Cómo manejar las rabietas: Entrevista con Ramón Soler, psicólogo

 Ramón Soler Romero, psicólogo, especialista en psicología infantil y en psicología perinatal, así como en autismo e hipnosis clínica, y experto en Terapia Regresiva Reconstructiva. 

Ramón tiene su consulta en Málaga y,  junto a su compañera Elena Mayorga Toledano, escritora y especialista en terapia de guiones psicoeducativos para niños, escriben y dirigen la excelente revista Mente Libre.

Ramón y Elena son además padres de una niña que está en plena edad de rabietas, así que quién mejor que él para hablar del tema.
  • ¿Por qué se producen las rabietas en los niños pequeños?
Hasta los dos años, aproximadamente, el bebé tiene una conexión total con la madre, siente a través de ella y vive como si ambos formaran parte de una única entidad (madre/bebé). Alrededor de los dos años de vida, el niño empieza a reconocerse como un ser independiente, separado de su madre. Empieza a darse cuenta de que su cuerpo es distinto del de su madre, aparece la palabra “yo”, ya ha aprendido a reconocerse frente al espejo e, incluso, puede desear algo distinto de lo que desea su madre.
A partir de ese momento, pueden darse situaciones en las que los deseos del niño no coincidan con los de sus padres. Cuando el niño quiere hacer algo, pero sus padres tienen otros planes, siente una lógica frustración. También nos sucede a los adultos cuando queremos hacer algo y no podemos. La diferencia es que nosotros tenemos medios para descargar o comunicar esa frustración, pero la mayoría de las veces, los niños sólo tienen la rabieta como medio de comunicarse.
Si nos ponemos en la piel del niño, debe ser tremendo desear hacer algo con todas tus fuerzas, tal y como sienten los niños, no poder hacerlo, no poder explicar lo que queremos y, encima, que nos impongan algo distinto sin darnos ninguna explicación. Así, cualquiera tendría una rabieta.
  • ¿Se pueden prevenir las rabietas?
Ante todo, debemos entender que las rabietas son muestra de la evolución normal del niño. No son algo malo que debemos eliminar, sino una señal de que la personalidad de nuestro hijo se va desarrollando de forma correcta. De la misma manera que no podemos pretender que un bebé controle esfínteres a los cinco meses, en el tema de las rabietas, no podemos eliminarlas.
Lo que sí podemos hacer es poner los medios para que las rabietas no sean tan frecuentes ni tan intensas como suelen ser. Para lograr esto, el trabajo no empieza cuando el niño tiene dos años, sino mucho antes. Uno de los campos donde podemos incidir para minimizar las rabietas es en la comunicación.
Durante un tiempo estuve trabajando con niños CON AUTISMO (modificado del artículo original) junto a uno de los mayores especialistas de España. Una de las cosas más importantes que aprendí durante esos años fue que el mejor método para reducir las rabietas de estos niños era dotarles de medios para poderse comunicar. Cuanto más podían expresar lo que querían, menos rabietas tenían. Utilizábamos cualquier sistema para que pudieran comunicarse. Algunos, mediante palabras, otros mediante gestos y, si el nivel que tenían era más bajo, utilizábamos tableros con imágenes para que las pudieran señalar. El objetivo era dotarles de algún medio de expresión.
Este mismo principio funciona con todos los niños, no sólo los que presentan AUTISMO (modificado del artículo original).

Desde muy pequeñitos, debemos potenciar cualquier manera de comunicación. Aunque todavía no hablen mucho, pueden aprender algunos gestos para complementar el lenguaje. 
Las posibilidades de comunicación son mucho mayores si dice cuatro palabras y maneja 6 gestos que si sólo tuviera las cuatro palabras. A medida que mejoren la articulación, los gestos se convertirán en palabras, el niño tendrá mucha más capacidad de comunicar lo que le pasa y, además, estará más acostumbrado a expresarse y a ser escuchado. Cuando llegue a la etapa de las rabietas, será mucho más fácil entender lo que quiere y poder hablar con él cuando no sea posible concedérselo.
Para completar este tema, me gustaría comentar que los niños vienen al mundo programados para absorber y aprender el lenguaje como si fueran esponjas. Necesitan un buen modelo para que ese aprendizaje sea lo más completo posible. Podemos hablarle a los bebés de manera natural, como hablamos con un adulto. Ellos entienden todo lo que decimos (y también lo que no). Cuanto más hablemos con ellos ofreciéndoles un modelo correcto, mejor y más rápido adquirirán el lenguaje. Les podemos hablar en tono cariñoso, pero no como si fueran tontos. Aún me sorprendo cuando veo a padres o abuelas hablando con niños de 2 ó 3 años con el típico “lenguaje de bebés”, ¿cómo van a aprender a hablar bien si les hablan como si fueran bebés? Cuando los adultos queremos aprender un idioma nuevo y viajamos a otro país, queremos que nos hablen bien. No aprenderíamos nada si nos hablaran en modo “tarzán”, con frases cortas y vocabulario reducido; pues a los niños les pasa lo mismo. 
Para saber cuál es la mejor forma de actuar frente a una rabieta, puedes leer el artículo completo pinchando AQUÍ

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