sostenida y la organización del material presentado visualmente bajo algún criterio antes de efectuar la respuesta. Es decir, no nos interesan los juegos demasiado movidos o que priorizan los reflejos visuales más que los racionales. El niño primero debe pensar y organizar antes de ejecutar la respuesta (demora de la respuesta = control de la impulsividad).
Otro recurso que nos puede ayudar son los juegos de mesa. Recomendamos especialmente el juego de Damas y el Ajedrez. En ambos, es necesario pensar antes de responder (lo contrario a la impulsividad), además, los niños, deben situarse en unas coordenadas espaciales para mover las fichas, lo que incrementa su capacidad visomotriz.
Finalmente, señalar un último recurso que podemos aplicar en casa para ayudar a los niños que tienen dificultades con la grafía o la escritura. Frecuentemente, el niño impulsivo, presenta dificultades para escribir correctamente y suele agrandar la escritura o deformarla significativamente con escaso control sobre las coordenadas espaciales. En estos casos, podemos trabajar con el niño utilizando los mandalas, laberintos u otros pero teniendo especial cuidado en que primero aprenda a relajar el brazo y la mano. El niño impulsivo cuando coge el lápiz lo hace de forma rígida y suele tensar todo el brazo. Deberemos darle instrucciones para que, antes de empezar a dibujar o escribir, el brazo deje de estar tenso. Para ayudarle podemos, por ejemplo, decirle que deje el brazo completamente muerto (podemos alzárselo con nuestra mano e indicarle que cuando soltemos, el brazo debe caer a plomo. Si es así el brazo está relajado). Una vez relajado podemos situar nuestra mano encima de la suya y ser nosotros los que vayamos escribiendo (dibujando o coloreando) al tiempo que el niño procura seguir teniendo el brazo relajado. Una vez más, lo importante es que el niño vaya discriminando entre tensión y distensión (activación versus relajación). 
Fuente



MANEJO DE CONDUCTAS INADECUADAS



La conducta es todo lo que hacemos o dejamos de hacer.
No existen conductas buenas o malas sino que éstas pueden ser adecuadas o inadecuadas dependiendo del contexto en donde se realizan.
Por ejemplo saltar y correr en una plaza es una conducta adecuada, pero hacerlo en la clase de matemática es una conducta inadecuada, ya que si se mantiene en el tiempo interfiere en el desarrollo del niño.

Por consiguiente una conducta inadecuada es toda aquella que cumpla con alguna de estas características:
  • Conlleva riesgo de daño físico para el paciente u otros.
  • Interfiere con la actividad educativa.
  • Limita los entornos a los que se puede acceder.
  • No corresponde con su edad cronológica.
  • No corresponde al contexto en el que se manifiesta.
  • No se presenta de manera aislada.


Estas conductas pueden tener una función comunicativa como pedir, rechazar, llamar la atención. O pueden no tener función comunicativa como las autoestimulatorias (movimientos corporales mediante los cuales busca conseguir estimulación sensorial) o las orgánicas (algún dolor que no hayamos descubierto ).

Las conductas inadecuadas será conveniente trabajarlas con cuidado de no reforzarlas.  En todos los casos es fundamental hacer un exhaustivo análisis funcional de cada conducta para poder comprenderla contextual y funcionalmente,  y de ese modo programar la intervención con enseñanza simultánea de conductas alternativas adecuadas.

El análisis funcional de la conducta se utiliza para identificar el propósito  y las variables ambientales que podrían generar las conductas inadecuadas.
En este análisis se exploran la conducta, sus antecedentes (lo que sucedió inmediatamente antes) , la consecuencia (lo que sucedió después de la conducta) y la reacción del niño frente a la consecuencia.
Una vez hecho el análisis se realiza una hipótesis acerca de propósito de la conducta para luego acordar dos  estrategias de intervención, una para ser efectuada durante la crisis y otra para prevenirla, con estrategias de comunicación adecuada y adaptando el ambiente.
Todas las personas que interactúen con el niño deberán estar informadas para intervenir del mismo modo.

Algunas estrategias de intervención durante la crisis son las siguientes:
  1. Extinción
  2. Refuerzo diferencial de conductas alternativas
  3. Hipercorrección
  4. Tiempo fuera
  5. Autocontrol
  6. Negociación
  7. Redirección de la conducta


1.-Extinción: Es ignorar la conducta.  Ignorar es la manera más segura de saber que no estamos reforzando un mal comportamiento.
Ignorar es, no retarlo, no pelear con él, no gritarle, no hablarle, procurar no mirarlo, no hacer gestos, continuar con lo que estábamos haciendo, no decirle “NO”
Es una de las estrategias más efectivas pero uno de las  más difíciles de aplicar.
Esta estrategia SOLO se utiliza en aquellas conductas que no pongan en riesgo la integridad del niño y de los otros.

Frecuentemente cuando comenzamos a implementar esta estrategia se produce lo que se llama la “explosión de la extinción”. Esto es que el niño va a aumentar en intensidad y en frecuencia la conducta inadecuada para lograr aquello que lograba con esa conducta. Por ejemplo: si el niño lloraba para conseguir que le den un juguete y ahora cuando llora no lo consigue porque estamos haciendo extinción; lo que hará el niño en un primer momento será llorar más fuerte, gritar, patalear, etc. para conseguirlo.

Si bien pareciera que la conducta empeoró, esto es sólo una etapa que pasará luego de un tiempo (que varía en cada niño y en cada conducta), pasado ese tiempo y si sostenemos esta estrategia lograremos erradicar la conducta inadecuada.

2.-Refuerzo diferencial de las conductas adecuadas: Se refuerzan otras conductas que pueden o no ser incompatibles con la conducta inadecuada. Existen dos modalidades: reforzar conductas incompatibles:

En lugar de pegarse en la cabeza: aplaudir. Y reforzar conductas opuestas a la inadecuada: En lugar  de pegar acariciar.
No se aplica ningún tipo de consecuencia a la conducta que se desea eliminar.

3.- Hipercorrección: El niño debe realizar determinada acción que no es de su agrado como consecuencia de su conducta inadecuada. Por ejemplo si su conducta problemática es la de tirar deberá ordenar todo lo que ha tirado y algo mas.
Tiene efectos rápidos y enseña conductas aceptables a los niños.

4.- Autocontrol: Apunta a que el niño pueda controlar por si mismo la conducta inadecuada mediante diferentes sistemas de refuerzo. Por ejemplo: un niño que cuando pierde se enoja, grita y rompe el juego; le enseñaremos a través de una tarjeta que le dice lo que debe hacer en esa situación la forma adecuada de expresar su enojo. 

5.- Negociación: Consiste en el intercambio de elementos o acciones de modo de lograr que ambas partes consigan su objetivo. Por ejemplo: un niño quiere caramelos y justo es la hora de cenar, le decimos que los podrá obtener pero luego de la cena.

6.- Redirección de la conducta inadecuada: Consiste en generar una conducta alternativa que reemplace la conducta inadecuada. El objetivo es lograr que el paciente deje de realizar la conducta inadecuada realizando la que le pide el terapeuta. Ambas conductas no pueden darse de modo simultáneo. Por ejemplo: si un niño está pegando sobre la mesa de vidrio, le daremos un tambor para redirigir esta conducta hacia una adecuada.

7.- Tiempo fuera: Consiste en privar al sujeto de todos los estímulos a los que estaba expuesto en el momento de la conducta inadecuada.
Guía para el tiempo fuera:
  • Especificar con anterioridad la conducta por la cual el niño va a estar  en tiempo fuera.
  • En el momento de la conducta no hace falta explicarle porque.
  • Se debe actuar con firmeza.
  • Si por ejemplo le decimos “anda al rincón” y no va, lo llevamos firme pero suavemente al lugar establecido.
  • Mientras permanezca en el área del tiempo fuera, ignorar el resto de las conductas que pueda presentar.
  • Ni ustedes, ni ninguna otra persona debe hablarle durante el tiempo fuera.
  • Asegúrense de no perderlo de vista durante el tiempo fuera, observándolo mientras continúan con sus actividades.
  • Cuando el tiempo estipulado se cumpla, el niño puede salir del tiempo fuera. Podemos recordarle “Ahora que estas tranquilo podes seguir jugando”.
  • El lugar en donde se haga el tiempo fuera debe ser seguro para su integridad física y psíquica: lejos de la pared para que no pueda golpearse, no debe haber objetos cerca que puedan usarse para jugar o tirar, no colocarlo en un lugar oscuro o que le de miedo.
  • No se debe permitir que vea televisión durante el tiempo fuera, ni tener al alcance actividades placenteras para él.
  • Sólo se aplicará cuando sea imposible implementar otras estrategias.
  • La actitud debe ser sistemática.

El tiempo fuera suele diminuir las escaladas de agresiones. Evita el circuito de gritos que en ocasiones puede terminar en castigo físico. Se evita a largo plazo una serie de situaciones que podrían deteriorar los vínculos y la convivencia.

Los castigos NO son un buen método para la enseñanza, podrán tener una utilidad relativa en tanto inhibirán una conducta por temor, pero estarán limitados a la persona que castigó, nosotros NO los utilizamos, NO los recomendamos.





CORTARSE EL PELO Y LAS UÑAS



Para un niño con autismo, que le corten el pelo o las uñas resulta extremadamente difícil. Los niños con autismo a menudo tienen miedo del corte del pelo porque:
  • No se dan cuenta de que pelo vuelve a crecer
  • Permanecer sentado en una silla es difícil
  • El espejo los puede distraer o molestar
  • Alguien está tocándolos en una zona sensible
  • El ruido de la peluquería -los secadores de pelo, tijeras o la gente hablando- les resulta incómodo
  • Los olores de la peluquería -tintes, blanqueadores, etc.- son olores fuertes que pueden hacer que una persona con autismo se sienta muy mal.

Superando las dificultades para conseguir un corte de pelo:

  1. Busque una peluquera que venga a cortar el pelo del niño en el hogar
  2. Use una historia social o libro de fotos sobre cómo es un corte de pelo
  3. Recompense después con un juguete, una actividad elegida o un alimento que le guste
  4. Ofrézcale al niño algo para sostener, jugar o masticar mientras está en la silla
  5. Recompense si se queda bien sentado
  6. Use un reloj de arena para indicar el tiempo que el niño tiene que sentarse por su corte de pelo
  7. Crear una buena relación con una peluquería e ir al mismo lugar para cortarse el pelo siempre que sea posible
  8. Ir en un momento de tranquilidad, fuera de hora
  9. Elegir un peinado fácil -para los niños un corte de pelo corto con una buena máquina a menudo es más rápido y práctico que usar las tijeras
  10. Usar tarjetas de toma de conciencia del autismo que digan: ”Por favor disculpa el comportamiento de mi hijo que él / ella tiene autismo” puede ser una solución rápida en una situación en la que su hijo se porta mal y los miembros del público tienen un problema con su comportamiento.

Fuente: Autism Help


CUÁNDO Y CÓMO DEBEMOS PONER LÍMITES A LOS NIÑOS


A partir del año hay que empezar a poner límites y más adelante en cada edad, ir adaptándonos a las necesidades educativas del niño sin dejar pasar, sobretodo, faltas de respeto, que es la base de la educación.


La clave de los límites es el lenguaje no verbal que emplees: gestos, señales no verbales, tono, gravedad, firmeza, actitud que tienes por centro.



Que tú estés convencido de que eso no se lo vas a dejar hacer a tu hijo, es la base para que puedas transmitir a tu niño y tu niño pueda reaccionar positivamente. Hay que estar seguro.


 VER VÍDEO 




LA IMPORTANCIA DEL REFUERZO POSITIVO

No te imaginas lo poderoso que es el refuerzo positivo en los niños. 

En lugar de fijarte tanto en lo que hace mal, aprovecha cada oportunidad de decirle a tu hijo que lo está haciendo muy bien, que estás feliz cuando se comporta así... de esta forma estarás reforzando ese comportamiento haciendo que vuelva a repetirlo una y otra vez para que le vuelvas a prestar atención diciéndole cosas buenas.


Sin embargo, si esa atención se la prestas cada vez que hace algo mal, es decir, eso no es así, muy mal, estate quieto, siempre estás molestando, etc. lo único que consigues es reforzar ese mal comportamiento, porque lo que en estos casos percibe el niño es que cuando se comporta así le haces más caso, aunque sea para regañarle, y por lo tanto, volverá a hacerlo.

Hay que intentar retirar la atención de las conductas negativas, ignorarlas (en la medida en la que tales conductas lo permitan y no estén poniendo nada ni a nadie en peligro), y reforzar constantemente las positivas. YA VERÁS QUÉ CAMBIO!!


Olga Sierra C.




TÉCNICA DEL "TIEMPO FUERA" O "AISLAMIENTO"




¿Que es el TIEMPO FUERA?



Es una estrategia de intervención, muy utilizada con niños, su propósito es el la eliminación de una conducta inadecuada o la represión de una conducta inadecuada.



El Tiempo Fuera es una forma de castigo donde al niño (etapa donde es conveniente su aplicación) se le quitamos algo que le gusta y al privar al niño de todo tipo de reforzadores, con este periodo de aislándolo breve de tiempo.

¿Cuales son los beneficios del tiempo fuera?
Entre las razones más importantes es que al niño le ayuda a que tenga control sobre sus emociones ya que estos cuando inician con comportamientos negativos o inadecuados es después de que inician su expresión por medio del habla en vez de manera corporal como en la etapa anterior.
Además de que con esto se les señala de manera muy precisa la relación entre el comportamiento y las consecuencias de tales comportamientos. 
¿Como se aplica el tiempo fuera?
Encuentra un lugar, vigílalo y cuanta el tiempo... parecería así de sencillo el tiempo fuera pero es mas que eso debe ser un lugar aburrido. A veces puede servir una silla contra una pared y en un rincón pero no deben ser sitios oscuros ni que puedan provocar miedo. O Si se le aísla en una habitación que no sea la habitación del niño o que esta no tenga juguetes o algún tipo de entretenimiento y sin cerrar la puerta o encerrarlo en la habitación.

A diferencia de otros tipos de castigo aquí hay que explicarle al niño claramente el funcionamiento de la técnica respondiendo las preguntas básicas del "dónde, cuanto tiempo, para qué" además de marcarle cual fue la conducta inadecuada que nos llevo a nosotros como los padres a dicho aislamiento además de que sólo se debe utilizar para un comportamiento especifico este castigo y una vez superado ése, se podrá intentar con otro las conductas restantes. Y al final de esto comprobar que el niño a entendido lo que esto supone y lo que esperamos de él.



El Tiempo fuera debe ser inmediato al comportamiento señalado como inadecuado y si no lo hace se le lleva de la mano pero con calma y sin gritarle pero de una manera firme.



Un minuto de permanencia en el rincón por cada año del infante es lo que se recomienda para la aplicación del Tiempo Fuera y si el niño se resiste o abandona el lugar, es posible añadir un minuto más a su castigo pero si la respuesta ante tal castigo continuara el retirar un reforzador es adecuado también.



ANTES DE CONTINUAR...


¿Que es un reforzador?

Es todo aquel instrumento, conducta o ambiente que aliente sea de manera positiva o negativa la aparición mas frecuente de una conducta positiva o negativa.


En mi aun poca experiencia con los papas en la aplicación de castigos como este se les hace de cierta manera difícil o muy dura, dicen, a veces no creer tener la capacidad para hacerlo ya que durante la aplicación del Tiempo Fuera hay que ignorar los llantos y/o quejas del niño y si al acabar el tiempo el niño continua con la rabieta se le dejará hasta que haya pasado medio minuto desde que finalmente se calme, ya que de lo contrario estaríamos reforzando esa conducta negativa.


Luego de concluir el castigo debemos preguntarle al niño si entendió el por qué del Aislamiento, para asegurarnos que efectivamente nos ha entendido.
Una manera muy efectiva de lograr que la aparición de conductas negativas aparezca es la de elogiar las buenas acciones del infante en actividades ya que al igual que las acciones negativas, estas nuevas acciones positivas podemos alentarlas para que aparezcan con mayor frecuencia.

Pero ¿que pasa si Continúa el Comportamiento?

Si este comportamiento continua o se repite tiempo después hable con el niño directamente y pregúntele si es que recuerda qué pasó la última vez que se comportó de esa manera. Si no lo recuerda, haga que el mismo lo recuerde y después lleve a cabo la rutina del tiempo fuera pero ahora evalúe su trabajo pregúntese ¿por qué la técnica podría no haber sido efectiva la primera vez? y después modifíquela no solo con la ayuda del terapeuta quien le ayuda al manejo de diversas situaciones de manera adecuada sino con la experiencia y conocimientos que usted tiene en base a su hijo. Si el comportamiento continúa, vea más de cerca lo que puede estar causando el comportamiento ya que podría ser el manifiesto aviso de una posible falta de atención hacia su hijo en cierta área de su vida. Ya que es importante recordar que los comportamientos que observamos en los niños son manifestaciones explícitas de sus pensamientos internos.eer tener la capacidad para hacerlo ya que durante la aplicación del Tiempo Fuera hay que ignorar los llantos y/o quejas del niño y si al acabar el tiempo el niño continua con la rabieta se le dejará hasta que haya pasado medio minuto desde que finalmente se calme, ya que de lo contrario estaríamos reforzando esa conducta negativa.


Luego de concluir el castigo debemos preguntarle al niño si entendió el por qué del Aislamiento, para asegurarnos que efectivamente nos ha entendido.
Una manera muy efectiva de lograr que la aparición de conductas negativas aparezca es la de elogiar las buenas acciones del infante en actividades ya que al igual que las acciones negativas, estas nuevas acciones positivas podemos alentarlas para que aparezcan con mayor frecuencia.




HISTORIA SOCIAL PARA TRABAJAR LAS RABIETAS

A continuación se muestra una historia social a través de la cual se puede trabajar con los niños las rabietas. Muchas veces es necesario que le expliquemos qué es lo que está haciendo, sucediendo, por qué pasa, qué consecuencias tiene, qué alternativas tiene a las rabietas y qué sucede cuando consigue controlarlas.



























PAPÁ, MAMÁ, DECIDME QUE "NO"


“Educar a un niño es como sostener en la mano una pastilla de jabón. Si aprietas mucho sale disparada, si la sujetas con indecisión se te escurre entre los dedos, una presión suave pero firme la mantiene sujeta”. (Citado por Isabel Orjales: La Hiperactividad. Ed. CEPE).
No tenemos “la receta” para educar a nuestros hijos, ni vienen con el libro de instrucciones bajo el brazo… Sin embargo, y aunque no todo sirve para todos o al menos no de la misma manera, sí contamos con algunos  principios que pueden servirnos de ayuda:

ESTABLEZCAMOS HÁBITOS Y RUTINAS:

Siempre que sea posible (hay circunstancias puntuales que no nos lo permiten), establezcamos rutinas en las actividades cotidianas (levantarse, vestirse, comer,dormir…). Contar con buenos hábitos evita muchos problemas relacionados con las normas. El niño se siente seguro, sabe lo que toca hacer en cada momento, lo que se espera de él y evitamos, de este modo, la ambigüedad.

Los niños NECESITAN LÍMITES:

Necesitan tener puntos de referencia claros sobre lo que deben y no deben hacer. Establecer límites significa, entre otras muchas cosas, comprender que las cosas no pueden ser siempre como ni cuando al niño le apetece, interiorizar el respeto del turno en un juego o el simple hecho de no ser el primero en recibir algo.

ALGUNAS IDEAS CLAVES SOBRE LAS NORMAS Y LOS LÍMITES:

- Tengamos en cuenta el MOMENTO EVOLUTIVO del niño: no educamos del mismo modo ni establecemos las mismas pautas para un niño de 2 años que para uno de 12.
APRENDAMOS A UTILIZAR EL “NO” sin sentirnos culpables por ello: el “no” es una herramienta imprescindible en el proceso educativo del niño. Le ayuda a saber hasta dónde puede llegar. Por eso, es importante saber racionarlo. Si constantemente estamos diciéndole “no toques”, “no te subas”, “no chilles”, “no corras”… el día que le digamos un “no” verdaderamente importante como “¡no cruces la calle!”, seguramente el niño no haga caso, porque no le dará importancia debido a un exceso de uso. Hemos de establecer prioridades y decidir de mutuo acuerdo aquellos comportamientos (tres o cuatro) que no queremos consentir debido a sus consecuencias educativas y concentrar en ellos nuestros “noes”. Un ejemplo: No perdamos el tiempo en intentar que no se suba al sofá a los dos años, pero no le dejemos de ninguna manera llamarnos “tontos”, aunque lo haga con mucha gracia y picardía.
Seamos CONSISTENTES y COHERENTES: papá y mamá tratarán de actuar del mismo modo siempre que el niño lleve a cabo determinadas conductas. Esto quiere decir que el mantenimiento de un límite no debe depender de nuestro cansancio, del estado de ánimo de ese día o del lugar en el que nos encontremos (en casa de los abuelos sí, pero en nuestra casa no, por ejemplo). Esto puede llevar al niño a aprovecharse de ciertas situaciones o generar confusión en él, ya que entiende que las consecuencias a sus conductas son impredecibles y dependen de factores que se escapan totalmente a su control. Es lógico que nuestro estado de ánimo no sea siempre el mismo (y esto también es un aprendizaje que los niños deben hacer), pero hemos de hacer todo lo posible para mantener la coherencia y evitar que lo que hoy es blanco, mañana sea negro o que lo que ayer se saldó con un pequeño tirón de orejas, hoy implique un severo castigo.
-CRITIQUEMOS LA CONDUCTA, NO AL NIñO: Un “no me gusta que hayas pegado a tu hermana” resulta mucho más eficaz desde este punto de vista que un “eres un niño malo”. Por un lado, definimos con claridad la conducta que censuramos y, por otro, le transmitimos que lo que nos desagrada es ese comportamiento y no él/ella, que deben saber en todo momento que tienen nuestro cariño incondicional.
- FORMEMOS UNA “PIÑA”:
· Evitemos repartirnos los papeles (“Él es el bueno y yo la mala” o “Ella es la buena y yo el malo”…). LOS PADRES, ante todo, debemos FORMAR UN EQUIPO, ya que si la balanza se desequilibra hacia uno de los progenitores surgen muchos conflictos de pareja. No se trata de ser padres “clónicos”, sino de buscar la complementariedad desde la colaboración, el consenso, el cariño…
· Evitemos desautorizar a nuestra pareja delante de nuestros hijos: Si uno de los miembros de la pareja está haciendo algo con lo que el otro no está de acuerdo, hemos de dejarle hacer y comentarlo más tarde en privado. Los niños suelen utilizar el desacuerdo respecto a ellos en su beneficio.
- HAGAMOS un USO MODERADO, INMEDIATO Y PROPORCIONADO de los PREMIOS Ylos CASTIGOS:
Llamamos premio a todo aquello que, aplicado a continuación de una conducta, aumenta la probabilidad de que ésta se repita en el futuro. El castigo, por tanto, tiene el efecto contrario.
Con frecuencia dudamos sobre el momento en el que premiar o castigar y termina por convertirse en un hecho aleatorio, que en ocasiones consigue reforzar, precisamente, lo que queremos evitar en el niño. Una pequeña norma:
- Premiar las conductas que deseemos que se instauren en el niño y cuya realización suponga un esfuerzo.
- Aprobar las buenas conductas ya adquiridas por el niño y que no impliquen un esfuerzo especial para él.
- Castigar conductas muy negativas y que se den con poca frecuencia.
Premios y castigos pueden adoptar diversas formas: hemos de decir que los refuerzos sociales – el reconocimiento, las palabras de cariño, una caricia… – o la ausencia de ellos, suelen ser más eficaces que los materiales.
Terminamos dando algunas pistas sobre la APLICACIÓN de los PREMIOS y los CASTIGOS:

EL PREMIO:

- Debe ser algo que el niño desee, que le motive de verdad;
- Ha de ser lo más inmediato posible;
- Siempre que esté en nuestras manos, que esté relacionados con la conducta que deseamos reforzar;
- Podemos utilizar a los demás de reforzadores, contándoles la “proeza” de nuestro hijo;
- No tiene por qué ser caro ni siempre material;
- Prestemos más atención a las conductas positivas e ignoremos, siempre que la situación lo permita, las negativas – hay comportamientos que no pueden ni deben ser ignorados -.

EL CASTIGO:

- Debe resultar desagradable para el niño, ser algo indeseado (de lo contrario, podría convertirse en un premio), pero nunca debe ser más perjudicial que la conducta que deseamos corregir o un modo de descargar nuestra rabia.
- Ha de tener toda la relación posible con la conducta que se pretende sancionar.
- Se puede combinar con el refuerzo / premio de la conducta contraria, para aumentar su efectividad.
-  Debe ser aplicado con coherencia y de forma sistemática: cada vez que se
produzca la conducta, debe producirse el castigo.
- Siempre que podamos, llamemos la atención a nuestro hijo en privado: hacerlo en público produce humillación y nos da todas las papeletas para que la conducta negativa se incremente.
- Combinemos intensidad y brevedad: el castigo debe causar un claro efecto en el niño, pero no debe durar en exceso; del mismo modo que hemos de evitar embarcarnos en castigos que sabemos no seremos capaces de mantener (“¡todo el mes sin ver la tele!”).
Educar es, sin duda, una tarea que nos llena de dudas, que nos hace sentir vulnerables y que nos mantiene en un constante interrogante; sin embargo, resulta en la misma medida apasionante, llena de retos y una preciosa inversión de tiempo y energía: al fin y al cabo, nuestros hijos son nuestro mejor patrimonio.

Si planificas para un año, siembra trigo.

Si planificas para una década, planta árboles.

Si planificas para una vida, educa personas.

Kwan Tzu


INFLEXIBILIDAD ANTES DIFERENTES SITUACIONES

INFLEXIBILIDAD

Primera Infancia
Transiciones
  • Los niños con autismo tienen una motivación muy fuerte para hacer lo que quieren hacer, no lo que se les ha pedido hacer. Una vez que comienzan una actividad pueden tener un deseo compulsivo de seguir con la actividad hasta terminarla.
  • Los cambios en la rutina amenazan su sentido de la seguridad y comodidad, lo que puede causar gran ansiedad. Los niños con autismo se asustan ante la incertidumbre por no poder anticiparse a lo que va a pasar.
  • Pasar de actividad a la siguiente, estando en un grupo de niños en una habitación ruidosa, puede causar ansiedad a los niños con autismo.
  • El niño con autismo puede no saber a dónde ir después o qué hacer al final de una actividad.
¿Qué puede hacer?
  • Dar al niño una señal de transición – la señal podría ser un objeto, una muestra de la mano como terminado o una Ficha.
  • De tiempo para la transición del niño – Use un reloj para indicar el tiempo en el que el niño debe pasar a la siguiente actividad. Por ejemplo, ajuste el temporizador en 5 minutos, cuando suena la campana el niño sabe que debe cambiar de actividad.
  • Si se desplazan de un lugar a otro, indique unos minutos antes de la llegada a dónde va y qué va a hacer allí. Vamos a ir al zoológico y vamos a ver algunos animales y a almorzar. El niño estará más relajado si sabe lo que vendrá después. Una vez más dar tiempo al niño para moverse de un lugar a otro-el autobús hasta el lugar.
  • Permita que el niño sea el primero o el última en pasar de una actividad a otra ya para evitar una situación caótica con un grupo grande de niños.
  • Indicar a los niños el lugar donde desea que se muevan: “Jackson, es tiempo de lavarse las manos. Párate en la parte delantera de la línea “.
  • El niño puede estar más dispuesto a abandonar una actividad si le asegura que él pueda volver a ella después del tiempo de grupo. Sea específico acerca de cuándo el niño puede completar la actividad, “el almuerzo, y luego los trenes”. Evitar el uso de términos vagos como ‘más tarde’. No utilice esta técnica sólo para el niño colabore -debele recompensarlo permitiéndole volver a la actividad, aunque sólo sea por un rato corto.
  • Utilice un calendario visual que muestre claramente el orden de las actividades.

La insistencia en las reglas

“Jordan dice a los demás cuando alguien hace algo mal. Él puede ser bastante desagradable al respecto.”

¿Por qué sucede esto?

Los niños con autismo tienen una fuerte necesidad de controlar su entorno. Se basan en normas y rutinas para dar estructura a su vida y que sea predecible. Esta puede ser una ventaja, ya que las reglas pueden se usadas de una manera positiva para promover la buena conducta. Sin embargo, un niño con autismo puede no entender que no es adecuado decirle a un adulto cada vez que alguien hace algo mal.

A veces, el niño con autismo puede desarrollar su propio conjunto de reglas o creencias. Ellos pueden llegar molestarse mucho cuando otros niños no juegan o actúan conforme a sus reglas. 

Las dificultades del lenguaje pueden llevar al niño con autismo a imitar el lenguaje de los adultos. El niño puede copiar el tono de voz y los patrones de lenguaje de los adultos. La falta de conciencia social implica que el niño con autismo rete a los demás igual que un adulto regaña a un niño.

¿Qué puede hacer?

Si el niño está constantemente “delatando” a otros niños, él tiene que aprender cuándo es apropiado buscar la ayuda de un adulto. Por ejemplo, usted podría decirle que puede llamar a un adulto si otro niño se lastima o está en peligro físico, pero no para insultar. Como alternativa, poner un límite en el número de veces que el niño pueda decirle a un adulto acerca de las infracciones a las reglas, digamos 5 veces por sesión y que el niño pueda ver cuándo ha llegado a su límite. 

Las historias sociales acerca de las reglas -¿por qué los demás romper las reglas?- pueden ser útiles. Se pueden adaptar a la situación de cada niño. 


Insistencia en la rutina

“Cada mañana, cuando Dylan llega, se va derecho a los bloques. Él insiste en hacer tres trenes antes de hacer cualquier otra actividad. Nada de lo que dicen o hacen cambia este comportamiento.”


¿Por qué sucede esto?
  • Los niños con autismo tienen una necesidad muy fuerte de rutina. Esto puede ser causado por la dificultad en la predicción de acontecimientos futuros y la ansiedad acerca de “¿qué pasa después?”
  •  Algunos niños pueden insistir en que las cosas sucedan en un orden determinado. Para ellos da una sensación de comodidad y los hace sentirse seguros. Cualquier cambio en la rutina amenazan a esta sensación de seguridad y puede causar ansiedad.
  • Algunos niños con autismo tienen un deseo muy fuerte de completar una tarea que han iniciado. El comportamiento puede ser compulsivo. Obstinadamente puede insistir en completar la tarea, se niega a hacer cualquier otra cosa. Las solicitudes para que el niño pase a otra cosa pueden hacer que se moleste y de ponga muy ansioso, y que sea aún menos probable que coopere.
  • Los niños con autismo pueden tornarse muy ansiosos o molestos cuando se pasa de una actividad a la siguiente si se encuentran en medio de una actividad preferida, esto puede llevar a conductas de preocupación o berrinches.
  • Los niños con autismo tienen dificultades con la secuencia de los acontecimientos. Pueden ser reacios a probar nuevas actividades, especialmente si no entienden qué se espera de ellos.
  • Muchos niños con autismo son perfeccionistas. Pueden repetir una y otra vez una tarea hasta que están satisfechos con el resultado. 

¿Qué puede hacer?
  • En primer lugar, decidir si es necesario cambiar el comportamiento rutinario del niño. Si la rutina no interfiere con su programa diario ni daña a nadie más, es posible que lo mejor sea esperar y ver si desaparece con el tiempo.
  • Si es necesario cambiar el comportamiento, primero tendrá que cambiar el medio ambiente. Este puede significar sacar temporalmente los bloques o cambiar la secuencia de eventos. Puede iniciar el programa con actividades al aire libre o una canción.
  • Un enfoque más suave puede ser la introducción de pequeños cambios poco a poco en la rutina del niño. Utilice un temporizador de cocina para mostrar al niño cuánto tiempo falta para la nueva tarea.
  • Dar al niño una señal de transición para advertirle que una nueva tarea o actividad está por empezar, y algo de tiempo para terminar lo que están haciendo y pasar a la siguiente tarea, “terminamos de jugar con los blques y después vamos afuera”. Algunos niños con autismo pueden necesitar la señal de terminó o una imagen.
  • El niño puede estar más dispuesto a dejar la tarea si se le aseguró que él pueda volver a ella más tarde.
  • Se puede ayudar mostrando al niño un calendario visual para que sepa cuando va a poder volver a la actividad.
  • Si la rutina se compone de una serie de medidas, estimular al niño a pasar por alto alguno de estos pasos. Es una buena idea de introducir pequeñas variaciones en las actividades para ayudar al niño a ser más tolerante al cambio.
  • Redirigir los intereses restringidos, en el este ejemplo, los trenes, a otras actividades. Aliente al niño a dibujar o pintar un tren, o buscar en los libros sobre los trenes en lugar de construir un tren de bloques.
  • Trate de usar un calendario visual. El niño puede sentirse abrumado por el número de actividades disponible. Puede ser útil hacerle elegir las tarjetas con las actividades, colocándolas en una tira de actividades. A medida que cada tarea se termina se pueden colocar las tarjetas en un buzón especial. 

Insistencia en las actividades preferidas 


“Brandon pasa gran parte de su tiempo jugando con los trenes. No va a dibujar, pintar o hacer puzzles. No quiere probar otra cosa.”


¿Por qué sucede esto?
La mayoría de los niños con autismo tienen un interés obsesivo, su juego es a menudo solitario y restringido por déficit en su imaginación. Esto afecta a su capacidad de participar en juegos de simulación. A los niños con autismo les gusta hacer las mismas cosas una y otra vez porque la previsibilidad y la rutina les hace sentirse seguros y protegidos. También tienen un temor muy fuerte al fracaso, pueden necesitar más aliento y consuelo que otros niños. 

Algunos niños a evitar ciertas actividades debido a las dificultades de procesamiento sensorial. Pueden tener un intenso rechazo al ruido o a las actividades “sucias”. Por ejemplo, tocar pasta, pintura o plastilina. 

Los niños con autismo tienen poca motivación para agradar a los demás porque les cuesta de entender opiniones y perspectivas de otras personas. Pueden no estar interesados en complacer a otra persona. No entienden por qué debería hacer algo que no desean hacer. 

¿Qué puede hacer?

Aliente al niño a elegir las actividades, dándole tarjetas de elección. Estas tarjetas son muy útiles para cualquier niño que tiene dificultades para elegir entre actividades y pasar de una tarea a otra. 

En primer lugar, elija una actividad nueva para el niño y permita que el niño elija el resto. Dar tiempo a su actividad preferida, como recompensa por intentar algo nuevo.

Trate de usar la obsesión del niño de una manera positiva, es decir, estimular al niño a pintar o dibujar su interés, mirar libros sobre el tema, etc,

Busque una terapeuta ocupacional para realizar una evaluación del perfil sensorial y comprobar si hay algún problema sensorial que haga que el niño sea reacio a probar nuevas actividades. 

Descubra qué motiva al niño y ofrezca recompensas apropiadas para intentar una nueva actividad. Por ejemplo, una calcomanía de un tren, si al niño le gustan los trenes. 


Hacer frente a cambios en la habitación


“Cuando regresó de sus vacaciones Aden, se puso muy molesto y ansioso porque habían reorganizado el cuarto.“



¿Por qué sucede esto?
  • La distribución física y la estructura de una habitación es importante para las personas con autismo. La colocación de objetos en una habitación da a la persona con autismo un punto físico de referencia en el medio ambiente y proporciona una sensación de seguridad.
  • El cambio o la eliminación de elementos de una habitación puede ser desorientador y causar ansiedad.
  • Los niños con autismo tienen una fuerte necesidad de rutina. Cambios en su rutina pueden causar mucha ansiedad. Un niño con autismo puede ser capaz de aceptar un cambio importante como ir de vacaciones, pero tienen grandes dificultades para hacer frente a pequeños cambios, como un cuarto re-arreglado.
  • Muchos niños con autismo tienen muy buena memoria visual. Pueden notar cambios muy sutiles en su entorno.

¿Qué puede hacer?
  • Re definir el espacio del niño en la habitación – de un espacio definido en la alfombra para que el niño se siente y un espacio definido en la mesa de la merienda.
  • Asegúrese de que el espacio en la alfombra se encuentre adelante para que el niño tenga más posibilidades de prestar atención.
  • El espacio para el niño en la mesa de la merienda debe ser al final de la mesa, donde haya menos niños que estén tocando al niño con autismo, los niños con autismo pueden sentirse incómodos durante la alimentación si están demasiado cerca de otros niños.
  • Asegúrese que el niño tenga un área definida de seguridad o un espacio tranquilo y muestre al niño la zona. Es importante para el niño saber en qué lugar de la habitación está la zona para que pueda acceder al espacio seguro sin angustiarse si la zona ha cambiado. 


Cuando un miembro del personal está ausente 

“Cuando nuestro asistente estaba fuera Laura se alteró tanto que se negó a entrar.”

¿Por qué sucede esto?
  • Es común que los niños con autismo confíen en las rutinas. Cualquier cambio inesperado en su rutina puede provocar un gran malestar. 
  • Los niños con autismo pueden no ser demasiado cariñosos con el personal, pero reconocen un determinado personal como aquel capaz de satisfacer sus necesidades. Si esa persona está ausente, el niño puede confundirse y molestarse por no saber a quién acudir para obtener ayuda.  
¿Qué puede hacer? 
  • Mantenga la misma rutina que normalmente se siguió durante el día. La consistencia ayudará a los niños a predecir y saber qué esperar, incluso si el miembro del personal ha cambiado. 
  • Si el personal va a irse, dar al niño el aviso previo. Explíquele que todo lo demás en su día será igual, pero su profesor será diferente.
  • Para ayudar a la maestra, hacer una página de información sobre el niño con autismo. Incluya una foto, gustos y aversiones, miedos o fobias, obsesiones, las áreas de dificultad, etc. 
  • Si un miembro del personal está enfermo, llame a la madre del niño para que pueda estar preparada para el cambio en la rutina. 
  • Desarrollar un tablero con imágenes y fotos del personal, el nombre y el día. De esa manera usted puede mostrar visualmente al niño quién está trabajando en el día, muestre un símbolo para las vacaciones o enfermedad de al lado del personal ausente. El niño puede estar más relajado si otro miembro del personal que reconocer está trabajando. 
Uso de juguetes como objetos

 ”A menudo veo a Tom jugando con un automóvil o camión y hacer girar las ruedas una y otra vez. No juega como los otros niños “.
  • Los niños con autismo tienen deficiencias en su imaginación, frecuentemente muestran una falta de habilidades creativas en el juego. Sus intereses pueden ser limitados, repetitivos y solitarios.
  • El comportamiento de los niños con autismo es a menudo repetitivo, rígido e inflexible. Parece que tienen un enfoque centrado en los pequeños detalles de un objeto, como si ellos fueran incapaces de ver el “cuadro completo”.
  • Los niños con autismo pueden tener dificultad para dejar un comportamiento que es repetitivo o compulsivo.
  • Los niños con autismo pueden utilizar el juguete o un objeto como parte de una rutina de autoestimulación en lugar de jugar. Es decir tocar ciertos objetos, sólo para escuchar el ruido que hacen, introducirlos en la boca o masticar juguetes para la estimulación oral. También los usan para otros tipos de estimulación sensorial al frotarse partes del cuerpo con los juguetes. 
  • Los niños con autismo juegan, pero a menudo el juego es el pasaje al acto de lo que el niño pudo haber visto en un programa de televisión protagonizada por su personaje favorito. Cualquier desviación de otros no será tolerado.
  • Los niños con autismo a menudo prefieren jugar solos porque interactuar con otras personas puede ser difícil.
  • Los niños con autismo a menudo no saben cómo hacer que otros jueguen con ellos. Puede tomar un juguete o pelota de otro niño porque quiere jugar o participar en un juego en vez de preguntar.
  • Los niños con autismo pueden preferir jugar solos, ya que muchas veces no les gusta la gente en estrecha proximidad física.
  •  A menudo, el niño con autismo teme que su juguete pueda ser quitado.
  • Los niños con autismo pueden atacar a otros que están demasiado cerca de ellos mientras están jugando con un juguete u objeto favorito.
¿Qué puede hacer? 
  • Enseñar a los niños con autismo a jugar es una parte importante del desarrollo social y emocional. Puede tomar muchos años de modelaje y enseñanza para que el niño aprenda a jugar de forma cooperativa.
  • El niño puede resistirse a que un adulto o un niño se una en su juego, pero esto será necesario para ampliar intereses y habilidades de juego. Observar el juego del niño y copiar lo que está haciendo. Si él siempre hace lo mismo, cambiar un poco. Sea entusiasta -hacer nuevas propuestas parecen muy emocionante!
  • En lugar de hacer preguntas, hacer comentarios sobre el juego del niño con el fin de ampliar su interés en las actividades. ”Mi coche es muy rápido!” “Tu coche es rojo”.
  • Si el juego del niño parece obsesivo o compulsivo, dar un mensaje claro, verbal para parar. Usted puede también utilizar las señales de mano para reforzar este mensaje. Reorientar al niño hacia el juego que es interactivo e imaginativo.
  • Si el niño está se introduce objetos en la boca constantemente solicitar una evaluación de terapia ocupacional que  le puede proporcionar las estrategias y programas de estimulación sensorial para superar estas dificultades.


PROBLEMAS A LA HORA DE DORMIR. ESTRATEGIAS PARA MEJORAR EL SUEÑO EN NIÑOS CON TEA

(Aunque esté centrado en niños con TEA, es perfectamente válido para cualquier niño).

Muchos niños con Trastornos del Espectro de Autismo tienen problemas a la hora de dormir. Este folleto informativo está diseñado para mejorar el sueño de los niños.  La  Federación Andaluza de Padres con hijos con Trastornos del Espectro Autista nos ofrece esta interesante Guía.


Las sugerencias de este folleto se basan en la investigación y la experiencia clínica de expertos en sueño.
propone estrategias para:
  • Proporcionar al niño un ambiente cómodo para dormir
  • Establecer una rutina regular del sueño
  • Consejos para mantener un horario regular
  • Enseñar a su hijo a dormir solo
  • Promover comportamientos diarios



PROBLEMAS A LA HORA DE COMER

En este apartado, nos podemos encontrar con diferentes problemas en la conducta alimentaria por lo que sería difícil abordarlos uno a uno sin datos específicos. 
Por eso he optado por indicar unas pautas generales a la hora de llevar a cabo en el momento de la comida. 


Estrategias generales 

• Los momentos de la comida han de ser momentos agradables y libres de ansiedad. Forzar al niño a comer es un error ya que asociará el momento de la comida con algo traumático para él. Al empezar el programa, el nivel de exigencia será mínimo o prácticamente inexistente.

• El adulto debe dirigir la situación siempre en estado de tranquilidad para generar la confianza del niño. Los niños perciben la ansiedad del adulto y reaccionan ante ella con oposición y desafío.

• Entorno controlado. Tienes que darle de comer en un sitio tranquilo. Fuera la tv y cualquier otro ruido. Fuera juguetes que llamen su atención. Si es posible que no estén más que el adulto y el niño en ese momento. La ubicación del niño en la mesa es también importante. Si el niño es movido y tiende a levantarse de la mesa constantemente, es preciso que al principio se sitúe en una esquina de la mesa en la que a un lado esté la pared y al otro el adulto para que no pueda “escaparse” fácilmente. Si ya tiene una actitud negativa de por sí, cambiarle el entorno, por ejemplo si le das d comer en la cocina, hazlo ahora en el salón.

• Priorizar objetivos. No mezclarlos. Empezar por lo básico, que coma…ya luego enseñaremos a usar cubiertos y demás.

• Termina siempre la comida enseñándole el plato vacio al niño y entonces déjalo ir. Que asocie que primero hay que acabar lo que hay en el plato para luego ser “libre”. Si es necesario, quita comida del plato sin que se de cuenta pero que vea que el plato queda vacio.

• Poner siempre en el plato la cantidad de comida que sabes que es capaz de ingerir. Por ejemplo yo me he dado cuenta de que pablo come 5 cucharadas de pure, ya a la sexta se pone a llorar…Pues lo que estoy haciendo es ponerle solo 5 cucharadas en el plato…Es poquísimo lo se, pero es fundamental no forzar al principio del programa y sobre todo que el vea el plato vacio. En un par d días le pondré 6 cucharadas y asi poco a poco.

• Evitar que tenga acceso a sus alimentos favoritos antes de comer. Nada de picar entre horas, por muy burrito que se ponga. 



Lo que nunca se debe hacer

• Intentar engañar al niño mezclando comidas. No camufles alimentos que no le gustan entre los que si le gustan. No son tontos jajaja y eso lo único que hará será crear más desconfianza.

• Presentar la misma comida una y otra vez en distintos momentos del día y en días sucesivos hasta que la acepte. No es buena idea porque se acaba convirtiendo en una especie de batalla muy difícil de ganar.

• Poner en el plato mas cantidad de comidad de la que sabemos que comerá.

• En cada comida presentar alimentos nuevos para descubrir cual acepta y cual no. Lo que hay que hacer es elegir alimentos con textura muy parecida a los pocos que acepte.

• Forzar físicamente al niño. 


Situaciones que se suelen dar y soluciones

Rechaza todos los alimentos sólidos: Hay dos vías de actuación 1)Ir presentando poco a poco los purés o papillas con una textura mas solida. El cambio ha de ser mínimo, muy gradualmente. Si aun así lo rechaza, tener a mano un plato con su puré de siempre super triturado. A medida que vaya aceptando mas espeso siempre tener por si acaso un puré con la textura anterior por si rechaza el cambio. Se debe finalizar el proceso por machacar los alimentos con tenedor, o sea sin batidora ni nada por el estilo. Una vez superemos este largo camino, debemos ir mezclando trozos muy pequeños sólidos con este machacado de comida. 2) Introducir directamente pequeñas cantidades de alimentos sólidos aunque de textura blanda . Si solo se come un trozo minúsculo de tortilla, pues habrá sido un gran paso, poco a poco y ser insistentes. Siempre reforzar verbalmente con un “muy bien!!, así se hace!!! Bravo!!!!” Una vez el niño acepte el trocito de alimento, ir aumentando la cantidad.

No acepta comidas nuevas: El principio básico es la introducción progresiva que comenté en el apartado anterior, pero con estas otras cosas: Elegir una sola comida del día para llevar a cabo el programa, por ejemplo, la cena. Todos los días presentar en la cena una pequeña cantidad del alimento seguido de su comida favorita, en el caso de Pablo, en la cena lo que toma es bibe de leche…Ignorar conductas como la de escupir la comida, haz como que lo ha comido y a continuación ofrécele su comida favorita. Se estará produciendo un proceso de desensibilización a la textura, olor y sabor de los alimentos nuevos. Prueba durante una semana con el mismo alimento aunque lo escupa todos los días, al cabo de la semana, cambiarlo.

Se levanta de la mesa constantemente y hay que seguirlo por toda la casa con la cuchara para lograr que coma: Controla con un reloj cuanto tiempo es capaz de estar sentado por ejemplo viendo sus dibujos favoritos, o jugando a algo que le guste mucho. Si el tiempo que lo hace por decirte algo son 15 minutos, no debe permanecer en la mesa para comer mas de 15 minutos. El objetivo al principio no es que coma cantidad sino que cambie de hábitos, por eso no importa que coma muy poquita cantidad. 


• Mantener la comida en la boca sin tragar: En caso de que la comida sea triturada, para ayudar a tragarla podemos darle una cucharadita de zumo de naranja o de limón azucarado, que ayuda a provocar el reflejo de deglución.
Cuando el alimento que mantiene en la boca es sólido, proceder  ofreciendo un alimento que le guste mucho y tenga que masticar. Este alimento deberemos ir retirándolo paulatinamente, tanto en frecuencia (dándoselo de forma más espaciada) como en cantidad (trozos cada vez más pequeños), con el fin de que no se habitúe a comer únicamente con estos refuerzos.


• Tragar sin masticar: Este hábito, si se mantiene en el tiempo, puede dar lugar a problemas digestivos, por lo que es importante reeducarlo. El primer paso hacia la masticación es morder. Para ello, le daremos alimentos que le gusten, con forma alargada, introduciendo una parte en su boca que tenga que morder para partir. Deben ser alimentos con una consistencia algo rígida. Cuando aprenda a morder, pasamos al procedimiento de masticar. Para ello, introducimos en su boca, en la zona de las muelas, alimentos crujientes que le gusten en pequeñas cantidades (patatas fritas, cereales…). También podemos introducir en la zona molar tiras de alimento que sujetaremos mientras la persona hace el movimiento de masticar.


 Llanto permanente: Cuando aparecen crisis de llanto, es conveniente seguir dando de comer, despacio y en pequeñas cantidades. No es recomendable emplear el tiempo fuera, ya que podemos crear confusión (el niño no espera tener que continuar con la comida al terminar de llorar ) y además puede aprender que el llanto es una estrategia para salir del comedor y finalizar una situación que le genera ansiedad.
Para aliviar esta ansiedad, podemos permitir que el niño/ a tenga algún pequeño juguete que le guste, o cantarle canciones que le relajen.


Muchos niños y niñas con TEA presentan serios problemas de alimentación en algún momento de su vida, generalmente relacionados con la hiperselectividad alimenticia, es decir, tolerar únicamente ciertos alimentos preparados y/ o presentados de una forma muy concreta. 

Cuando nos encontramos ante esta circunstancia es necesario comenzar una intervención en la conducta alimenticia que permita ampliar el repertorio de alimentos que la persona toma o variar la textura y consistencia de los mismos.
En el libro “El Niño Pequeño con Autismo” podemos encontrar un capítulo muy interesante en el que se describen muy bien los pasos a dar en los casos de rechazo a texturas diferentes (normalmente niños que sólo comen purés). 

A continuación voy a presentaros un resumen del mismo que espero resulte de utilidad: 


1.    Presentar las comidas favoritas con sus presentaciones habituales (con el objetivo de generar un hábito de comida en un determinado contexto)
2.    Introducir alimentos de igual textura con sabor ligeramente diferente
3.    Cambiar las texturas (espesar los purés)
4.    Añadir a los purés espesos trocitos de alimentos sólidos.
5.    Aumentar progresivamente de la cantidad de sólidos en los purés.
6.    Presentar las comidas trituradas con tenedor o masticador.
7.    Añadir progresivamente trozos pequeños de comida sólida a las comidas trituradas..
8.    Introducir alimentos sólidos de su agrado (como patatas fritas)  en  diferentes comidas del día.
9.    Introducir segundos platos de texturas blanditas (tortillas…).
10.    Aumentar la variedad de texturas y sabores.
Algunos aspectos a considerar para tener éxito en estas intervenciones son los siguientes:
1.    Presentar de forma visual al niño/ a lo que tiene que comer ese día.
2.    Ofrecer un  postre muy apetecible.
3.    Presentar sólo la cantidad de comida que vamos a exigir que coma ( comenzar con cantidades pequeñas)
4.    Reforzar socialmente la conducta o el intento de comer.
5.    Tomar las comidas en pequeñas cantidades.
6.    Mantener al niño limpio y seco.
7.    Esperar a que trague antes de dar otro bocado.
8.    Tener agua a su alcance.
9.    No mezclar la comida. 




COMPORTAMIENTO DE AUTO-ESTIMULACIÓN



El comportamiento autoestimulatorio es una de las mayores características en el diagnóstico de Autismo. La autoestimulación es repetitiva, es un comportamiento tipificado que no parece servir para ninguna otra función que la gratificación sensorial.
Existen tres razones por las cuales nos enfocamos a reducirlas:
1- Interfiere grandemente con la atención
2- Es altamente reforzante y además, hace menos atractivos los refuerzos de adaptación.
3- Es estigmatizante. Cuando un individuo se autoestimula, su atención usualmente se enfoca en el comportamiento que esta teniendo y la persona no procesa información importante, interviniendo en el aprendizaje.
La primer categoría de autoestimulaciones involucra el movimiento del cuerpo (balanceo, aleteo, aplausos, dar vueltas) mirar al vació sin concentrarse no es mas que una pura forma de auto-estimulación visual.

Una segunda categoría es utilizar objetos solo para el propósito primario de suministrar entradas sensoriales (retorcer una cuerda, girar objetos, voltear las ruedas de los autos, zarandear la arena, rociar agua). El uso repetitivos de objetos también entra en esta categoría.

Un tercer tipo de auto-estimulaciones es el de rituales y obsesiones (alinear objetos, sostener objetos, utilizar la misma ropa, hablar una y otra vez, cerrar puertas) con frecuencia involucran reglas que el niño ha desarrollado e insiste en continuar. Tal como en el comportamiento obsesivo, estas reglas interfieren de manera importante con las actividades de la vida diaria.
Los comportamientos de auto-estimulación pueden ocurrir constantemente o en situaciones que le son aburridas o estresantes. Es crítico ejercer control en este comportamiento. Existen varias estrategias que pueden ser utilizadas para reducir y posiblemente eliminar las interferencias de ese comportamiento.

FUNCIONES DE LA AUTO- ESTIMULACIÓN

Como el nombre lo indica la función primaria de este comportamiento sirve para proveer estimulación. Con frecuencia, las personas con autismo no encuentran interesantes a la gente o al medio que los rodea. Consecuentemente, cuando están aburridos o sin ocupación, ellos presentarán la autoestimulación. Una segunda función posible es la de reducir la frustración y el estrés (durante transiciones, situaciones caóticas, durante la presencia de respuestas incorrectas). Parece que el comportamiento supliera el propósito de relajarse a si mismo, así como bloquear la fuente de frustración.
Con el tiempo, la auto-estimulación se torna más y más fuerte. Naturalmente si la intervención nace más temprano, las posibilidades de extinguirlas son mayores. Así como cualquier problema de comportamiento, existen varias estrategias que se pueden emplear.
Los procedimientos para administrar los comportamientos pueden separarse en estrategias “Pro-activas” y Reactivas”. El acercamiento más efectivo es una combinación de ambas. Las estrategias Pro-activas le enseñaran comportamientos alternativos que están diseñados para dar al individuo una satisfacción similar a la de la autoestimulación. Los métodos reactivos serán diseñados para reducir la auto-estimulación, disminuyendo, inclusive, eliminando el reforzamiento, construyendo un costo a la respuesta y proveyendo reforzamiento para comportamientos alternativos.

Intervención en las autoestimulaciones
Procedimientos Reactivos. Prevención a la respuesta.

Detener el comportamiento autoestimulatorio, tan pronto como este ocurra, reducirá o inclusive eliminara el refuerzo. Ya que el comportamiento en sí mismo provee reforzamiento. Es igual que darse así mismo dulces. Entre mas pronto sea bloqueado el comportamiento, el niño pasará menos tiempo auto-reforzándose.

La forma en que uno detiene el comportamiento es muy importante. Así como con la mayoría de los comportamientos, debemos usar el método menos directo para detenerlo. La siguiente es una jerarquía de métodos que van desde el menos al más directo:
• PAUSA
• MIRADITA
• EXPRESIÓN FACIAL
• GESTO
• MOVIMIENTO FÍSICO PARCIAL
• MOVIMIENTO VERBAL FÍSICO TOTAL

La Razón por la cual se usa lo menos directo posible es similar a la que permite el uso de la ayuda menos directa, la intervención es más fácil de disolver. Además cuanto más directa, mas atención le estamos dando a la conducta y más reforzada está. Se aconseja “subir de método” si el procedimiento suave no detiene el comportamiento y luego ir retirando con procedimientos cada vez más suaves.

Reduciendo el valor de refuerzo que posee una Autoestimulación
Un procedimiento efectivo para la reducción de la autoestimulación es usarla como refuerzo. Aunque no parezca sensato, en realidad sirve para dos cosas importantes. Una, servir como poderoso refuerzo y otra gradualmente reducir la gratificación que su niño recibe del comportamiento.

En la primera se utilizaría como premio (por comportarse de la forma adecuada o por no haber tenido autoestimulaciones por un tiempo) utilizando así la autoestimulación para favorecer conductas adecuadas. Cambiando así la naturaleza del comportamiento. Tomando el control del comportamiento, sutilmente alterándolo, colocando limites y condiciones en el. Cuando mueve el comportamiento de un control interno hacia uno externo, usted ha creado el efecto de reducir el valor del refuerzo. Gradualmente usted podrá contenerlo y lentamente reducirlo a períodos más largos donde no habrá auto-estimulación y de esa manera le podrá brindar nuevos refuerzos.


Procedimientos Pro Activos

La parte más importante de un plan efectivo para cualquier comportamiento es enseñar alternativas apropiadas. Si su niño no aprende esto, será imposible el éxito a largo plazo.
La identificación del comportamiento de reemplazo debe basarse en la identificación de la función del comportamiento autoestimulatorio. Debido a que la auto-estimulación es un medio normal para recibir ciertos tipos de estímulos sensoriales, enseñar a jugar, habilidades recreacionales e interactivas, que tienen componentes sensoriales fuertes, serán formas mas efectivas para establecer comportamientos de reemplazo.

(extraído del capitulo 7, “Esperanzas para el Autismo”, Dr. Ron Leaf& Dr. John MCEachin)





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