El Principio de Premack




1- Resumen de la técnica:

Ámbito de aplicación:Su uso más común es para incrementar (reforzar) aquellas conductas deseables de baja ocurrencia: incrementar el tiempo de trabajo en clase, potenciar el aprendizaje de una materia concreta o, también, reducir conductas disruptivas en clase cuando éstas no son de excesiva gravedad.
Edad:Puede aplicarse en todas las edades cambiando las formas y los refuerzos. Tanto en Educación Ordinaria como en la Especial.
Puntos fuertes:Es una técnica poco intrusiva en la que es el niño el que tiene el propio control de las consecuencias. Es decir, si efectua la conducta que le solicitamos tendrá contingentemente a su disposición la situación reforzante.
Limitaciones:Para que funcione es necesario conocer cuales son las conductas más reforzantes para cada niño. Su aplicación en grupo puede ser complicada debido a que las áreas de interés de cada alumno pueden variar.

2- Fundamentos teóricos

Se trata de un principio de reforzamiento formulado originalmente por Premack en 1.965. El enunciado literal nos dice: “Dadas dos respuestas en un procedimiento de condicionamiento operante, la respuesta más probable reforzará a la conducta menos probable; la respuesta menos probable no reforzará a la conducta más probable.

3- Descripción

Vamos a explicar un poco mejor el principio. Lo que hizo Premack es observar en una situación experimental las opciones naturales que los niños preferían al ofrecérseles dos opciones. La primera era jugar a maquinitas (en aquel entonces jugar al pinball, hoy podría ser cualquier tipo de juego al ordenador) y la segunda comer golosinas o “chuches”. 

En los niños que prefirieron jugar al pinball se estableció que esa era la respuesta reforzante, igualmente para los que prefirieron las golosinas, mientras que la otra opción pasaría a ser una conducta menos probable o apetecible en una situación de libre elección.

Pero lo realmente interesante es que Premack verificó experimentalmente que podíamos utilizar la conducta más probable (la que le gusta al niño) para reforzar la ocurrencia de la menos deseada o probable.

4- Aplicación

Para no extendernos en más consideraciones técnicas, lo que se deduce a efectos prácticos es que, si sabemos cuales son las actividades que más le gustan al niño, podemos utilizar éstas para reforzar la presencia de otras que le son menos agradables. Por ejemplo: imaginemos un niño que le encanta dibujar en clase pero no soporta las matemáticas. En ese caso lo que podemos hacer es darle la oportunidad al niño de que efectúe su actividad preferida por más tiempo (actividad reforzante) contingentemente a aumentar el tiempo de dedicación a las matemáticas (actividad menos preferida). 

También podemos supeditar el tiempo dedicado actividades lúdicas diversas (las de su agrado) al compromiso de aumentar progresivamente el tiempo a ciertas materias o actividades que no le gustan tanto o presenta problemas. 

Otros ejemplos aplicados:



-Después de realizar un número determinado de operaciones matemáticas (conducta de baja frecuencia) puede dedicar un tiempo establecido a una actividad muy habitual en él (dibujar, pintar, plastilina).
-Después de permanece atento y efectuar una actividad de Lectura durante el tiempo establecido (conducta baja frecuencia), a continuación puede dedicar un tiempo a trabajar con recortables (conducta de alta frecuencia o reforzador de actividad).

Hay que tener en cuenta que la diferencia fundamental con otras técnicas operantes (refuerzo, coste de la respuesta, etc...) es que aquí el reforzador no es un objeto, ficha, premio o cualquier otro elemento primario sino una conducta de alta probabilidad de ocurrencia en un individuo concreto (dibujar, pintar, jugar en el ordenador, etc...). Igualmente el objetivo del cambio es una conducta de baja probabilidad de ocurrencia pero que deseamos que aumente (estudiar, no levantarse de la mesa en la escuela, obediencia, atención, etc...).

Orientaciones generales:

  • La técnica puede adaptarse a diferentes edades y tomar diferentes formas, preferentemente y, según nivel del niño, a partir de los 7 u 8 años. Es una técnica básicamente de aplicación individual ya que dependemos de las preferencias naturales del niño, pero puede también aplicarse colectivamente ya que hay actividades que son del gusto de la mayoría de jóvenes (deportes, ordenadores, etc...).
  • Hay que ser creativos en su aplicación y el secreto está en encontrar la conducta de alta frecuencia que nos sirva como reforzador adecuado en cada caso.
  • En algunos casos, suele funcionar muy bien apoyarse con registros o gráficos visuales (especialmente en el ámbito de la educación especial) en donde el niño pueda ver que tiene a su disposición la actividad reforzante.
  • Igual como ocurre en la aplicación de otras técnicas, es necesario asegurarnos que el niño consiga algunos pequeños logros al principio para que no se nos desmotive.
  • A nivel de grupo señalar que, tras la planificación previa, podemos mejorar aspectos del funcionamiento del mismo dentro del aula. A tal efecto puede crearse un registro colectivo donde la consecución de los objetivos marcados comporte beneficios para el grupo en forma de tiempo libre extra, cambios a actividades más gratificantes (aumentar tiempo de juego), o mejorar colectivamente la nota con un plus pactado con anterioridad.
  • Las posibilidades son muchas y sólo dependen de la imaginación de las personas que la aplican y las limitaciones o posibilidades del grupo o escuela.
  • Con el tiempo, se espera que las nuevas conductas que han tenido que ser reforzadas al principio con actividades gratificantes, vayan progresivamente consolidándose y finalmente no necesiten ya del refuerzo inicial para seguir en el repertorio del niño.
  • En definitiva, podemos aplicar el Principio de Premack para aumentar la motivación hacia el trabajo pero también para fomentar aspectos de la relación entre iguales, mejorar la cohesión del grupo o mejorar la conflictividad en o entre alumnos concretos.

5- Caso práctico

Juan es un niño de 12 años que presenta episodios recurrentes de desobediencia hacia su maestra con dificultades para centrar la atención y alterando el buen funcionamiento de la clase. Lo que más le gusta es jugar en el ordenador, en especial, los juegos de competición de coches. La única ocasión que tiene de hacerlo en la escuela es en la hora semanal que tienen de informática. No obstante, el tiempo de juego libre es sólo de unos 10 minutos ya que en el resto del tiempo se efectúan actividades programadas.

En este caso, aparte de otras medidas, se le planteó a Juan la posibilidad de poder jugar hasta 20 minutos. No obstante, se le advirtió que si sus conductas en clase continuaban este tiempo podía reducirse a 0. 



Juan está acostumbrado a ser castigado y es consciente que sus problemas conductuales le imposibilitan, de entrada, conseguir cualquier recompensa mediante el sistema de fichas convencional al que no responde bien.
Es por ello que se pensó en utilizar el Principio de Premack combinado con el coste de la respuesta.

De esta forma, se le comentó a Juan que el refuerzo estaba disponible (20' juego ordenador en clase informática). Dependía de él conservar ese tiempo. El mensaje que se lanzaba al niño había cambiado. Ya no se trataba de castigarlo si no era obediente (es el maestro quien toma la iniciativa como ejecutor del estímulo punitivo), sino de hacerle ver que, de entrada, ya dispone del reforzador (un tiempo adicional en su actividad favorita), sólo tenía que esforzarse en no ser desobediente para disfrutarla (el peso recae sobre el propio individuo que toma el control sobre las consecuencias). 

Detalles de la intervención efectuada:
Para concretar la actuación, se creo un registro con una barra que representaba que los 20 minutos de juego estaban disponibles al comenzar la semana (el lunes). A medida que Juan efectuaba las conductas no deseadas esa barra iba creciendo restándose el tiempo disponible. Es decir, Juan consume tiempo de su juego favorito paralelamente a la aparición de las conductas negativas (coste de la respuesta). 

Antes de poner en marcha la intervención:

1- Se pactaron las conductas susceptibles de penalización para que no hubiera discrepancias o dudas. Es decir, se especificó al niño de forma concreta cuales eran las conductas que consideramos desobedientes (levantarse de la mesa en el aula cuando se está trabajando, negarse a trabajar, etc...).

2- Se seleccionaron las conductas más molestas o persistentes para actuar sobre ellas. No conviene actuar sobre muchas manifestaciones conductuales a la vez. Una vez se produce la mejora sobre el objetivo planteado pueden incorporarse otras conductas progresivamente para su control o modificación.
El registro se formalizó y estaba disponible para ser visto cada vez que se le restaba tiempo. Suele ser más eficaz que el niño visualice directamente sobre un gráfico el estado de la situación que se lo expliquemos sólo con palabras.

Recordar que uno de los factores claves del éxito de esta técnica es que el niño tiene directamente el control sobre las consecuencias de su conducta. Es decir, ya tiene el premio de entrada, pero deberá ser capaz de controlar su conducta para no perderlo. Ello lo hace más atractivo y diferente del castigo clásico.

Juan siguió con malas conductas la primera semana de implantación del registro, mejoró en la segunda y en la tercera consiguió disponer de todo el tiempo de juego.

6- Apuntes finales

Al introducir estas técnicas lo que estamos haciendo es producir en el niño un aprendizaje conductual nuevo e incompatible con su forma de proceder actual. El mensaje que debe interiorizar no es: “si me porto mal me castigan” sino: “si hago las cosas mejor me puedo beneficiar de ciertos privilegios y pasármelo mejor.”

Como se ha visto en el caso práctico, las diferentes técnicas conductuales, aplicadas a niños, no deben entenderse como estrategias estancas y rígidas sino como un conjunto de herramientas que pueden combinarse de diferentes formas para adaptarlas a las peculiaridades de cada niño y/o situación.

Insistir en que cada alumno es un mundo y hay que buscar el punto adecuado para cada uno de ellos. En algunos casos, en especial, en aquellos que el trastorno de la conducta obedezca a causas multifactoriales como la pertenencia a grupos marginales, de alto riesgo o factores genéticos, esta técnica puede ser, por sí sólo ineficaz, dado que no existe la motivación concreta hacia algo en particular. Puede que necesitemos complementariamente otras actuaciones.

Finalmente señalar que hay que valorar cómo debemos aplicar la técnica dentro del aula, es decir, estamos proporcionando un premio a un niño en concreto para que intensifique ciertas conductas positivas. La duda puede plantearse en el sentido de qué hacemos con el resto del grupo que ya está funcionando bien. Una solución es extender los premios a todo el grupo o que Juan efectúe la actividad en momentos concretos fuera del grupo. Todo esto debe ser planificado según las circunstancias.


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